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A Bowie,

Si esta carta llega a tus manos, es porque me has encontrado. Te escribo esto mientras escucho esa vieja canción que no conocías, pero que adoraste en cuanto te la canté. Bowie, lamento que esto sea una trágica sorpresa para ti. Sé que siempre mostré grandes signos de no querer la vida que me había tocado, pero mis palabras nunca apuntaron a que quería irme de ella. La verdad es que tengo esta clase de pensamientos desde los doce años. Siento no habértelo dicho nunca. Sé que, de saberlo, me habrías ayudado. Pero, es solo que yo no quería salvarme, Bowie. Desde que tengo uso de razón, he sido una causa perdida.

Bowie, Bowie, Bowie. Perdóname por dejarte así, por favor.

Mi amistad contigo fue una de las cosas más maravillosas que me sucedió en esta vida. Fuiste el mejor amigo que pude tener. Por favor, no te culpes por mi decisión. Tú fuiste una de las más grandes razones por las que me levantaba cada mañana. Sé que, con el tiempo, me entenderás. A veces la tristeza es mucha, Bowie, tanta que no cabe en el cuerpo.

Gracias por los once años de amistad más sinceros y puros que tuve. Si ese día, en la escuela primaria, durante el corto receso que apenas nos alcanzaba para estirar los pies, no te me hubieses acercado, yo nunca te habría conocido. Era demasiado tímido como para hablarte por mi cuenta. Gracias por haberme entendido, Bowie, porque nadie más que tú pudo comprender mi soledad, mi mal hábito de callar y mi eterno apego por la literatura. Bowie, gracias por seguirme hasta Francia. Porque nos quedamos en una habitación de seis metros cuadrados y dormimos en una cama de media plaza juntos, apretados, durante dos largos años, pero tú nunca me odiaste. Gracias por seguirme a la deriva, sin tener yo nada más que un pequeño don para escribir y tú, una gran habilidad para aprender idiomas.

Bowie, nunca te pregunté por qué Bowie. Realmente me gusta, pero, ¿por qué? Haechan nunca fue un mal nombre, Donghyuck tampoco. Tengo una teoría. He pensado que te gusta mostrar una parte diferente de ti en cada lugar al que vas, por eso cambias la forma en la que eres llamado. Es tu manera de empezar de nuevo.

Bowie, si esta carta está contigo, es también porque necesito contarte algo. Dos noches atrás, fui a ver a mi abogado. Te he nombrado mi albacea. Nadie como tú podría comprender mis complejos literarios. Nadie más que tú sabe que vivía para escribir y que, de la misma manera, estoy muriendo. Lo dejo todo en tus manos, las novelas de amor, las de terror, los poemas, hasta el más pequeño soneto que escribí. Dejo cada época de mi vida para que hagas con ellas lo que quieras. Bowie, quédate con ese dinero, por favor. Tú, más que nadie en este mundo, mereces tener una vida cómoda y tranquila.

Además de esta, sé que encontraste otras cartas en la mesa. Hay una para mi madre, una para mi padre, una para mi hermana y otra para Joohyun. La última carta, la que solo tiene una dirección escrita, es para alguien que nunca te presenté. Ahora, cuando sé que el mundo se me acaba, es que puedo hablar con libertad sobre esta persona. Es un hombre, Bowie. Se llama Lee Jeno. Búscalo, por favor, y dile que me he ido. ¿Recuerdas Flores amarillas? El libro que escribí y que nunca quise publicar, el que menos tiempo me tomó hacer. La felicidad del chico triste de ahí es la felicidad que yo tuve con Jeno hace cuatro años. Sé que me entiendes.

Bowie, me tengo que ir ahora.

Te amo, amigo. 

Jaemin

THE LETTERS (Nomin)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora