Capítulo tres

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El sol todavía estaba escondido entre las nubes esa mañana cuando JongDae se levantó del lecho que compartía con MinSeok, quien estaba profundamente dormido sobre el suave colchón. El comerciante vistió su cuerpo con su fino hanbok y salió en silencio de la casa para sentarse en una silla a las afueras de esta, contemplando el cielo oscuro de la madrugada. Dejó escapar un suspiro resignado y entonces la preocupación inundó su mente.

JunMyeon desapareció hace ya tres días atrás, y su fiel amigo no ha podido conciliar el sueño desde entonces. Su semental fue encontrado la misma noche que se perdió en el bosque, pero él parece haberse evaporado de la tierra sin dejar rastro. La búsqueda no se llevó a cabo el día anterior, y por eso el joven de mirada felina planeó ir a la casa del Gobernador muy temprano por la mañana para preguntarle el por qué de ese acontecimiento, aunque terminó no durmiendo nada en lo absoluto. Se arrepentía enormemente de haber abandonado a su amigo en esa cacería, la culpa reventaba su corazón a cada segundo, pues mientras más tiempo pasaba menos eran las probabilidades de que el Kim mayor estuviera con vida.

La puerta de la casa se abrió y en la entrada apareció el dueño de la taberna de Yangdong con una mirada somnolienta. El menor dibujó una sonrisa en sus labios y se acercó al hombre, pasando sus brazos alrededor de sus hombros con cariño. JongDae depositó un beso en los labios de MinSeok con suavidad y le brindó una caricia en la mejilla.

—Deberías estar dormido. —Pronuncia el pelinegro en voz baja. El mayor le dedicó una mirada de ojos entrecerrados.

—Tú también deberías estar en la cama. ¿Qué pasó? —Pregunta el de mejillas abultadas, recostando su cabeza sobre el hombro de su, ¿pareja? Todavía no tenían un nombre para ello, solo sabían que se querían mucho y no podían estar mucho tiempo alejados el uno del otro. JongDae deja escapar un suspiro resignado.

—No pude dormir. —Susurra con vergüenza, y sus mejillas se sonrojan levemente. MinSeok se separa del abrazo y lo mira a los ojos con severidad.

—No puedes seguir así, JongDae. Te vas a enfermar. —Le regaña con la preocupación brillando en sus ojos rasgados.

—Estaré bien cuando encuentre a JunMyeon. —Responde el terco hombre, apartando la mirada.

El mayor deja escapar un suspiro cansado y no dice nada más, no pronuncia palabra alguna, solo se mantiene en silencio mientras rodea a su amado por los hombros, acariciando su espalda con cariño cuando escuchó los sollozos del joven de ojos felinos.

MinSeok consoló a JongDae el resto de la madrugada, y no fue hasta que el sol salió que se fue a dormir nuevamente, pues sabía que su lugar no era acompañando al menor, él debía hacer esa tarea solo. Además, el dueño de la taberna no había asistido a la cacería realizada tres días atrás, desobedeciendo una orden dada por su superior, por lo que no era buena idea encontrarse con él en esos momentos.

El joven comerciante se despidió con un beso al alba y partió hacia la casa del Gobernador Kang, tomándose su tiempo en cada paso que sus pies daban. Su corazón se sentía pesado mientras más se acercaba a la gran y lujosa residencia; esperaba encontrar respuestas. El hombre tocó la puerta y fue recibido por una sirvienta que le preguntó el por qué de su visita, y cuando respondió, lo invitó a pasar.

Era consciente de que era muy temprano y que tal vez KyuBok todavía estaría dormido, pero la idea de esperar unas horas más sin saber por qué la búsqueda de JunMyeon fue suspendida el día anterior, le removía el corazón. JongDae estuvo sentado por varios largos minutos moviendo sus piernas en señal de impaciencia, cuando al fin la silueta somnolienta del Gobernador hizo acto de presencia en la habitación.

Hay una Bruja en el Bosque [SuLay Fest 2021]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora