02 || Touch {1/2} |+18|

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—¿No tenías un trabajo que terminar? Esto podemos dejarlo para otro momento, ¿verdad?

Mi urgencia era palpable y Mitsuya, consciente de ello, hizo oídos sordos.

—Sí, pero puedo hacerlo después —siguió empujándome al interior de mi cuarto—. Ahora que todavía hay luz natural, deberíamos aprovechar. Solo así tomaré bien las medidas, ya lo sabes ... —me recordó antes de cerrar la puerta.

Quería complacerle, por supuesto. Sin embargo, todo ese tiempo que estuve fuera, cogí algo de peso. No era mucho. Solo lo suficiente para que apenas yo lo notara. Y Mitsuya no lo sabía, hasta que se diera cuenta de que las medidas que tenía del año anterior no concordaban con las nuevas.

Observé cómo se acercaba a la ventana para subir la persiana y dejar que la luz de primera hora de la tarde entrase en la estancia.

—Pero ...

Él se giró, haciendo un tierno puchero.

—Venga, Narumi —me rogó, sacando la cinta métrica de su bolso—. Solo serán cinco minutos. ¿Trato hecho?

Tragué saliva.

No sabía decirle que no cuando me miraba de esa forma.

—¿Y qué gano yo? —le pregunté—. No es un trato si no obtengo algún tipo de beneficio.

Sacó el bloc de notas que utilizaba normalmente y un bolígrafo, fingiendo que pensaba en una respuesta válida.

—Bueno, un vestido precioso hecho por tu maravilloso novio. ¿No es suficiente? —me obsequió con una bonita sonrisa.

Nunca seré capaz de decirle que no, pensé.

Mis hombros cayeron, rendidos antes ese chico que se aproximana, radiante.

—Está bien —le dije en voz baja.

Él hizo un gesto con la mano, festejando su victoria. Yo me sonreí, olvidando el temor que me había perseguido todo el día.

Aunque Mitsuya era el chico más responsable que conocía, siempre me alegraba ver que pequeñas detalles como aquel le hacían terriblemente feliz. En realidad también podía comportarse como un niño. Es más, me atrevería a decir que, si se lo proponía, actuaba de un modo más infantil que Luna, pero no solía compartir esa faceta conmigo.

—Genial —echó un vistazo a mi cuerpo—. Primero tomaré ...

—Mitsuya.

Mi llamado lo frenó y él se contuvo por un instante, justo antes de posar sus manos en mi cintura.

—Dime —me miró, tierno, y se percató de que estaba callando algo—. ¿Qué pasa?

Me avergonzaba estar inquieta por algo como eso, pero no quería defraudarle. Por estúpido que sonara, creí que él me echaría en cara aquello, como si fuera de esas personas que te rechazan por no tener el peso ideal.

—He engordado —musité.

Con el ceño aún fruncido, observó mi semblante.

—Ya lo sé —declaró, tranquilo.

—¿Lo ... Lo sabías? —la rigidez que había controlado mis articulaciones fue desapareciendo.

Mitsuya, con naturalidad, ojeó la cinta métrica que traía entre sus manos y no le dio mayor importancia.

—Claro —afirmó—. Tengo dos hermanas pequeñas que no paran de crecer; sé cuándo la falda les aprieta demasiado sin que ellas me lo digan, Narumi —risueño, examinó mi obnubilado semblante—. ¿Pensabas que me molestaría algo así?

stitch » mitsuya takashi |+18|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora