𖦹─ IV: Esperanza

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Los zapatos rechinaron cuando el par de jóvenes salieron empapados de la laguna poco profunda. HoSeok se acercó a ellos extendiendo una toalla bermeja que extrajo del interior de su mochila. En eso, JungKook y TaeHyung sacaban la bicicleta del agua.

—Solo tengo una, era para ducharme después de la práctica de baile —explicó, estrechándoles la tela—. Descuiden, está limpia.

El chico pálido sonrió, agradeciéndole en voz baja. JiMin lo imitó, aún algo cohibido sin superar por completo lo que sucedió hacia unos minutos atrás. A ninguno de los dos les importaba verdaderamente si HoSeok hizo o no uso del paño, después de todo era mejor usarlo que terminar tiritando como cachorros chihuahua.

—Te me haces conocido —comentó TaeHyung observando al joven víctima del atropello de JiMin que los llevó a una curiosa reunión.

Él lo observó con curiosidad, de arriba hacia abajo, escrutándolo, buscando en su memoria algún recuerdo que le diera una pista sobre quién era ese chico que alegaba conocerlo. Frunció los labios, un atisbo de claridad llegó a su mente pero aún no descubría su raíz. Todo mientras extendía la toalla, arropándose junto con JiMin quien aceptó el contacto un tanto avergonzado, con la mirada en sus pies.

—¿Tú no eres amigo de NamJoon? Creo que te he visto con él —declaró finalmente.

—Sí, he ido a su salón varias veces —respondió TaeHyung—. Creo que te he visto antes, pero no logro recordar tu nombre.

—Min YoonGi —reveló, estrechando su mano a TaeHyung que no tardó en corresponder al apretón.

—Kim TaeHyung —se presentó el otro, mostrándole una modesta sonrisa.

—¿YoonGi? —repitió HoSeok, quien parecía haber recordado o descubierto algo de relevancia—. ¿Eres el que interpretará el piano en la muestra de este año?

El chico pálido sintió, algo cohibido con un tono rosáceo acumulándose en sus pómulos. JiMin pensó que transmitía un aura afable, plácida, quería saber más de él. De repente le gustó más la cercanía que guardaban al compartir el material carmesí con el que se cubrían del frío.

—¡Que coincidencia! —exclamó emocionado—. JiMin y yo vamos a bailar allí ¡Él tiene un solo! Por cierto, soy HoSeok.

—HoSeok —repitió YoonGi, queriendo recordar el nombre luego de secarse el rostro con uno de los extremos.

JiMin quedó gélido, atónito, el estómago se le hizo de plomo y el aire en sus pulmones de le solidificó ¿Que él iba a bailar en una muestra? ¿En un solo? ¿A qué clase de psicópata se le ocurrió algo así? ¡Él solo bailaba en su habitación a solas a las tres de la mañana pretendiendo ser una estrella mediática! ¡Nada más! El pensar en presentarse frente a toda una escuela, en solitario, hasta con un chico guapo tocando música en vivo fue más que suficiente para casi perder el conocimiento allí mismo.

—JiMin ¿estás bien? —preguntó JungKook, visualmente preocupado por la repentina palidez del nombrado—. Por cierto, yo soy JungKook.

YoonGi levantó la mano para saludarlo luego de mirar de reojo el estado del chico de regordetas mejillas, en efecto, parecía a nada de caer desmayado.

—¡Yo no sé bailar! —manifestó, sus ojos temerosos como los de un pequeño felino cerca de las fauces de un lobo.

—¿Cómo que no sabes? —interrumpió TaeHyung arrugado la nariz, cruzándose de brazos.

—JiMin, eres uno de los mejores bailarines —agregó HoSeok, entre confundido y divertido—. ¡La modestia no te queda!

—Creo que ahora sí se jodió la cabeza —comentó JungKook pretendiendo estar afligido—. Que pesar, tiene tanto talento y piensa que no.

—Propongo que lo golpeemos a ver si le reiniciamos el sistema operativo —propuso TaeHyung, provocando que los demás rieran a excepción de JiMin que se mantenía impasible, con un nudo atravesado en su garganta.

—Estoy seguro que lo haces bien, JiMin —aseguró YoonGi, dedicándole una sonrisa—. Solo ten confianza en ti mismo, si te dieron un solo, seguro no es por tener dos pies izquierdos.

¿Cómo JiMin podría explicarles que no tenía ni la más mínima idea de lo que hablaban? tragó saliva, desviando la mirada y se limitó a asentir. Tenía temor de que por hablar, dejara evidencia de que él no pertenecía del todo a ese mundo en particular.

—JiMin, creo que tu padre ya llegó por ti —enunció TaeHyung, pero, a mitad de la frase su voz tuvo un cambio, como si no fuera la suya si no más bien matices femeninos que le resultó familiar.

JiMin lo miró confundido por unos segundos, llevó la mirada hacia la carretera donde observó el auto estacionado de su progenitor. Por un momento, sintió que le daba vuelta y apretó con fuerza la toalla entre sus manos.

—S-sí, será mejor que me vaya —expresó, algo confundido y dejando caer la tela de sus hombros—. Pero, la bicicleta.

—Nosotros nos encargamos —aseguró JungKook.

JiMin agradeció, apartándose un par de pasos antes de frenar, darse la vuelta y fijar la mirada en YoonGi.

—Lo siento mucho, otra vez —dijo, juntando las manos detrás de la espalda—. Espero poder compensarlo.

—No pasa nada —insistió YoonGi, estrechando su mano hacia JiMin—. Espero verte mañana en la escuela ¿sí? No tengo muchos amigos y ustedes parecen agradables.

—¡Te invitamos a desayunar con nosotros! —dijo HoSeok, mostrándole una sonrisa amplia, genuina.

—Y-yo... Está bien —respondió JiMin, estrechando la mano de YoonGi.

En ese momento notó un rasgo que no reparó antes, que se le hizo curioso; en el cuello de YoonGi yacía una marca rojiza de unos cinco centímetros. La culpa se acumuló nuevamente en su pecho.

—¿Yo te causé eso? ¡Realmente lo-...!

—¡No te lamentes! —le regañó, provocando que JiMin gesticulara un mohín—. Es una marca de nacimiento.

—Discúlpalo —se inmiscuyó JungKook—. Vive con la ansiedad al tope, lo estamos ayudando a trabajar en ello.

YoonGi rió, un sonido afable en lugar de burlón pero el sonido fue apaciguado por el claxon de un auto.

—¡Ya me voy! —farfulló JiMin, tomando su mochila y alejándose el grupo.

Pese a eso, se detuvo en seco un par de metros a la lejanía, volteando hacia ellos para despedirse con la mano.

—Él tiene un vigor que nosotros no —murmuró YoonGi.

—Yo también lo noté —comentó TaeHyung.

—¿Creen que pueda ser...? —susurró HoSeok, estremeciéndose.

—La esperanza es lo que nos mantiene conectados a este mundo de porvenires corroídos —declaró JungKook en un hilo de voz, y una lágrima solitaria recorrió su mejilla.

Realidad Deseada | YoonMin |Donde viven las historias. Descúbrelo ahora