1. Camino a California.

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[12 años después]

—Emma Still mueve el culo ahora mismo. —Mi hermano mayor tan cariñoso como siempre.

Hogar dulce hogar... Parece mentira que esté a punto de irme a California.

Vaya, que mal educada soy, me presento... Soy Emma. Mi vida consiste en cuatro... Tres... Dos. Dos personas y media, bueno puede que tres sumando a mi peluche; Mi madre, Anastasia, mi hermano el cual no sé aún de dónde salió si mis padres se separaron y yo era hija única antes de ése monstruo con patas... Y mi hermoso, redondo, peludo y simpático gato Ciruela.

¿Qué? Sí que adoro a mi gato, ese nombre tiene una historia que contaré en otro momento.

Un dulce olor a Donuts inunda mis abiertas fosas nasales. Mierda.

—¡ALEXANDER STILL SI NO ME DEJAS AL MENOS DOS DE ESOS DELICIOSOS DONUTS VAS A SABER LO QUE ES UN TIRACHINAS CON EL TANGA DE MAMÁ, Y EL DE ENCAJE!

Se escucha un grito de insatisfacción y sonrío. Bingo.

Me levanto de la cama de un brinco y corro hasta abrir la puerta, el pasillo estaba vacío, perfecto, impoluto, hasta que mi hermosa madre decide aparecer por la esquina con una gran cesta de ropa que sale volando al chocar con ella.

—Mamá. —Me mira enojada. —Me encantaría ayudarte pero ahí abajo me espera un desayuno enérgico muy importante para el gran viaje que haremos hoy... ¿Sabes que digo no? Bueno hasta luego.

Sigo mi camino bajando las escaleras a toda prisa, salto los dos últimos escalones y hago una entrada triunfal en la cocina.

—LOS DE CHOCOLATE SON MIOS. —Dice Alex.

—Y una mierda.

—EMMA STILL, ESA BOCA. —Regaña madre desde el piso de arriba.

Esa mujer tiene oídos hasta en el culo.

—Sé lo que estás pensando y sí hasta en el culo tengo oídos. —Se burla.

Alexander se ríe llevándose uno de esos Donuts a la boca. O no, eso no.

Me abalanzó sobre él y empezamos una guerra de empujones, tirones e intentos de mordidas de Donuts.

Entra mamá y cada uno se sienta en su lugar haciendo como que nada pasó.

—Bien. —Anuncia. —¿Qué está pasando aquí?

—Se quiere comer mis Donuts. —Decimos a unísono y nos matamos con la mirada.

—Ay Dios mío... ¿Qué haré sin mis niños tanto tiempo? —Hace un puchero.

—Estaremos bien mamá... —Dice Alex.

—Sí, te escribiremos y podemos llamarnos por Skype.

Ambos nos levantamos y fuimos a abrazar a mamá.

—Mis niños... —Se ríe. —Esos Donuts son de mamá.

Mierda. Soldado caído, repito, soldado caído.

—Menos mal que fui precavida y anoche compré panqueques. —Digo orgullosa de mi.

—¿Ah tenían nombre? —Dice Alex.

—Alex dime qué no... —Mira a todos lados y comienza a correr.

La persecución empieza por toda la casa, me tiraba lo que veía intentando frenarme, pero tantos años de práctica me hicieron tener vista de águila y velocidad de Alcón... ¿O era al revés?
Todo iba en contra cuando nos tiro un calcetín apestoso a la cara pero no iba a poder conmigo, esta vez no, me quite una de mis pantuflas de unicornio y se la lance en forma de bumerán. Le di. Cae al suelo cuando la chancla impacta con su enorme cabeza sin cerebro y sí ganamos.

Emma y sus líos.©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora