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—Bien,—dije mientras caminaba de un lado al otro en la habitación—tiene que explicarme que está pasando.

Mi jefe, el señor Schneider, se sirvió tranquilamente un trago de ron y subió los pies al reposapies antes de responderme.

—Pensé que ya sabías todo, has sabido presionar muy bien sus botones durante la cena—comentó orgulloso—nadie está seguro de nada ahora. Ni de quién se quedará con la herencia, ni si es más importante ganarte a ti o a mí.

Estabamos en la sala de su gran y lujosa habitación, lo había esperado fuera de esta una hora después de la gran pelea en la cena, y para mi sorpresa, el señor Schneider parecía más contento que nunca.

—Solo pude notar quienes se desagradaban especialmente pero no tengo idea de las razones, sospecho algunas, pero no estoy del todo segura—confieso, finalmente tomando asiento—su familia es un desastre, no entiendo porque quiere estar con ellos.

Él suspiró, dándome la razón.

—No seas tan dura con ellos Clara, son lo que son por mí, te lo había comentado antes—dijo con tranquilidad—fallé como padre, como esposo e incluso como abuelo.

Ahora me tocó a mí suspirar.

—Es que no lo entiendo, no puedo ver que error pudo haber cometido para que ellos, siendo todos adultos, se comporten de una manera tan desagradable—dije.

—Pues simplemente fui ausente, y cuando estuve, hice todo lo que podía hacer mal—explicó—¿Sabes que Otilia no es la madre biologica de ninguno de mis hijos, cierto? ¿Te has preguntado que sucedió con mi primera esposa?

—¿No?—respondí, encogiendome de hombros.

—Pues me abandonó cuando Karl tenía apenas un año, y lo hizo porque yo nunca estaba en casa, además de que ya había empezado a salir con otra mujer—confesó.

Me enderecé en mi asiento.

—¿Fue infiel?—pregunté con demasiada curiosidad.

—Sí, le fui infiel y práctimente la abandoné, fui una ruina de hombre, pero mis males no terminan allí—me contó con tristeza—a la mujer con la que había engañado a mi primera esposa, Otilia, le mentí desde un inicio, le dije que ya me había separado de mi anterior esposa, que teníamos diferencias irreconciliables, y luego, cuando se enteró de la verdad, en vez de admitir mi error, mentí nuevamente, y dije que lo había hecho todo por amor, y que había cambiado.

—Señor Schneider...

—Dejame continuar, por favor—me pidió—le prometí a Otilia que a ella la haría feliz, que no la haría pasar por lo mismo que pasó mi primera esposa, y si bien nunca volví a ser infiel, fue cuestión de días antes de que la abandora a ella y a mis hijos. Sé que se quedó conmigo tantos años por el amor que le tuvo a mis pequeños, porque no quería dejarlos sin madre sabiendo que no contaban con su padre, y mi unico amor verdero fue siempre el trabajo.

"Don creció con dificultades, era un chico al que le costaba concentrarse para estudiar, un chico que tenía mucha energía, y cada vez que yo volvía a casa, que eran muy pocas, lo hacía sentir como un fracaso, como una vergüenza, le gritaba que algún día él sería la cabeza de mi empresa, que tenía que hacerlo mejor, y que si no era capaz pues...no tenía idea de que haría con un hijo inútil.

Ilsa por otra lado fue una consentida. Otilia la amó con fuerza desde el primer momento que la vio y habría sido capaz de todo por ella, Ilsa fue la única de mis hijos que mostró su rencor hacia mí desde una edad temprana, mientras Don y Karl hacían de todo para llamar mi atención, Ilsa me odiaba abiertamente, y eso me hacía sentir culpable, así que cada vez que visitaba, le traía algún regalo con la intención de ganarme su simpatía, pero las cosas materiales no pueden reemplazar el amor de un padre, y su rencor siguió allí, ahora junto con su capricho.

la cazafortunasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora