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Un domingo cualquiera, Karchez se encontraba frente a la pantalla del monitor.
Estaba en directo, viendo vídeos de TikTok. Pero hubo uno en especial que le llamó la atención y decidió comentarlo con los coronados.
─¡Hombre, mira ese vídeo! La chica sede prácticamente por instinto ─habló─.
Lo que estaba viendo, era una escena de una película, donde había una pareja discutiendo. La chica se va, y su pareja le agarra por la nuca, haciéndole seder ante él.
─¿Eso funcionará de verdad? ─le preguntó al chat; el mismo en donde se debatía si sí o, si no─. Fue, chaval, altas ganas de intentar y comprobar eso, eh. ─pensó por unos segundos─.
Sus padres no estaban en casa, eran vacaciones, así que decidieron viajar por unas semanas. Dejándo a Karchez a cargo de la casa y de Urko.
Por este motivo, el peliblanco decidió invitar a su pareja a pasar ese tiempo con él y su mascota. Eloísa, el nombre de su novia, no dudó ni un segundo en aceptar; sabía lo mucho que se querían ambos, y pasar tiempo juntos sólo haría que su relación mejore y avance.
─A ver, Eloísa está aquí. Tal vez... pueda intentarlo con ella y ver si funciona (? ─dijo, sonando más como una pregunta, que como una afirmación─.
Miró en dirección al chat, esperando ver una respuesta afirmativa de su parte; lo que vio fue lo que esperaba.
Se levantó de su asiento, caminó hacia la puerta de su habitación; se quedó parado ante ella, replanteándose lo que iba a hacer.
Volvió donde su escritorio y habló.
─Si no vuelvo, será vuestra culpa por no detenerme a hacer mis estupideces ─culpó─.
Salió de su cuarto en busca de su novia. La encontró lavando los trastes, mientras escuchaba música.
Se mentalizó lo que iba a hacer, las consecuencias que traería; y por más nervioso que estuviese, se atrevió.
Caminó hasta ella en paso lento, sin hacer ruido; tomó aire; acercó su mano y la tomó de la nuca.
Eloísa se sobresaltó, volteó rápidamente y empujó a Karchez, tirándole.
─¡¿Qué chucha te pasa, cojudo?! ¡A que te doy una patado en la jeta por huevón! ─le gritó, simulando patearle─
─¡Pero que soy yo! ¡Que soy yo! ¡No me golpees!
─¡Pues entonces no me amenaces! ─le ofreció la mano a Karchez, él la tomó y se levantó con su ayuda─
─¡Pero no te he amenaza'o! Sólo te agarré; no creí que me fueras a golpear.
─¡¿Cómo que no, hombre?! ¡Si me haz tomado de la nuca como si me fueras a ahorcar!
─¡No me grites!
─¡No me espantes así!
─Okey. No sabía que en Latam, las personas sois así sois.
─Meh, te falta calle. El haber dejado Latinoamérica para venir a España no significa que también haya dejado atrás a El Barrio.
─¿Komoh?
─Que sí ─rió─. Uno nunca se salvaba de los choros; ni de día, y mucho menos de noche.
La pareja río. Karchez le dijo que estaba en directo y le invitó a seguir con él. Ella aceptó. Apagó la radio, secó la mesilla y fueron en marcha a la habitación del ojiverde.
Se sentaron frente al monitor y empezaron a explicar su reciente anécdota. El chat sólo reía, se sabían lo que habían hablado pues Karchez olvidó apagar el micro, y oyeron los insultos y gritos que dieron los dos.
─¡¿Pero cómo coño vas dejar el micro encendido, Karlos?! ─gritó avergonzada─
─¡Que sepan que me maltratas!
─Calla oe
Karchez y Eloísa siguieron discutiendo, el chat sabía que sólo jugaban, pues los dos eran así. A todos les causaba gracia el hablar de la chica, pues, al ser peruana, era obvio que no iba a tener el mismo acento que los demás. Pero era eso lo que los coronados amaban, que la chica sea única y diferente, pero al mismo tiempo igual que todos ellos.
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