Cita con el camarón.

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Capítulo 9: Cita con el camarón.

No pensaba arreglarme exageradamente para la cita, ¿Por qué? No tenía ganas. Lo entiendo, Cam me empezó a gustar, y debería querer verme bien y linda para él;  pero por algo me invito a una cita, le gustaba la yo que él había visto durante ese tiempo. Y no pensaba cambiar mi apariencia porque así se dice.

Me puse una musculosa de los Rolling Stones gris, unos shorts negros y mis preciadas Vans del mismo color. Hice el gran esfuerzo de cepillar mi cabello y me puse un poco de rímel.

Había decidido bañarme como dos horas antes porque detesto el pelo mojado y no tenía ni las ganas ni el secador de pelo aquí –aunque dudo que mi madre no lo haya traído. Sentada en el sofá con una toalla en mi pelo y “El Diario de Ana Frank” en mis manos, esperé la hora y media que tenía de sobra.

***

Miré la hora y me encontré con que eran las siete menos veinte y que si quería llegar con tiempo, ya tendría que haber salido.

Doblé la punta de la hoja que había estado leyendo y salí de la casa con los auriculares puestos y Seven Nation Army de The White Stripes sonando. Me había negado rotundamente a que Cam venga a buscarme, prefería encontrarme con él en la playa a que mi madre baje corriendo cuando sienta el timbre y comience a acosarlo de preguntas mientras mi padre fruncía el ceño intentando lucir responsable sabiendo que estaba en la misma situación que su esposa, orgulloso de su pequeña hija que se iba a convertir en toda una rompe corazones –según mis padres.

Camino a la playa había visto un par de parejas todas melosas y me recorrió un escalofrío de asco. Si llegaba a tener un maldito novio me aseguraría de no demostrar mi amor en público donde cualquiera podría vernos hacer nuestras cosas de parejas.

Sonreí al escuchar He Lives In You  de Diana Ross, mi mama solía tenerla de tono de llamada hace unos años y el recuerdo de cuando estábamos viajando por un concurso de equitación1 y el tono comenzó a sonar, abrumo mi mente.

Al llegar la playa, escaneé el lugar hasta encontrarlo sentado en una barra tomando lo que creía era una limonada mientras hablaba con el chico detrás de la barra. Cuando el barman me vio, le dijo algo provocando que el gire su taburete y sonría al verme.  Compartieron unas cuantas palabras mas y Cam se despidió del chico –por cierto, creo que es chino, lo dejemos en asiático- acercándose a mí.

-Moon.-había dicho mi nombre en inglés, tal y como le había dicho que no lo haga. Mis padres querían que una de sus hijas tuviese un nombre difícil de encontrar. Entonces he aquí con un nombre en español y un idiota que lo traducía al inglés.

-No me digas así, Camaron.

-No soy rosa como un camaron como para que me llames camaron.

-No soy blanca como la luna para que me llames moon.

-Pero tu nombre es Luna.-me guiñó un ojo y soltó una risa.

-¡Qué noticia! ¿Estás seguro de lo que dices?

-Mm, no lo sé, ¿segura que no me mentiste?

-Aghh, idiota.

-¿Estás tratando de evitar la pregunta?

-No, y no.

-Te ves linda.

-¿Me puedes hacer el favor de dejar de cambiar de tema y dejar de alabarme?-gire mi cabeza en dirección al océano, tapando mi cara con mi pelo. ¿Recuerdan la lección que les di unos capítulos atrás? Bueno, la estoy poniendo en acción.

Amor de VeranoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora