CAPITULO 1: EL PRELUDIO DE UN NUEVO PROBLEMA

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UN MES ANTES...


J-O-D-I-D-A   M-I-E-R-D-A

Demanda por plagio y trabajo: perdidos.

Reputación: arruinada.

Compañeros y amigos: desapareci...bueno, esos no importaban, se podían ir al carajo.

Apoyo de algún tipo: ninguno.

Sí, no importaba cuanto revisara su situación, definitivamente todo era una jodida mierda que la estaba llevando a la ruina.

Debía darles crédito a los que estaban detrás de su estado, habían sido demasiado listos y se aprovecharon inteligentemente de su arrogancia. Le tendieron una trampa tan elaborada que no se dio cuenta de nada hasta que llegó a sus manos la denuncia sobre plagio; tampoco notó a los responsables hasta que le clavaron el cuchillo por la espalda con declaraciones y pruebas falsas, como su editor.

Gracias a eso no solo había perdido una considerable cantidad de dinero, sino que ya no tenía trabajo, los medios no paraban de molestarla y en las redes la atacaban. Prácticamente era el fin de su vida pacífica.

¿Qué más le podía pasar?

—Parece que alguien tuvo un mal día—

Giró la cabeza levemente y miró de reojo a la persona que estaba a su lado desde su cómoda posición en la mesa.

¿Quién rayos era este sujeto?

—Piérdete—

Tal vez debía estar preocupada que este desconocido la hubiera reconocido aun con su nuevo corte de cabello y la capucha que cubría su cabeza, podría tratarse de un periodista o un fan de la pobre escritora a la que plagio descaradamente, pero estaba cansada y harta así que no pensaba ser educada, ¡A la mierda con eso!

—Gracias por confirmarlo—

Aunque desde su posición no podía ver mucho, el silencio del local le hizo saber que el hombre se había sentado frente a ella...con un demonio.

—¿Quieres hablar de ello? —

Tras la pregunta, se enderezó lentamente y arqueó una de sus cejas una vez que estaba en una posición.

—¿Por qué piensas que voy a responder a eso? O aún mejor ¿Quién mierdas te crees que eres para venir a decirme que te cuente mis mierdas? — cruzó los brazos y miró críticamente al desconocido.

Se trataba de un varón de cabellos negros y ojos oscuros, oriental con apariencia sencilla, posiblemente de su edad; vestía con un traje simple color caqui y llevaba un bolso de hombre, nada destacable. En pocas palabras, se trataba de un tipo cualquiera.

— ¿Acaso eres un terapeuta o algún tipo de consejero? — pese a su pregunta, pensaba que tenía más el aspecto de ser un oficinista esclavizado.

—Soy un profesor de literatura— respondió con simpleza, antes de fruncir levemente el ceño — Y solo estaba siendo "amable", ¿sabes? Todas las personas decentes lo son, especialmente con las que se ven que tuvieron un día poco grato—

¿Poco grato? Eso era un eufemismo, pero ahora lo entendía mejor, solo se trataba de lastima.

—¿Así? — lamentablemente para el hombre, ella no estaba tan desesperada como para correr a cualquiera — Pues metete tu amabilidad por el culo —

Le mostró su dedo medio y se levantó bruscamente dispuesta a irse, sin embargo, solo pudo dar unos pasos antes de que sintiera una mano agarrar su muñeca.

Entre historias y memoriasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora