Advertencia: Descripción de sangre y muerte.
Año 1546. Yangdong, Reino de Shilla.
Corría el décimo mes lunar en la aldea Yangdong. Era un lugar ideal para asentarse y llevar una familia; tranquilo y alejado de las malas energías de la ciudad, rodeado de sendas montañosas y verde maleza. Ese día hacía una tarde fresca y encantadora, el sol ya estaba empezando a esconderse entre las nubes oscuras y los niños que antes jugueteaban por las calles ahora volvían a sus casas porque la luna guiaría su camino de regreso, pero no podría protegerlos de los males como el dorado sol lo hacía.
Kim JunMyeon montaba aquel semental de pelaje negro y brillante que lo transportaba hacia su querido hogar. La gente que caminaba por el pueblo le saludaban con efusión al verlo pasar, pues le habían echado de menos durante el tiempo que estuvo ausente. El hombre detuvo su caballo frente a la casa grande y de estructura fina que también usaba para su negocio, jalando de las cuerdas que le sostenían por la boca, haciéndole relinchar. Se bajó del animal ágilmente y enseguida unos sirvientes que le esperaban en la puerta de la morada le ayudaron a guardar sus cosas.
—Bienvenido, señor Kim. —Pronunciaron al unísono, haciendo una reverencia para su amo.
—Lleven a Byul al establo. —Ordena el hombre sin responder el saludo. Los sirvientes asienten una vez y enseguida se disponen a cumplir con la tarea.
JunMyeon dejó escapar un suspiro de sus labios una vez se encontró solo a las afueras de su solitaria casa, no quería volver adentro a sofocarse entre esas paredes, pero se sentía tan cansado por el viaje que sólo quería echarse a dormir. Sin embargo, haciendo caso omiso a su agotado cuerpo, el hombre decidió emprender una caminata sin rumbo alguno por las calles arenosas de su pueblo. Él comerciaba con telas exóticas para vestir a las más distinguidas personas, y también con joyas costosas que vendía a todo lo largo y ancho del país. A pesar de su rotundo éxito y de haber conseguido la capacidad económica de poder vivir en dónde quisiera, el joven prefirió quedarse en el lugar que le vió nacer y de esa manera ser una ayuda para su gente.
Estaba vistiendo un hanbok en esa noche especialmente helada, hecho con una fina seda de tonos azules con ricos bordados de hilo plateado y sobre su cabeza reposaba un gat de color negro como el cielo nocturno con una cinta de perlas celestes que brillaban contra la luz de la luna que se asomaba con emoción.
—Kim JunMyeon. —Escuchó esa conocida y alegre voz llamándole a sus espaldas. El mencionado dibujó una sonrisa en su rostro y se dio la vuelta solemnemente. —Pensaba que se lo había llevado el viento. —El mayor deja escapar una risa.
—Solo me fui unos meses, no fue tan larga mi ausencia. —Responde JunMyeon al ver el rostro de su viejo amigo que extrañó tanto, era un comerciante al igual que él, solo que el hombre de ojos felinos y cabello negro recogido trabajaba con frutas y alimentos. El joven negó con la cabeza y soltó una risita que contagió a su amigo.
—Lo sé, solo estoy jugando con usted. —Dice JongDae con diversión y entre risas. —¿Qué tal estuvo el viaje esta vez? —El hombre dibuja una sonrisa sin dientes.
—Afortunadamente fue tranquilo, no tuve ningún problema y recibí varias propuestas de negocios. —Dice el mayor retomando con la caminata. —Probablemente tenga que volver a irme en un mes o dos.
—Así que supongo que va a estar casado para entonces, ¿no? —La pregunta de JongDae descoloca por completo al recién llegado, haciendo que detenga su caminar abruptamente.
—Yo... no estoy seguro de eso. —Pronuncia con la mirada en el suelo y la mandíbula tensa, recibiendo un bufido por parte de su amigo.
—Sabe que mientras usted duda en comprometerse con ella alguien más pedirá su mano, ¿no es así? —Espeta el de ojos felinos con rudeza. —Va a perder el favor del gobernador por ofender a su hija de esa manera.
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Hay una Bruja en el Bosque [SuLay Fest 2021]
Historical FictionKim JunMyeon es un joven comerciante de la aldea Yangdong, ubicada en el reino de Shilla. Era devoto a sus creencias y amaba a su pueblo porque la gente era igual a él; fieles practicantes del neoconfucianismo y consideraban que cualquier otra creen...