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—Ya perdió la razón.

—No se puede perder lo que nunca se tuvo.

Él "murmullo" de Sabrina me hizo pegar un brinco, no la había escuchado entrar, cuando quería podía ser silenciosa como un fantasma.

Estaba mirando al señor Schneider con la confusión escrita en el rostro.

—No perdí la razón, es un buen plan—dijo él, orgulloso de sí mismo—pero no te obligaré a llevarlo a cabo, obviamente.

Apreté los labios en una fina línea, si que había perdido de la razón, pero al menos la idea no sonaba tan catastrófica como las que ha tenido anteriormente.

—Explíqueme que beneficio trae ese plan y yo veo si lo acepto—ofrecí.

Eso le dio ánimos.

—Verás, como ya te dije, todos están confiados de que recibirán de mí lo que esperan, porque no ven que exista otra manera. Me comporté con todos mis hijos de la misma forma, y con todos mi nietos...bueno, ellos tienen una razón bastante fuerte para pensar que todos se encuentran en la misma posición y que los habré elegido en función a sus padres—me explicó— Anna y Johan están seguros de que su padre es el más cercano a mí, por lo tanto ellos tendrán más cuando le herede la empresa a su padre; Ilsa y Joss han sido siempre los consentidos, Ilsa es la favorita de Otilia, y Joss es el hijo de su madre, aunque peleen cada tanto, también están seguros de obtenerlo. Don no cree que le de nada a él, pero está seguro de que me sentiré culpable por haberle negado mi imperio a mi primogénito y le entregaré la mayor parte y las viviendas a su hijo Mathis. Todos tienen buenas razones para creerse los elegidos, pero si entra alguien más en la ecuación, cualquier razonamiento que mantuvieran peligra.

—Mmm, y ahí es donde entro yo—murmuré.

—Exacto—dijo él complacido—si tengo una "novia" joven—hizo las comillas en el aire—Todos supondrán que quieres la herencia para ti, y que yo soy lo suficientemente tonto, y...hormonal, como para dejártelo. Quedarían fuera del testamento, y eso los pondría en un apuro, porque tendrían que venir a pelear por ella.

Sabrina suspiró.

—Es una locura, pero debo admitir que podría funcionar—concedió.

—Muchas gracias por tus apoyo mi querida Sabrina—le dijo él con afecto.

—Bien, okay. Puedo ver la lógica detrás de esto, si es qué hay alguna realmente—apunté—pero en caso de aceptar, ¿Que tendría que hacer?

—Oh nada muy loco, si aceptaras nos tomaríamos una foto ahora y te pediría que les mandes un correo insistiendo en que asistan al crucero con nosotros—explicó, de nuevo andaba de aquí para allá, su cerebro trabajando—una vez que te confirmen, naturalmente, tendrías que venir conmigo al crucero, pero allí eres libre de hacer lo que quieras, tengo el presentimiento de que podrías llevarte bien con Anna y Mathis...seguramente, pareces su estilo de persona. Ayudaría tambien que tuvieras buena relación con ellos, después de todo, alguno será tu futuro jefe cuando yo muera.

—Pero...¿No me odiaran todos?—pregunté en un hilo de voz.

No soy unida a mi familia, y ninguno de nosotros es rico, pero dudo que alguna familia reciba bien a la novia joven que quiere quitarles todo el dinero.

—Al principio sí, al menos la mayoría—concedió—los más inteligentes querrán tenerte como aliada en caso de que su plan de agradarme no funcione.

—Ah, interés e hipocresía los valores fundamentales de la familia—dije con sarcasmo.

Pero mi jefe sonrió.

la cazafortunasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora