Las prácticas de los aspirantes a héroe de la clase 1-A comenzaban a parecerse poco a poco a lo que tenían en mente cuando entraron en la academia: patrullar la ciudad, ayudar al prójimo, lidiar con villanos casuales... Ya fuese de manera individual o asignados por equipos, los alumnos se desenvolvían cada vez con más destreza, muestra de que estaban progresando adecuadamente.
En aquella ocasión, quienes se estaban coordinando para reducir a un villano eran Izuku y Ochako. Debían confrontar a un ladrón del que se había empezado a hablar no hace mucho, cuyo métodos de robo estaban envueltos en el misterio, aunque nadie descartaba que debía estar relacionado con su quirk. Gracias a los esfuerzos aunados de ambos, detenerlo parecía que resultaría más que sencillo. La manipulación de la gravedad de Ochako le permitió arrojar los suficientes objetos alrededor del delincuente como para obstaculizar su avance, lo que le permitió a Izuku alcanzarlo sin dificultades para retenerlo y llevarlo frente a las autoridades con ayuda de su amiga.
—¡Tú...!—bramó el villano, fingiendo frustración.
—¡Buen trabajo, Deku!—lo halagó la chica, tal y como acostumbraba.
El muchacho le sonrió brevemente, pero no podía evitar sentirse intranquilo.
"Esto es extraño, ¿de verdad ha sido tan fácil? Es algo de lo que podría haberse ocupado la policía sin problema... ¿Hemos tenido suerte y tan solo era alguien escurridizo? Un momento... ¡Su quirk! ¡Aún no lo ha usado!", caviló Izuku para sí mismo, alarmándose al instante de cerciorarse de ese último pensamiento.
No fue para menos.
—Tú serás olvidado por todo el mundo, mocoso—masculló el mayor, ladeando una sonrisa cínica.
Estuvo a punto de cernir su diestra, que irradiaba una energía anómala, sobre la cabeza de Izuku, pero Ochako fue rauda e interceptó el movimiento, recibiéndolo ella misma. Todo ocurrió tan deprisa que el peliverde ni siquiera tuvo ocasión de ser consciente de lo que hizo su compañera por él. No obstante, una vez ella fue expuesta al quirk del villano...
No pasó nada. O al menos eso parecía. Ochako había cerrado los ojos, estremecida al momento de que aquella mano fuese apoyada sobre su cabeza, pero una vez fue retirada, no sintió ningún síntoma en particular. Era como si, simplemente, aquel hombre hubiera ejercido ese movimiento, sin más. Transcurrieron un par de segundos en sepulcral silencio, antes de que Izuku, una vez más, inmovilizase al enemigo, esta vez asegurándose de sujetar bien sus manos. La policía entonces llegó y procedió al arresto, agradeciendo al héroe en ciernes su labor. Ochako dejó escapar un suspiro por lo bajo y le sonrió de nuevo a su amigo.
—Parece que no me pasó nada... ¿Y tú? ¿Te encuentras bien, Deku?
Pero no recibió respuesta alguna. Ni siquiera se giró para mirarla. Pestañeó, desconcertada. Lo intentó de nuevo.
—¿Deku?
Nada. Era como si no estuviese ahí. Cuando Ochako quiso darse cuenta, los policías tan solo se estaban enfocando en él, quedando totalmente ausente de una escena que debía concernirla también. Tragó saliva, empezaba a sentir inquietud, planteándose si esa situación se debía al supuesto quirk del villano. No llegó a escuchar bien lo que le susurró a Deku, pero estaba segura de que algo debió murmurar. Que lo hiciera justo antes de aquel movimiento amenazante ya le parecía prueba suficiente para querer incriminarlo. Antes de que fuese llevado al coche patrulla, alzó la voz, dirigiéndose a él.
—¡Oye! ¡¿Qué me has hecho?!
No obtuvo respuesta por su parte, pero el maleante sí que se percataba de su presencia. Justo antes de que se cerrase la puerta del vehículo, tan solo clavó una pérfida mirada, directamente en sus ojos, y esbozó una sonrisa desvergonzada. Ya no tenía duda alguna, él fue el causante. Dos de los tres policías que había presentes se marcharon con el coche en dirección a comisaría, uno de ellos permaneció allí junto a Izuku. Una vez más, intentaría llamar la atención de ambos. Incluso tuvo la osadía de zarandear uno de los brazos del agente, pero fue en vano. Pasó a intentar ser percibida por algunos transeúntes, pero tampoco obtuvo resultado alguno. Ya estaba asustada.
"¿Qué está pasando...? ¿Nadie puede verme ni escucharme? No, ni siquiera pueden sentirme... Quizá solo es algo temporal... Espero..."
Resignada, respiró hondo, trató de aferrarse a ese optimismo y regresó por su cuenta a la academia, dispuesta a descansar lo que quedaba de día. Tal y como imaginaba, en lo que se cruzaba con otros compañeros de su clase, nadie notaba su presencia. Había probado a saludarlos, y no sirvió de nada. Contuvo un gruñido y se repitió en sus adentros una y otra vez que tan solo debía esperar, que se trataría de un rato o, como mucho, unas horas de soledad bastante incómoda, en lo que iba a su habitación para echar una siesta y dejar pasar parte de la tarde.
Pasaron unas dos horas hasta que despertó, tras lo cual se dispuso a ducharse, antes de vestirse para cenar con el resto de la clase. Cuando se reunió con ellos, aún seguía siendo inexistente. El efecto de lo que fuese aquel quirk era tan potente que ni siquiera nadie se extrañó porque estuviera desapareciendo sin más comida de un plato que ella misma se tuvo que servir, al no ser considerada en esos momentos como parte de la clase. En el noticiario de la televisión, se cubrió la experiencia que Izuku y ella tuvieron esa tarde con aquel extraño villano. Se aseguró de escuchar con atención, teniendo la esperanza de que indagaran en su quirk.
—Hoy por fin ha sido detenido, gracias a la intervención de un estudiante del primer curso de la Academia Yuuei, el ladrón escurridizo que desde hacía varios días estuvo robando fácilmente varias carteras y pertenencias de gran valor. Su nombre es Kaito Arima, y su método de robo consistía en el uso de su quirk, con el que por propia voluntad es capaz de omitir por completo la presencia de las personas a las que toque con su mano durante el tiempo que estime oportuno. Tras haber confesado, aseguró que deshizo el efecto en todas sus víctimas, pero su sentencia aún está pendiente de formalizarse—explicó la presentadora, mientras se ponía en escena una grabación de la llegada del ladrón a comisaría.
Ochako, convencida de que su pesadilla por fin había terminado, se giró como si nada hacia Mina, que estaba justo a su lado, queriendo sacarle conversación.
—¡Menudo susto he pasado! ¡Creí que esto iba a durar mucho más! Yo estaba con Deku en...
Se interrumpió a sí misma, desconcertada, porque a pesar de todo, el resto seguía haciéndole caso omiso. El efecto del quirk seguía presente en ella, y reparó entonces en que la noticia alegaba que la intervención fue únicamente por parte de Izuku. De ser así, ella era la única persona sobre la cual Kaito Arima no había deshecho la consecuencia de su particularidad. Estaba al borde de la desesperación, temiendo que esa situación fuese permanente y la que era conocida como Ochako Uraraka cayese por completo en el olvido. Impulsada por la ansiedad, exclamó con fuerza, al borde del llanto.
—¡Por favor, que alguien me hable! ¡Ya no aguanto más esto!
Creía que no iba a servir de nada, pero, para su sorpresa, alguien contestó a su ruego, alzándole la voz de la misma manera.
—¡No grites en la mesa, cara redonda! ¡¿Qué te pasa?!
Al margen de la hilarante ironía porque le reclamase aquello mientras gritaba también, Ochako llevó de inmediato su mirada hacia él, como si un ángel hubiese venido a ampararla, mientras que el resto lo encaró con perplejidad, incapaces de comprender por qué su compañero bramó aquello sin razón aparente. De igual manera que, por algún motivo que Ochako no lograba entender, Katsuki Bakugo era el único de entre todos los presentes que era consciente de que ella estaba allí.
Pero no necesitaba nada más en ese momento.
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A través de ti (Katsuki Bakugo x Ochaco Uraraka)
Любовные романыDurante el enfrentamiento contra un villano, Ochako fue víctima de un quirk que, en primera instancia, no pareció haberle afectado en lo absoluto, pero no tardaría en descubrir que, de repente, había dejado de existir para todo el mundo. Para todo e...