Después del sexo

1.7K 67 22
                                    




-¡Mami! ¡La puerta! -Pequeños golpecitos se sentían afuera de nuestra habitación.

Sentí a Jean removerse entre mis brazos y en la cama en general.

Los rayos de sol apenas comenzaban a hacer acto de presencia. Abrí los ojos poco a poco cuando Jean se paro de la cama.

-Enseguida amor, espera. -Su voz ronca pero amable al tratar a la menor de nuestras hijas era algo encantador.

Me estiré en la cama antes de moverme por igual, Jean se giró para mirarme con una sonrisa antes de acercarme la ropa interior y el pijama.

Ambos estábamos como nuestros padres nos habían traído al mundo, la noche anterior luego de hacer dormir a la misma pequeña Louise nos habíamos desatado en la habitación, colocando pestillo y revisando más de dos veces para que este estuviera en su lugar. Estábamos solo con ella, ya que Juliette y Joel estaban de visita en casa Armin y Annie. Louise no podía ir por el pequeño resfriado que tenía, una niña de cinco años resfriada solo era un punto de contagió masivo para los adultos, así que preferimos aguantarnos las pataletas y su dramatismo que la vida era cruel antes que empeorara o enfermara a los chicos junto a Albert o la pequeña Arriane de solo meses de vida.

Nos vestimos rápidamente, al ser Jean más rápido que yo, avanzó hasta la puerta para sacarle el pestiño y abrirla con cuidado, pero antes que ese pequeño torbellino entrara a la habitación a subirse a nuestra cama, su padre la tomó en brazos para girar con ella.

-¡Te atrapé! ¿A dónde ibas? La cocina está para el otro lado mi princesa -Dijo Jean antes de acomodarla en su hombro y sacarla de la habitación.

Solo eran risas, la voz de nuestra pequeña por toda la casa camino a la cocina.

La vida con Jean Kirstein me había cambiado casi a un 100%

Éramos muy felices, algo que jamás pensábamos que iba a pasar.

Luego que nos cambiáramos al departamento en la zona acomodada de la ciudad, llegó el matrimonio, llegó nuestro pequeño Joel, nuestra Juliette y la última, nuestra Louise, con nuestra última pequeña, nos habíamos cambiado a una casa más grande, ya que cada uno de mis hijos necesitaba su espacio y con el trabajo de Jean y el reconocimiento que teníamos por ser veteranos de guerra, podíamos permitirnos algo mejor y grande.

Ahora vivíamos en una zona residencial cerca de la colina. La isla se había modernizado muchísimo en tan poco tiempo, el tren llegaba a cada ciudad y pueblo de toda la isla, aeropuerto, puerto comercial y pesquero, fabricas de producción de alimentos, instituciones académicas, prensa de toda índole, ganadería, agricultura, tecnologías nuevas, todo comenzaba a avanzar muy rápido mientras que nosotros estábamos disfrutando de nuestras vidas lejos de todo problema, por primera vez.

Si bien, aún teníamos pesadillas, aún teníamos batallas con nuestros demonios internos, la nostalgia golpeaba en momentos inoportunos, eran pequeños detalles que ya estábamos controlando de mejor manera, luego de tantos años.

-¿Hoy puedo ir donde el tío Armin? -Preguntó nuestra hija aceptando el tazón de leche recién calentada por su padre mientras yo recién iba entrando a la cocina.

Me acerqué a mi pequeña copia para tocarle la frente con total cariño.

-No tienes fiebre ¿Cómo te sientes? ¿Aún duele el pecho? -Comenté pasando una de mis manos por su pequeña espalda para sentir apenas como respiraba al llenar sus pulmones de aire.

-Bien, ni mocos tengo. -Dijo mirándome con el bigote de leche marcado al estar bebiendo del tazón.

-No creo que sea buena idea que va-...

JEANKASA SMUTWEEKDonde viven las historias. Descúbrelo ahora