Otro día conociendo personas nuevas. Parece broma y difícil de creer, pero te encuentras con cada artista. Y todo es normalizado en esta escuela, nadie tiene dudas, nadie cuestiona nada, todos viven su mundo. En parte me ayuda, así nadie se da cuenta de lo que soy.
Después de que el profesor Moreno firmara mi hoja, fui a sentarme detrás de un chico que al parecer, era pariente de las escobas. Su cabello desordenado y tieso me hizo arrugar el entrecejo.
"¿Sabrá que su cabello lo hace ver como una escoba?" Pensé mirándolo fijamente. Inmediatamente una punzada en la cabeza me hizo arrugar todo el rostro y agarrarme esa zona con ambas manos. Me reprendí por no haber protegido mis pensamientos y haberlas dejado al descubierto. Levanté la cabeza y el chico me miraba enfurecido.
"Ups" atiné a decir encogiendo los hombros sin dejar de mirarlo. Me desvió la mirada, yo también lo hice y miré la puerta; una chica que no había visto en estos días se disponía a entrar. Pasó junto al ventilador y el chico con el cabello tieso se tapó la nariz y la boca, la pobre chica cambió toda su alegre expresión, incluso sin disimularlo se olfateó un poco.
"Estúpido, la hiciste sentir mal" Pensé mirando al sujeto fijamente esperando que el cabello se le incendiara. Él giró suavemente la cabeza para poder mirarme, pero su cara me demostraba que no sabía que era lo que estaba pasando.
"¿Porque no puedo leer la mente de ninguna de estas dos chicas?" Pensó él.
Me reí. Era un vampiro tonto. No podía leer mi mente al menos que yo lo permitiera y eso no sucedería, no me pillaría con la guardia baja.
Sentí a alguien jugar con mi cabello, giré un poco y vi a un chico rubio mirándome coqueto.
—Lo siento, es solo que aquí no vemos a las chicas con el cabello así —explicó con una sonrisa.
Sonreí de lado. —Ya lo tengo que retocar, se ve mal —respondí moviendo mi cabello.
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Se quedó mirándome varios segundos y luego habló. —Soy Mike.
—Adhara —dije y le guiñé un ojo inocente. Me di vuelta siguiendo la clase que estaba a punto de comenzar.
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La clase transcurrió monótonamente. Tuve que cerrar mi mente por completo, los pensamientos del vampiro y de la humana me tenían abrumada; también había sentido todo y los odié por ello.
¿No se supone que por ser un vampiro viejo debe ser maduro y tener control? ¿Qué edad tiene, cinco? Bah. Estúpido y mil veces estúpido.
Tocaron el timbre y todos salieron, esperé que caminaran en manada al comedor y a una distancia considerable los seguí. No tenía mucha hambre pero debía hacer lo que todo humano hacía en la escuela para pasar desapercibida. No era momento de llamar la atención, ya lo había hecho con los vampiricos.
Hice la fila eterna por un poco de comida. —¿Qué quiero comer? —pregunté en voz baja mirando todo al llegar mi turno.
Tomé dos rebanadas de pizza, papas fritas, una ensalada de frutas, una soda y una botella de agua. Después de pagar me giré en busca de una mesa, Mike me hizo señas para ir con él y sus amigos pero hice que no lo vi. Me fui a una mesa sola.
¡Mierda! Estoy justo al lado de los vampiruchos. Sentí varias miradas puestas en mi de esa mesa.
Tocaron mi cabello y giré bruscamente. No otra vez, ¿por qué lo hacen?
—Nunca había visto esto y menos en una mujer —se burló. Era la misma idiota de la clase de gimnasia, lo que me faltaba.
A lo lejos escuché el gruñido de Emmett, reí bajito y le respondí a la chica: —Estamos en un nuevo siglo, ¡bienvenida, también hay unicornios oscuros y arcoiris color punk! —exclamé aplaudiendo. Estaba colmando mi paciencia.
Me miró con asco y se fue a su mesa, escuché las risas de la mesa de los vampiros, unas muy diminutas y sofisticadas. A los segundos, una charola a mi lado llamó mi atención. Fui subiendo la mirada y se trataba de la chica nueva de la clase anterior, la chica que al parecer, tenía mal olor.
—Soy Bella, te...¿te molesta si me siento contigo? —preguntó y rascó su cabeza nerviosa.
Negué. —Adelante Bella, soy Adhara.
—Me... Me gusta, es lindo.
Ay me da diabetes su forma de ser.
—Me gustó lo que le dijiste a Jessica, se lo merecía por ser como es... —comentó tomando el cubierto de su bandeja con la intención de comer algo de lo había elegido.
—Lo sé, mundanas como ella son seres podridos en envidia y celos; tienen un pase V.I.P al purgatorio o incluso peor, a la sección de tortura en el infierno, pero créeme que su aura es negra y espesa —le dije y metí una papa a mi boca. A lo lejos me miraban los muchachos de la mesa vampirica, les di una mirada rápida y Jasper me miraba fijamente como la primera vez. No sé qué intentaba conseguir con eso, pero su silencio físico como mental me perturbaba.
Dejé de comer y miré a Bella en shock, me había explayado demasiado. Bella me miraba impactada, creo que me excedí un poco... como dije anteriormente, dejé que mi lengua expresara libre algunas verdades. Mal hecho.
—Es cierto, me gusta como piensas, tu manera de hablar... incluso se diría que es de otra época.
Me puse un poco nerviosa, sentí la mirada del pariente de las escobas sobre mi más que las otras miradas. Él quería información, le molestaba no entender o al menos escucharnos.
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Se dio cuenta que le devolvía la misma mirada y desvió la suya frustrado.
—Si, ahm... es por mi familia, mi padre es muy anticuado y... puff... tú sabes, uno crece con esos pensamientos e ideales arcaicos —giré los ojos como si no fuese gran cosa.
Ella solo asintió creyendo entenderme. Pero la verdad es que a ella le faltaba mucho por entender, simplemente estaba en la punta del iceberg. Aún no se sumergía a verlo detenidamente y asustarse de todo lo que estaba por venir. Sobretodo a ella porque ese vampiro no la iba a dejar en paz desde ahora.
