𖦹─ III: Atardecer

308 77 23
                                    

A donde quiera que JiMin miraba, solo veía pulcritud, personas amenas que caminaban a su propio ritmo, inmersos en sus asuntos particulares pero todos emanaban la misma aura plausible y apacible. Demasiado diferente a lo que estaba acostumbrado a ver en su lugar de origen, donde todos aparentaban estar bajo estrés, desasosiego e incluso depresión en el peor de los casos.

No prestaba legítima atención a la conversación que sostenían su trio de acompañantes porque estaba demasiado inmerso en su entorno, también en intentar descifrar cómo es que llegó a ese lugar tan peculiar.

—¡Aún quedan bicicletas! —exclamó HoSeok emocionado, quien se había quejado alegando que por la tardanza no hallarían equipos para el paseo.

—Por eso te dijimos que te relajaras —le recordó TaeHyung, riéndose entre dientes por la actitud del chico.

El pequeño grupo se formó en la fila, esperando su turno para alquilar los velocípedos. La formación avanzó rápido, así que en menos de lo que esperaban ya los cuatro estaban sobre los vehículos, sintiendo la brisa fresca en el rostro mientras pedaleaban.

Se pasearon por el parque que rodeaba una laguna donde podrían verse diversos animales semiacuáticos, y en el horizonte la línea donde el cuerpo de agua se mezclaba con las montañas que parecían tocar el cielo. Para JiMin era como un sueño, una visión quimérica que hacía refulgir el brillo en sus ojos, pasaba la mirada desde los pequeños patos moviéndose en conjunto detrás de su madre a los colores del ocaso reflejados en el agua, sumido en la visión idílica, acentuada por su entorno.

—¡JiMin! —escuchó la voz de JungKook llamándole, pero para ese punto ya era demasiado tarde.

El joven levantó la mirada, su burbuja de pensamientos íntimos estalló en un pinchazo súbito. Presionó el freno de la bicicleta pero la velocidad que llevaba no jugó a su favor, perdió el control y se precipitó al agua llevándose consigo a un joven que a poca distancia de él solo leía unos papeles que sostenía. JungKook lo había visto, intuyó lo que sucedería por lo absorto de su amigo pero el intento por advertirlo fracasó; ambos cayeron entre chapoteos, salpicaduras de agua y ahuyentando a las aves cercanas.

JungKook observó la escena preocupado, HoSeok a penas logró divisar parte de la escena por lo que se mostraba atónito con el fantasma de una sonrisa en los labios pero TaeHyung quien presenció todo lo ocurrido reía a carcajadas.

JiMin estaba profundamente apenado con lo ocurrido, empapado y humillado no era capaz de levantar la mirada hasta el desafortunado desconocido que cayó al agua junto con él. Las palabras se arremolinaban en su garganta rehusándose a salir, a proferir la disculpa que tanto pretendía pedir.

Sintió una mano cerrarse alrededor de su brazo y cerró los ojos creyendo que recibiría un muy bien merecido golpe por lo que ocasionó a consecuencia de su descuido. No se inmutó, pensaba que lo merecía. Todo en ese mundo era tan perfecto, armónico, pero él, solo se veía como la molesta mancha en una prensa blanca, el color que desentonaba creando ruido en una obra maestra.

—¿Estás bien? —preguntó una gentil pero grave voz—. ¿No te rompiste nada? ¿te sientes bien?

No existió impacto ni reclamo, el joven víctima del incidente usó su agarre en la extremidad de JiMin para tirar de él, ayudándolo a levantar de las aguas poco profundas, con sutileza, como si temiera herirlo. JiMin no entendió por qué era tan cortés, considerado, y por su culpa terminó mojado, sus papeles arruinados.

—¡Lo lamento mucho! —exclamó, haciendo una reverencia ante él, tan apenado que no era capaz de verle al rostro y al borde de las lágrimas—. ¡Lo lamento, lo lamento!

El joven frente a él se rascó la nuca, viéndolo con intriga. No parecía comprender la naturaleza de su preocupación por algo que para él, no tenía tanta relevancia.

—Tranquilo —respondió, llevando la diestra hasta el húmedo cabello de JiMin y sacudiéndolo, eliminando el exceso de líquido—. Todo está bien, solo fue un accidente que podría pasarle a cualquiera y solo es agua ¿sí? No pasó nada pero tú ¿por qué perdiste el control? ¿te duele algo?

JiMin acopió su fuerza de voluntad para levantar su rostro, conocer cómo lucía ese chico tan peculiar y pacífico, mas bien fue por intriga. ¿Cómo podía ser tan atento después de eso? De donde JiMin venía, abría terminado golpeado y bajo el escrutinio público, abochornado, no habría vuelto a ese parte. Sin embargo, aquí el que debería estar enojado se mostraba preocupado, las personas a su al rededor les observaban pero sin el peso de la malicia y mofa en sus ojos.

Él era pálido, era la primera vez que JiMin conocía a una persona con esa tez, parecía que poco se difería entre la camisa blanca y él. Tenía el cabello oscuro, negro azabache que intensificaba la tonalidad de su piel. Ojos pequeños, rasgados, una mirada afable y profunda a la misma vez. Una nariz pequeña, respingada, labios finos pigmentados con un tenue rosa natural.

—Solo es agua... —repitió para sí mismo  tratando de creerlo, aún esperando por alguna reprimenda, recuperando su postura.

—Sí, algo que se soluciona secándose por sí sola ¿para qué preocuparse entonces? —agregó, mostrándole una sonrisa pequeña, tranquilizadora—. Anda, responde a lo que te pregunté.

—Ehmmm... Yo, estoy bien, no me pasó nada, no duele nada —contestó, nervioso e inseguro, toqueteando su nuca—. Y-yo... Me distraje viendo el atardecer ¡No era mi intención, lo juro! ¡Lo siento!

El pálido joven lo observó con cierta compasión ¿qué tanto había tenido que padecer emocionalmente ese chico para culparse tanto por algo tan humano como un accidente, un error corriente, para disculparse tanto por una equivocación carente de malicia?

—El atardecer —repitió, posando sus largos dedos sobre la mejilla de JiMin, haciéndolo girar al firmamento donde el sol se ponía—. Es seráfico e impalpable, como vivir dentro de una ilusión ¿no lo crees? Al verlo, pareciera que por un momento, todos tus sueños cobrarían vida. Un obsequio al corazón, un agasajo al alma.

JiMin observó los cálidos colores pasteles incluso más cautivado que antes, percibiendo la temperatura de los dedos ajenos sobre su piel. Las mejillas se le tiñeron de un rosa pálido, sintiendo algo cosquillear en su estómago.

—Oigan, no quiero arruinar el momento pero tienen que salir o se enfermarán —interrumpió TaeHyung.

—Ya vamos —contestó el chico, caminando a la orilla ayudando a un aturdido JiMin a sacar la bicicleta del agua.

—Tus papeles —murmuró JiMin, viendo las páginas destruidas en la superficie. La culpa volvía.

—Descuida, solo son hojas impresas —le tranquilizó—. No es más que volverlas a imprimir y listo, como si nada hubiera pasado ¿sencillo, verdad? Es más importante que estés bien.

JiMin desvió la mirada, avergonzado aceptó la ayuda de sus amigos para salir del lago. En los últimos años, anheló tanto escuchar esas palabras; que su presencia, su persona, fuera más relevante que unas cuántas láminas de papeleo.

Realidad Deseada | YoonMin |Donde viven las historias. Descúbrelo ahora