Después de conocer a aquella chica en tales circunstancias, no podía sacarla de su cabeza.
Lentamente sin darse cuenta se enamoro de ella, de aquella chica más fría que el invierno en diciembre. Pará su suerte, a él le encantaba el invierno.
Era dem...
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EL PRIMER DÍA de Sun-Oh en la escuela comenzaba con una mañana tranquila en el clima otoñal.
Cómo siempre, al entrar por las puertas recibía murmullos de varias personas alrededor, para el eso parecía ser normal.
Camino por los pasillos y subió las escaleras. Mientras subía escalón por escalón logró mirar a aquella dama de nuevo, justo frente a él un, solo un escalón más arriba.
El se quedó unos tantos segundos mirándola, sonrió pero su sorpresa fue cuando pasó desapercibida ante el, no lo reconoció?
Había posibilidades de que no lo haya hecho, después de todo solo era un extraño que se había encontrado en la calle.
Prosiguió con su camino por las escaleras hasta llegar al quinto piso, donde comenzaría su primer día.
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-Por lo tanto, el coeficiente numérico debe estar en el lado derecho de la operación —Habló el profesor frente a su clase—
-Ahhh! —Se quejo su mejor amiga chocando su cabeza contra la mesa del mesa banco repetidas veces—No entiendo nada! Métanse su coeficiente por el-
-Ya callate Ming-Bae —Dijo la pelinegra tratando de prestar atención, la castaña reniego una vez más y se dispuso nuevamente a anotar toda clase de números apuntados en el pizarrón en su libreta, no formando nada más que un laberinto de garabatos—
El timbre sonó dando a entender que la clase acabó, la castaña felizmente cerró su cuaderno con rapidez metiéndolo en su mochila.
Se levantó de su asiento emocionada dando brinquitos mientras esperaba a su mejor amiga.
Ella dispuesta a esperarla, impacientemente tomó sus cuadernos y también los metió en su mochila apresurándola a salir del aula con brusquedad.
-Ming-Bae no corras —Susurró la pelinegra tratando de acortar la velocidad, sin embargo la castaña hambrienta no le dio importancia a sus quejas y siguió con su trayecto hacia la cafetería, con su amiga siendo arrastrada detrás de ella—
Ambas llegaron a la cafetería y pidieron el almuerzo como siempre solían hacerlo, el aroma a comida abundaba en todo el lugar, el vapor que sobresalía de los platos del desayuno caliente hacia que al menos pudieran olvidarse del frío infernal por tan sólo poco tiempo.
Tras llegar su turno en la fila, ambas amigas tomaron su bandeja y caminaron por la cafetería en busca de una mesa.
La pelinegra pudo divisar una al fondo que parecía estar en completa soledad así que se aproximó a ella con la comida en mano.
