𖦹─ V: Diferencias

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JiMin avanzó hacia el auto de su padre con un nudo en el estómago, pensaba que lo reprendería por tardar como era de costumbre; siempre tenía mucho que hacer, no tenía tanto tiempo para él. Cosa cotidiana.

Al subir al vehículo ubicó su mochila en el asiento trasero y al tomar el lugar del copiloto encontró una visión de su padre que lo confundió, se notaba distinto e incluso su aura a totalidad cambiada. Los rostros eran iguales mas este hombre lucía ameno, amigable, llegando a parecer sereno y relajado ¿Qué le sucedió? ¿a qué se debía el cambio? Su padre siempre parecía estar cansado, enojado con la vida misma.

Tal vez era solo con JiMin, como si fuese un obstáculo, una atadura que lo enlazaba a la vida que deseaba dejar atrás.

—¿Qué tal fue tu día? —preguntó el hombre, plácido y afable—. ¿Y por qué estás mojado?

—Y-yo... Caí al agua en el parque, nada grave —explicó, cohibido y jugando con sus dedos como una forma de aliviar la tensión causada por la ansiedad—. Fuera de eso, todo estuvo bien, supongo.

El mayor de ambos lo escuchó con atención, manteniendo la mirada en la carretera pero viéndole de reojo. Elevó su mano, acercándola a JiMin; se tensó, incluso retuvo la respiración creyendo que recibiría alguna reprimenda física pero su padre solo le acarició el cabello en un gesto afectuoso.

—¿Seguro que está todo bien? ¿no te duele nada? —insistió, terminando con el contacto para sujetar la palanca de cambios—. Menos mal tu madre envió una muda de ropa, no quiero que atrapes un resfriado por el frío.

El progenitor señaló a la parte trasera del auto donde yacía un morral en el asiento. JiMin frunció las cejas extrañado, no recordaba haberlo visto cuando entró y colocó su mochila al lado ¿y desde cuándo sus padres hablaban el uno del otro sin evidenciar su desagrado mutuo? Cada que lo hacían, pronunciaban alguna palabra altisonante que el joven procuraba ignorar.

—Gra-gracias —pronunció aún confundido, intentando relajarse para disfrutar del cambio así fuera momentáneo.

Después de todo, se trataba de un sueño nada más ¿no era así?

El padre condujo por la autopista, JiMin se extrañó al notar que no tomó la intersección que los dirigía por el camino más cercano a casa. No cuestionó, solo observó en silencio... ¿era ese el momento en el que todo se tornaba en una horrible pesadilla y despertaba agitado en medio de sus sábanas? Pensar en despertar le generaba malestar, ese mundo onírico era demasiado vívido, demasiado bueno, no quería irse jamás.

El auto se detuvo pocos minutos después, JiMin miró por la ventana para ubicarse y una indescriptible alegría le invadió; ¡La heladería! En cada facción de su rostro refulgía la felicidad, cierta sorpresa, y una radiante sonrisa que no mostraba meses atrás.

—¡¿De verdad podemos comer algo?! —preguntó, casi saltando de su asiento y tomando la manilla para abrir la puerta.

—Claro que sí —respondió el padre, riendo y notándose algo anonadado por la actitud de su hijo—. Venimos siempre, JiMin ¿Te sientes bien?

El joven separó los labios para contestar pero no parecía tener una respuesta concreta para lo que sucedía, ¿cómo podía actuar con naturalidad si eran sus deseos más personales cumpliéndose de súbito?

—S-sí, estoy bien —respondió—. Es solo que mamá dice que arruina mi apetito, así que pensé que no vendríamos.

Se excusó, algo nervioso y de forma atropellada. Era algo que su madre había reprochado en el pasado, debía de ser convincente o al menos eso creyó él. Era mejor que solo quedarse callado, sin duda.

Realidad Deseada | YoonMin |Donde viven las historias. Descúbrelo ahora