5. Maximiliano.

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Era un chico muy atractivo sin duda, pero yo no lo conocía de absolutamente nada.

—¿Y tú quién te crees para hablarme así? —Comienzo.

—¿Eh? No es a ti mocosilla, es a mi reina.

—Bebecitooo. —Comienza Didi.

Me siento un poco muy boba por lo sucedido, pero ya qué,

Maldita sea, como me gustaría tener aquí a Mr.Born para patear su trasero de imbécil, ¿quién se creía para llamarme mocosilla?

Lo fulminaba con la mirada y Didi se acercó besandolo. Comiéndole la boca más bien, no, succionandolo.

Aborten misión ya se lo comió.

Tosí, esperando a que tuvieran la decencia de parar.

¿Pararon? No.

—¿Puedes llevarme a la casa antes de comerte el filete con tu novio? —Declaro.

Ellos voltean a mirar con los labios rojos e hinchados y Ella sonríe.

—Vamos. —Confirma.

Todos fuimos cargando las maletas de cada uno, y Alexander me ayudaba con Ciruela, que hacía rato que se había cagado en la caja y echaba un peste...

Didi nos guió por el sendero del camino de la derecha que daba a la parte del bosque, donde estaba el lago, la piscina cubierta y parte de las fraternidades. La nuestra era la número 12, y era de dos pisos. Según Didi la mejor de la U. Didi sacó unas llaves y me hizo entrega de un par.

—Adelante Emmy, haz los honores.

Subimos los tres escalones en el porche de madera y miré hacía los lados, era muy acogedor, tenía una mesa de cristal con unos asientos preciosos.

Metí la llave en la cerradura nerviosa y abrí la puerta.

Dentro estaba oscuro y entré prendiendo la luz. La casa era blanca también por dentro, los muebles estaban cubiertos por sábanas. Había un plasma gigantesco. Miré la cocina y estaba en perfecto estado, siendo espaciosa.

—Emmy, sé que estarás muy emocionada con todo esto, pero arriba hay dos habitaciones, así que yo me cojo la del fondo, ambas tienen cama de matrimonio, pero el armario de la que me elegí es más grande... —Le tapé la boca.

—Esta es tu cabaña Didi, haz lo que quieras.

—Nuestra boba.

Ella me da un abrazo y sube con su novio.

Alexander deja a Ciruela en la cocina y deja la caja en el porche, lo cual le agradecí.

Ricky y Luke miraban la casa mientras Alexander me miraba.

—Me alegra que, estemos aquí. Te lo mereces.

Lo abrazo.

El me sacude la cabeza cariñosamente y los chicos llegan.

—Oh, que bellos. —Comienza Ricky.

—Cállate. —Ordeno.

—Cállame bebé.

Alexander lo fulmina con la mirada y él se gira hacía el sofá sentándose.

—Y bueno Luke .. ¿Cuál es la nuestra?

—La 16, está tres casas más adentrada que está.

Ellos asintieron y cargaron sus cosas.

—Emma, cualquier cosa, ya sabes...

Emma y sus líos.©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora