Resurrección II: Aetherius

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Yahweh contemplaba a Dante con una sonrisa solemne, sin maldad aparente o intenciones ocultas. Solo la sonrisa de un padre feliz y orgulloso que se reencuentra con su hijo.


- ¿E-Es... Es esto es una broma? -articuló el chico.


- Por supuesto que no, hijo mío... Mi nombre es Yahweh, y soy tu padre.


La cara del muchachos pasó por muchas emociones en unos segundos: confusión, negación, resignación, aceptación, y finalmente, furia.


- Me abandonaste.


Esa no fue una pregunta, y Dios lo sabía.


- ¡Ni siquiera te conocí! ¡¿Y ahora que estoy muerto, aprovechas para conocerme?!


- Daniel...


- ¡NO! - exclamó él, con sus ojos demoníacos - ¡¡Dejaste a mamá sola en su lecho de muerte!! ¡¡Me dejaste a mí, un niño de 6 años al lado de su madre en sus últimos momentos, y tú ni siquiera estabas!! ¡¿Sabes lo que tuve que hacer para al menos intentar salvarla?!


Lágrimas salían de sus ojos mientras gritaba a los cuatro vientos todo lo que quería decirle a su padre si alguna vez lo conocía.


- ¿¡Siquiera sabes lo que está pasando en el mundo?! ¡¡Miles de demonios están masacrando la maldita humanidad, y tus malditos ángeles no mueven un puto dedo por ayudarlos!!


- Daniel...-insistió el adulto, frunciendo el ceño seriamente.


- ¡¡Abandonas a tus creaciones como abandonaste a mi madre!!¡¡Dejaste que su hijo entregara su alma a un demonio para poder curarla!! - a este punto, las lágrimas no dejaban de salir, y su expresión cambió a una de total tristeza- ¡Lo haría de nuevo si tuviera la oportunidad, porque ella si valía que lo hiciera...! 


Entonces, ahí fue donde se detuvo, y dejó que sus lloros cubrieran su rostro y cayeron al blanco y vacío suelo. Los sonidos de su llanto llenó los oídos de Yahweh, quien no cambió su expresión.


- Pero no fue suficiente...- agregó el muchacho, con voz completamente quebrada- No fue suficiente para salvarla...-concluyó, cayendo de rodillas lentamente mirando al suelo.


Las palabras cesaron brevemente, lo único audible era el llanto del adolescente. Dios lo contemplaba sin inmutarse, hasta que finalmente habló, con un tono de voz duro y recriminante.


- Niño...¿En serio creíste que todo eso era real?


El muchacho quedó helado y abrió sus ojos, creyendo que escuchó mal.


- ¿Q-Qué?


- Tu madre, su muerte, la entrega de su alma... Todo estaba planeado, humano.-a medida que hablaba, su tono se volvía más rasposo y peligroso.

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