𖦹─ II: Adaptación

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JiMin percibía su cuerpo ajeno, como si fuera la piel de alguien más a la que tuviera que adaptarse. Por suerte, el entumecimiento comenzó a desaparecer permitiéndole reincorporarse para llevar la mirada al pequeño grupo de desconocidos que le hablaban con tanta familiaridad, cualquiera pensaría que tenían meses o incluso años conociéndose.

—Pasamos cerca de una hora buscándote —se quejó uno de los chicos—. Dijimos que iríamos a montar bicicleta al parque después de clases ¿o es que ya no quieres ir?

El joven lo miraba con las cejas levemente elevadas esperando una respuesta, con los brazos cruzados sobre el pecho además. JiMin lo miró anonadado sin saber qué decir o por dónde comenzar, desorientado como un mamífero terrestre en la cubierta de un barco en alta mar. Se pasó las manos por el rostro, rascándose los ojos en un intento por ganar un poco más de tiempo mientras simulaba estar dejando atrás el sopor.

Volvió a mirarlo fijándose en su rostro, haciendo memoria, revisando como un loco desesperado los recuerdos que tenía ¿había visto esa cara alguna vez en su vida? Era de facciones finas, nariz respingada, su rostro era algo pequeño y no podía ignorar el hecho de que era indudablemente atractivo. Portaba un uniforme impecable, ni existía un rastro de suciedad o arruga. Impoluto hasta el último centímetro. Lo que más llamó la atención de JiMin, que fue casi como un favor divino, consistió en aquella placa identificativa a nivel del pecho donde se leía el nombre del estudiante.

—N-no... Es solo que vine a esperar aquí pero no sé en qué momento me quedé dormido, TaeHyung —respondió, con la voz dejando entrever cierta intranquilidad.

TaeHyung lo miró de pies a cabeza, no muy seguro de lo que percibía. JiMin se cuestionó sus razones para mentir, atribuyéndose conocer los planes previos y a esas personas pero no halló respuesta, fue más bien como una corazonada. Casi como un reflejo.

—Ya deberíamos ir saliendo, se hace tarde —agregó un segundo—. A menos que quieran quedarse a darle una mano a los de limpieza.

JiMin lo observó al igual que al otro. Escrutando intrigado, en busca de alguna respuesta en su cabeza que al menos le confirmara que sabía de la existencia de ese chico antes de tenerlo allí, hablando sobre eventos pactados de los que no tenía idea pero la respuesta fue la misma que antes; nada. Ni siquiera una vista por la calle sin más.

El chico era un poco más corpulento, de cabello azabache, su nariz era un poco grande y el resto de sus facciones más masculinas. Lucía algo desaliñado, incluso llevaba por fuera la camisa blanca que se supone debería ir dentro del pantalón, hasta el nudo de su corbata estaba flojo. Sin embargo, lejos de verse como alguien sucio o desagradable, le daban vibras despreocupadas, llegando a verse incluso interesante y llamativo.

«Que suerte tienen algunos» pensó JiMin. Si él se vestía así, muy seguramente terminaría pareciendo un vagabundo.

—Ni al caso, JungKook —interrumpió el tercero—. Se supone que viniste aquí a buscarlo pero dijiste que no estaba, si hubieras mirado bien ya estaríamos llegando al parque.

—¡Les juro que vine y no estaba! Seguro se fue a mear o algo.

JiMin estudió al restante, arrojando resultados infructíferos por tercera vez; tenía la cara alargada, con facciones afiladas, ojos pequeños y una boca igual, pómulos altos, una nariz bonita. Hablando de belleza, no creyó que fuese comparable al dúo anterior pero tenía una vibra afable a su alrededor. Lo que más llamó la atención de JiMin fue su cabello teñido, era como un naranja débil dirigiéndose más al castaño. Era un color bonito que lo hacía resaltar. En cuanto a su vestimenta no había nada que destacar, lucía como el promedio lo haría.

Realidad Deseada | YoonMin |Donde viven las historias. Descúbrelo ahora