Un esperado reencuentro y el enfrentamiento con la muerte

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Había pasado un año y yo tenía una vida totalmente diferente, tranquila, estable y organizada, sin sobresaltos ni altibajos, rodeada del amor de mi familia y refugiada en mi trabajo, cuidando y perfeccionando cada detalle de mi arte, no dejando tiempo a divagaciones en mi mente y entregándome por entero a mi presente, sin esperar ya más nada de la vida ni del futuro, pero ella misma me tenía preparada una sorpresa muy ingrata que me recordaría que no era dueño de mi destino.

Con la señora. Amanda fuimos invitadas a una celebración organizada por el Museo Nacional, en el marco del cierre de la temporada de exposiciones anuales, aquella era una cena de gala a la que asistirían los más grandes exponentes del arte visual del país en compañía de algunas personalidades invitadas desde el exterior, en lo particular no me encontraba de ánimo para asistir a ningún evento social, sin embargo a raíz del gran éxito conseguido en mis exposiciones, sería visto como un gran desaire estar ausente de tan magna actividad, por lo cual tuve que mandar a diseñar un vestido especialmente para la ocasión, pues estarían invitados todos los medios de comunicación y de veía lucir espléndida. Ya hacía algunos meses que Raúl debía haber terminado su pasantía en París, pero seguramente ahora tenía otros proyectos en mente en compañía de su novia, de

seguro que sí era convocado a la cena desestimaría la invitación ya que sabría de antemano que yo asistiría y querría evitarse el bochorno

Aquella noche no llevaba un vestido muy elegante, que resaltaba mi figura estilizada y también la belleza de mi rostro, según los presentes en la velada me veía sencillamente espectacular, toda la atención estaba centrada en mí, por el hecho de ser la figura destacada del último tiempo.

Me encontraba ocupada atendiendo a la prensa en el salón de conferencias, cuando de pronto a lo lejos en el portal de divisé una figura masculina, esbelta, de rostro grácil, sonrisa calidad y rubios cabellos, que se deslizaba por entre la gente y en dirección hacia mí: Sentía como la sangre se iba a ausentando de mi rostro, mi cuerpo se volvió de piedra y un hondo escalofrío recorría todo mi ser, en mi mente reinaba un desierto de pensamientos y mi corazón se rehusaba admitir lo que mis ojos veían; Era él, el mismísimo Raúl, que me cautivaba con su mirada profunda y seductora. Un periodista al notar que no me sentía bien, me pregunto discretamente.

-¿Señorita Esperanza, prefiere usted que posterguemos la conferencia?- esa amable propuesta representó un gran alivio para mí, porque muy agradecida contesté.

-Si fuera posible se los agradecería mucho- me dirigí apresuradamente hacia dónde se encontraba mi maestra, estaba dispuesta sí era necesario a salir huyendo de aquel lugar

¡Como era posible que tuviera la desfachatez de presentarse en esa cena, sabiendo de mi presencia allí y después de haberme dejado ilusionada esperando que cumpliera su promesa! Estaba a punto de reunirme con la señora. Amanda, cuando sentí que una mano firme pero muy delicada me tomaba de un brazo, me volví a ver quién era mi captor, entonces nuestras miradas se cruzaron y yo me quedé estupefacta, mientras Raúl me decía.

-Por favor no huyas de mí- yo seguía perpleja a raíz de la impresión, y titubeante dije.

-No estoy huyendo de ti ni de nadie, eso lo que tengo prisa- parecía que mi corazón e iba a escapar de mi pecho, pero trataba sin éxito dos de mantener la calma, cosa que él advertía perfectamente.

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