Juego de Roles

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No me lo esperaba, una persona normal no va por la vida tomando el mentón de un desconocido para que lo mirara a los ojos, pero todo comenzó esa mañana cuando el nuevo gerente de la empresa se asomaba por los cubículos de la editorial para conocer a sus trabajadores.

Jean Kirstein, alto, con traje pulcramente limpio y hasta su barba era de una persona importante.

"Chicos, este es el Sr. Kirstein, el nuevo gerente de la editorial"

Estaba tan ocupada en ese momento que las presentaciones estaban de más, teníamos fecha limite para entregar el nuevo ejemplar del Sr. Arlert "Del mar al espacio", el tomo de ciencia ficción más esperado por los seguidores del doctor en física y amigo personal.

"Al parecer no todos conocen los modales"

"Señor, disculpe, Ackerman es nuestra empleada más destacada, gracias a ella hemos sacado los premios la literatura de cuatro consecutivos"

Mi mirada estaba fija en la pantalla, solo había escuchado unos pasos cerca mientras terminaba de revisar el último manuscrito cuando de un momento sentí una mano cálida y grande tomar mi mentón para hacerme girar el rostro a un lado.

Me encontré con unos ojos color miel claro hipnotizantes, se grabaron en mis ojos grises con ganas de seguir mirándolo, pero a la vez, quería golpearlo por tal falta de respeto.

"Señor Kirstein"

"Señorita Ackerman, un gusto conocerla"

"Lo mismo digo, aunque no quiero sonar mal educada y tampoco quiero perder mi trabajo, solo que lo puedo demandar por lo que acaba de hacer"

Una sonrisa ladina apareció en su rostro antes de sacar su mano de mi quijada.

"Mi culpa, disculpe, solo que quería un saludo"

¿Quién se creía?

Pero eso no fue todo, como ya había mencionado, eso solo fue el comienzo.

Los días comenzaron a pasar, el trabajo se comenzó a acumular entre los libros y revistas que teníamos en nuestra tutela para ser publicados y las reuniones con él se hicieron más frecuentes.

Su cabello levemente más largo que el normal de los hombres, la expresión seria que tenía en todas las reuniones, cuando no ocupaba el vestón y se arremangaba las mangas de la camisa, cuando utilizaba los lentes para leer los reportes, cuando me lo encontraba en el ascensor o por cosas de la vida nos topábamos en la salida de la oficina. Su voz cautivante, la amabilidad con la que trataba a sus empleados, todo, realmente todo comenzó a llamarme la atención. Sin embargo, yo tampoco pasaba desapercibida para él.

"Ackerman, debería ocupar el cabello suelto, en cualquier momento le dará una neuralgia con ese rodete tan apretado"

"¿Y cuándo terminó el reporte? Esto es para el próximo mes, no debería exigirse tanto"

"Hoy está de mejor humor, Ackerman"

"¿Ensalada? No necesita dieta, usted se ve saludable"

Eran comentarios amistosos, pero poco a poco comenzaron a subir de tono, entre los dos, la lucha entre la ética y los halagos con doble sentido se hicieron constantes.

"Lindos pantalones"

"¿De verdad? Creo que me quedan algo apretados"

"Para nada, se ven increíbles en usted"

"Ojalá y mi pareja diga lo mismo"

"¿Tiene pareja?"

"Sí, un oficinista, pasa el día trabajando ¿Y usted, sr. Kirstein?"

JEANKASA SMUTWEEKDonde viven las historias. Descúbrelo ahora