Las olas blancas de la niebla rodaban por la superficie a la cercanía del mar, no con la regularidad predominante, sino con majestuoso desorden en que se pierde entre la mirada de los habitantes.
Sobresaliente la de ella, los resplandecientes y sereno ojos de una niña surcaban los lares en camino a la oficina de su abuelo. Desde ahí se podía oír los ronquidos de la marea chocando ferozmente contra las piedras que decoraban por debajo del muelle. Un sonido placentero para aquellos que supieran apreciarlo. Los holluelos de su rostro se marcaban a la par de su traviesa sonrisa.
Sabía lo que le esperaba.
Ya habían pasado casi 4 años desde que vió a su familia por última y primera vez. Con familia, se refiere a su padre y tíos, claro.
En el transcurso de estos su madre fue víctima de un asesinato.
La habían envenenado las sirvientas del palacio; todas con pena de muerte llegaron a su fin.Quiso hacer algo, pero ya era demasiado tarde. Incluso a ella intentaron asesinarla. Sin embargo, el veneno solo hizo efecto en su madre. Puesto que su humanidad aún seguía presente.
Aquél líquido escarlata inundó sus ojos. Bañó la tela rosa de su vestido, salpicando su mentón y desbordándose por sus manos.
Cuando levantó la mirada su madre, su preciosa y amada madre estaba en el suelo.Gota dulce rebasaba los límites del vaso helado de té. Ardían sus brazos. Rayos a mitad de mañana envolvían como manta su piel pálida, cual comenzaba a teñir de un color veraniego sin mucha espera.
Reposaba su cabeza en la tierra fértil; abrazada por la maleza húmeda a la temperatura ambiente. Escupía atragantada la sangre que escurría por sus labios.
Aún podía oír los gritos de su pequeña en esa situación.Al chocar su cabeza con la puerta despertó. Le dolía y asustaba recordar aquellos momentos. Solo tenía 8 años cuando ocurrió todo.
Dos dedos golpearon con firmeza la madera perfectamente tallada, anunciando su llegada.
Oyó la voz de Karl, y con un suspiro ahogado, sin muchas ganas tampoco; entró.Entró y vio el rostro de su abuelo. Aquella piel pálida, ojos totalmente rojizos que le recordaban a la sangre misma, y su cabello blanquecino. No se parecían en nada.
Rezó, rezó para que sus noticias no fueran malas. Conocía a su abuelo, y de todo lo que era capaz. Conocía que para él, ella era un experimento. Como el resto de la familia.
—Me alegra verte aquí, Athy. Que hayas accedido a venir directamente.
Su sonrisa asquerosa apareció. Luego de enterarse por equivocación todo lo que él había hecho, le parecía repugnante. Y pensar que antes lo idolatraba.
Su instinto le decía que esto no saldría bien.
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2 horas después.
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«La hija de Shu» Shu Sakamaki
FanfictionUna niña llega a la mansión diciendo ser la hija de Shu ¿Le creerán?