- 9.

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ROSS

Estaba muy entretenido viendo un partido de Hockey sobre hielo, sentado en el sofá de la sala con las piernas cruzadas y los pies en la mesa central, hasta que oigo a mamá llamándome desde la cocina, otra vez.

—Ross, ¿Puedes venir un segundo?

Bajé un poco el volumen del televisor y me levanté. Fui hacia la cocina donde se encontraba ella preparando la cena y sí que olía bien, mi estómago rugió cuando aquel delicioso aroma ingresó por mis fosas nasales. Sonreí leve.

—¿Qué ocurre mamá? —De un salto me senté sobre la encimera.

—¿Me ayudas con la salsa? Se me acaba el tiempo y Rydel no tarda en llegar —Explicó un poco desesperada mientras echaba los fideos dentro de la olla.

No respondí, puse manos a la obra. Seguí sus indicaciones y en cuestión de minutos había terminado. Mamá me agradeció por ayudarle y como si fuera un niño de cinco años me regaló un chocolate. Sonreí. Era un chocolate, ¿cómo no estar feliz?

Regresé a mi habitación queriendo darme un baño. Lo estaba necesitando. Después de haberme vestido, me acosté con los auriculares puestos y cerré los ojos.

—¡Tío Ross! —Gritó alguien detrás de la puerta y giré la cabeza.

Recordé que Rydel vendría a cenar entonces no había duda de que se trataba de mi pequeña sobrina. Mientras regresaba mi atención al techo de a poco sentí como la puerta se abría y en cuestión de segundos bajé la mirada y estaba ella, Keyla, sentada sobre mis piernas con una enorme sonrisa.

Me recuerda muchísimo a mi hermana en su infancia y lo insoportable que era conmigo siendo un bebé. Solía cargarme sin el permiso de mamá porque sabía que no tenía la fuerza suficiente pero ella me quería tener en brazos a toda costa y me llenaba de besos. Me trataba como uno más de sus bebés de juguete.

—¿Qué haces aquí pequeña? —Acomodé mis manos debajo de mi nuca.

—Estaba buscándote porque me aburría —Hizo su labio inferior hacia afuera y me reí. De todas las personas que conozco ella es la única que puede hacerme reír—. ¡Tío, juguemos a las cartas! —Dio pequeños saltos y sacó de su bolso rosado un mazo de cartas de Barbie.

—Está bien. Pero cuando tu abuela nos llame para cenar vamos enseguida ¿De acuerdo? —La senté en la cama frente a mí. Asintió rápidamente con la cabeza y sonrió emocionada.

Así fue como pasamos el resto de los minutos, jugamos y reímos hasta que nos llamaron para cenar. Bajé con Keyla en brazos y saludé a Rydel y Ellington.

—Qué hay viejo —Saludó Ellington y chocamos puños.

—Hola Ross —Rydel como siempre tan sonriente me abrazó.

—¡Ay no saben lo que les tengo que contar! —Habló Riker con actitud chismosa mientras caminaba hacia nosotros y me miraba con una sonrisa traviesa. Le faltan los ruleros y es toda una señora.

Ay no.

—¿Qué? ¿Algo interesante? ¡Yo quiero saber! —Gritó Rocky. 

Es de no creer. Uno peor que el otro.
Rocky aparece dando zancadas como si su vida dependiera de la tontería que Riker estaba por decir.

—Cuando fui por Ross al mercado lo vi hablando con una chica —Es increíble la facilidad que tiene para malinterpretar las cosas. Levantó las cejas.

—¿De verdad? —Todas las miradas están sobre mí. Me quiero morir.

—Si, pero sólo me disculpaba con ella porque la llevé por delante —Me defendí queriendo matar a mi hermano y me fui a la cocina. 

—¿Era linda? —Preguntó nada más y nada menos que Rocky.

—Rocky, estás por casarte —Lo miré y este alzó las cejas.

—Pregunto por curiosidad —Hizo una mueca.

—A todo esto, ¿cuándo llegan las chicas? —Preguntó Rydel llevándose un pedazo de pan a la boca y le agradecí mentalmente por haber cambiado de tema.

—El jueves —Respondió Riker sentándose a mi lado. Lo ignoré—. Oye Ross, que tal si nos cuentas sobre la ch... —Lo interrumpí.

—¡Basta con eso! Ni siquiera sé su nombre y me estás molestando —Me quejé, pensando cómo llevaría a cabo la paliza que le daría en cualquier momento.

—Está bien, perdón. Sabes que bromeo —Apoyó un brazo sobre mi hombro y lo maté con la mirada—. No me mires así.

—¿Y qué quieres que te aplauda? —Me reí en mis adentros por la cara que puso.

—Bueno, dejen de pelear que la comida está lista —Interfirió mamá y colocó una enorme olla de Spaghettis en el centro de la mesa.

Always | Ross Lynch [En edición]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora