Capítulo 26

437 41 47
                                    


Kassia

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Kassia

Cuando Ulises despertó, su madre fue la primera en saber la noticia y no dudó en quedarse al lado de su hijo. Mientras tanto, mamá me ha obligado a volver a casa y seguir con nuestras vidas mientras intento convencer a André de no dejar el equipo, aunque es inutil, ya todos lo saben, al parecer inventó un rumor de que se ha enfermado y está desarrollando cambios en él, pero hasta Savannah le ha dicho que descanse, para no llegar al caso de abandonar el equipo a estas alturas, mentiroso.

Han pasado dos días desde que Ulises despertó y no he sabido más de él desde ese entonces, gruño al sentir un dolor agudo en mi estómago y me remuevo en la cama escuchando la voz de mi hermana hablando con mamá, ha venido a quedarse estos días ya que extrañaba a todos. Busco los auriculares en mi mesita de noche y al encontrarlos los conecto a mi teléfono para reproducir "Pump It" a todo volumen, mi pie se mueve de atrás hacia delante y dejo de pensar en todo lo que me rodea para que la letra me haga volar. Cierro los ojos y carraspeo mi garganta al sentir otra vez el sabor asqueroso que últimamente no me ha dejado ni dormir, hasta que el dolor en mi estómago se intensifica y empiezo a retorcerme.

Chillo sentándome en la cama fregando mi estómago, pero el dolor que parecía guardarse allí dentro vuelve a convertirse en líquido que quiere salir por mi boca. Aparto con rapidez los auriculares y corro hasta el baño para caer de rodillas, y vomitar dentro del retrete. No lo entiendo, no he comido nada, pero siento cómo si hubiera comida un elefante entero, cierro los ojos y sostengo mi cabeza con ambas manos, la mentira de André me debe estar afectando a mi.

—Kassia... —Georgiana me mira al subir la escalera y me apresuro en tirar la cadena y ponerme de pie, no cerré la puerta al entrar así que acomodo mi cabello mientras limpio mi boca con agua y dentrífico—. ¿Qué tienes? ¿Estás enferma?

—No, tranquila —paso por su lado, pero ella sostiene mi muñeca, la mira y frunzo el ceño cuando baja la vista hasta...—, ¿¡Oye, qué me tocas!? —me quedo al sentir su mano libre sobre mis pechos.

—Te estoy revisando —dice, pero me suelto.

—¿Que se supone que sepas tocándome las tetas?

—Kassia —me detiene otra vez—, ¿hace cuánto tienes esto?

—Solo unos días, es por los nervios, ya se me pasará.

—No es cierto —se cruza de brazos y me clava la mirada.

—¿Qué?

Georgiana entrecierra los ojos y me mira mal. —¿Cuándo fue tu último periodo?

—Pero ¿Qué dices? Estás... —ahora entiendo todo—. Por eso tu toqueteo, ¡Definitivamente estás loca!

—¿A sí? Que yo sepa, tú no eres inocente y si en verdad estás... —calla antes de decir la palabra que podría escuchar nuestra madre y baja la voz—. Debes hacerte la prueba.

Ultravioleta © ✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora