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TAYLOR

Faltaban menos de diez minutos para que el reloj diera las 4:00 y todavía estaba encerrada en mi habitación escogiendo un atuendo cómodo pero no tan simple, ¿Por qué? Digamos que, además de salir con Rydel, también lo haré con Ross quien me llamó hace un par de horas y me invitó a un café. No esperaba que sucediera tan rápido, sin embargo, él me agradaba y tenía curiosidad por conocerlo.

En cuanto al atuendo, elegí una blusa gris con un estampado que decía good vibes y de abrigo una campera de cuero negra. Por último, pantalón negro y zapatillas blancas. Dejé mi cabello suelto y bajé las escaleras mientras echaba fragancia en mi cuello. Agarré mi bolso con la intención de irme de una vez, pero sabía que no podía ir caminando porque llegaría demasiado tarde, entonces fui por un taxi. Esperé unos dos minutos hasta que finalmente un auto color amarillo y negro estacionó en la esquina donde yo estaba. Corrí hacia él lo más rápido posible y me subí en la parte trasera.

Estaba impaciente.

No quería dejar a Rydel esperando y mucho menos estando acompañada por Keyla. Al menos mi casa no estaba tan lejos de la cafetería, pero había muchas posibilidades de que me retrasara y llegara tarde aunque fuera en auto. Por suerte, Littleton era una ciudad tranquila.

—Quédese con el cambio —Le dije al taxista una vez que habíamos llegado y al segundo de pronunciar cuyas palabras me bajé del auto e ingresé al local. 

El viento hizo que me despeinara pero no me importó, si lo arreglaba sería en vano porque seguiría corriendo hasta quién sabe cuándo. Busqué a Rydel con la mirada, era más fácil encontrarla que a Keyla. Fueron más de dos minutos los que me quedé quieta, mirando con atención a los clientes, hasta que a lo lejos la vi. Era Rydel. Estaba sentada en una mesa junto al enorme ventanal que brindaba una gran vista hacia la calle.

Me acerqué y saludé amablemente.

—Hola —Sonreí—. Disculpa la demora —Mientras me sentaba, ojeé la hora en mi celular, 4:10 p.m.

No me quejo, pudo haber sido peor. 

—Hola Taylor —Respondió Rydel, sonriéndome—. Descuida. Nosotras también nos demoramos un poco. Resulta que llegaron mis cuñadas desde Los Ángeles y bueno, festejamos su llegada en familia —Explicó.

—¡Taylor, llegaste! —Gritó Keyla corriendo hacia mí con los brazos extendidos, dándome a entender que quería un abrazo. Me fue imposible no sonreír al verla. Ni siquiera se había hecho un día de que nos conocíamos y la quería como la hermana que nunca tuve.

—Hola pequeña —Sonreí sobre su hombro—. ¿Cómo estás?

—Espléndida —Se sentó en la silla junto a su mamá—. Me alegra verte, creí que no vendrías.

—Sí, estuve haciendo un par de cosas y se me fue la hora —Confesé avergonzada.

—Es normal estando de vacaciones —Habló Rydel mientras reía—. Tay, ¿Qué te parece si mientras esperamos a que nos atiendan conversamos un poco? —Preguntó y colocó ambos brazos sobre la mesa.

—Es una gran idea —Respondí sonriendo.

—Entonces, yo iré a jugar por allá —Keyla señaló con su pequeño dedo índice una habitación en la que habían un montón de niños jugando y corriendo para todos lados.

—Está bien, con cuidado —Dijo Rydel tocando su sedosa cabellera rubia.

Su pequeña clon sonrió y al segundo se fue corriendo junto con otra niña que la esperaba en la puerta. Entonces, Rydel me miró y empezamos a hablar. 

Estuvimos hablando durante una hora entera en la que conocimos un montón una de la otra y nos dimos cuenta que teníamos varias en común como por ejemplo, nuestro amor por la música, no cabía duda de que seríamos grandes amigas a partir de ahora. Después fuimos a buscar a Keyla para ir a recorrer la ciudad tal como Rydel me había dicho en la mañana.

Littleton era una gran ciudad, no me había dado el tiempo necesario para recorrerla antes y la verdad, me encantó. Nunca creí que iba a pensar esto, pero vivir aquí es maravilloso.

Cuando llegamos a un parque, nos sentamos en el césped sin dejar de conversar como unas loras, mientras tanto Keyla jugaba en los columpios. Todo iba excelente, hasta que mi celular empezó a sonar. Al ver la pantalla quise que me tragara la tierra... ¡Ross! Me olvidé completamente de él.

—Hola... —Respondí totalmente nerviosa por lo que podría llegar a decirme. Miré mi reloj y eran más de las 6.

Ay caramba dijo el var sinso.

—Taylor, ¿Dónde estás? Estoy en la puerta de tu casa, tu mamá me dijo que habías salido —Dijo él y por su tono de voz podía jurar que estaba preocupado.

—Sí, lo lamento mucho Ross es que me olvidé y me excedí con el horario. ¿Me esperas? voy enseguida —Estaba demasiado nerviosa.

Me dolía la panza.

—Entiendo, no te preocupes. Tu dime dónde estás yo iré.

—Estoy en un parque a pocas calles de la cafetería donde íbamos a ir —Sonreí.

—Oh, sé dónde te encuentras. Llego en cinco minutos —Sin dejar que yo pudiese aunque sea despedirme de él, colgó y se podría decir que me quedé congelada con el celular en la mano.

—¿Te ocurrió algo Taylor? —Preguntó Rydel caminando hacia mí junto con Keyla.

—Eh no, pero sí... —Ella frunció el ceño—. Nada malo, pero debo irme. Tuve un excelente día con ambas, son maravillosas —Sonreí mirándolas. Lo más impresionante era que se parecían demasiado y no exageraba.

—Tu eres increíble Tay, te invitaré a jugar cuando mamá me lo permita —Habló la pequeña sonriendo enormemente mientras intentaba convencer a su madre.

Rydel rió:—Keyla, sabes que esa carita sólo funciona con tu padre. Pero claro que puedes invitar a Taylor a casa, sólo debes preguntarle a ella si quiere ir —Ahora los ojos de la pequeña estaban sobre mí. Reí al no poder resistirme a su sonrisa, ¿cómo lo hacía Rydel? Qué poder.

—Me encantaría. Pero no hoy, ¿sí? otro día. Me llamas y nos reunimos, ¿estás de acuerdo? —Me arrodillé frente a Keyla quien asintió con la cabeza y me dio un fuerte abrazo. 

—Bueno Taylor, nos vemos pronto —Dijo Rydel, abrazándome. 

Sonreí:—No lo dudes —Me despedí de ambas.

Ellas se quedaron y yo fui hacia una esquina para esperar a Ross, supuse que debía estar en su auto. Después de unos minutos, cuando escuché un fuerte sonido proveniente de la otra calle me giré un poco curiosa y me quedé congelada por lo que mis ojos estaban viendo. No quería creerlo, pero Keyla había sufrido un accidente.

Always | Ross Lynch [En edición]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora