AARON MOSELE
El arma que sostengo en mis manos apunta hacia abajo mientras con la otra mano me sostengo para evitar caer al vacío.
Las asas del helicóptero giran con vehemencia mientras observo hacia la pista donde espera una de las personas más importantes del mundo para mí. Mi padre, Kiran Mosele. Famoso en su área médica, famoso por ser tan joven y más que nada, amado por medio mundo por la historia de amor entre mi madre Venus y él.
El clima se ve favorable, por primera vez en mucho tiempo inhalo profundo tratando de dejar de lado la mierda que pasé, todo lo que vi, porque ahora mismo me encuentro en casa. El helicóptero por fin llega a la pista y bajo acomodando mi arma hacia atrás mientras camino hacia el hombre que me espera con los ojos cristalizados y los brazos abiertos.
—¡Hijo mío!—grita abrazándome con fuerzas. Siento como su cuerpo tiembla al tenerme cerca, siento en mi oído como llora a pesar del ruido que nos rodea, puedo sentir lo sentimental que está y es que es la primera vez que lo veo en casi dos años completos.
Me aleja un poco, inspecciona mis heridas mientras sorbe por la nariz.
—¡Estás en casa!—comenta feliz, ignorando todo lo demás. Palmea mi hombro, a nuestro alrededor varias familias más reciben a sus soldados entre lágrimas y regocijos, y algunas otras los reciben en el siguiente helicóptero, uno que no trae más que cuerpos. —No puedo creer que estés aquí, que estés bien.
Le sonrío, por mi parte al menos estoy en casa y junto al hombre que más quiero enorgullecer en la Tierra, hombre que mira mi uniforme y no puede evitar sonreírme como si lo hubiera hecho demasiado feliz.
—Bienvenido a casa, Mayor Mosele—dice brindrándome el debido saludo militar el cual correspondo.
Desde que tengo uso de razón tuve en mente unirme a cualquier rama del ejército. Mientras mis hermanos viajaban a cursos sobre la Iglesia, practicaban violín o tomaban clases de canto, yo por el contrario me uní al gimnasio siendo joven y me ejercité siempre con un único propósito y era unirme a la Armada de los Estados Unidos.
Me ejercité, estudié, me preparé y finalmente ingresé antes de cumplir los dieciocho años como uno de los cadetes más jóvenes en ese momento. Felicidad plena y pura, eso sentí el primer día que porté el uniforme.
Como Mayor de la fuerza, jamás rechacé una misión.
A mis treinta y dos años y con más de quince años de carrera como Marine, soy miembro del Cuerpo de Marines y formo parte de Operaciones Especiales cumpliendo con los cuatro elementos fundamentales: de mando, terrestre, aéreo y logístico de combate. Participé en tres excursiones al extranjero, estuve a cargo de dos pelotones en la Guerra contra el Terrorismo y aunque mi padre piensa que vine a casa para quedarme, desconoce que vine porque fui convocado como la cabeza al mando del regimiento de infantería.
Caminamos juntos hasta su coche, un flamante último modelo descapotable. Aunque la edad comienza a hacer de las suyas en su rostro, su espíritu juvenil continúa intacto cosa que me hace sonreír.
—Todos están contentos con verte en casa, hijo—masculla antes de ingresar al coche.
Tomo aire, decirle la verdad va a partirle el corazón pero es necesario.
Niego con mi cabeza subiendo tras él. Durante el recorrido me habla sobre lo que están haciendo mis hermanos, sobre las obras benéficas nuevas de mamá y le cuento un poco sobre mi trabajo sin entrar en detalles.
Al mirarlo recuerdo las lágrimas que soltó cuando le dije que entraría a la fuerza. Mi madre no quería saber absolutamente nada y gracias al fideicomiso que me entregó mi padre ese día, pude labrar mi carrera. Ahora, gracias a los años y a que he vivido por mi trabajo todo este tiempo sin gastar ni una moneda, tengo una caja de ahorros bastante grande.
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Entre Infieles y Perversos (AQS#6)
Lãng mạnDicen que nada aumenta más la lujuria y la sed de pecado que lo prohibido, y eso Aaron Mosele lo sabe muy bien. Y es que al regresar después de una misión de meses, con nuevo rango y un nuevo trabajo, no pensó jamás que se encontraría a alguien como...