nueve

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CAPÍTULO
NUEVE; LENA.

8 de diciembre.

A veces me pregunto cómo he llegado hasta aquí. Como hemos llegado a este punto, en el que nuestras vidas se han juntado y no parecen querer separarse.

Nunca le pregunto sobre esto a Michael, pero quisiera saber qué piensa cuando ambos estamos juntos, como ahora. Sentados en el suelo, nuestra vieja costumbre. Él juega a un videojuego, mientras yo sólo miro cómo se enfada cuando pierde. Me tiene entre sus brazos, yo sentada frente a él entre sus piernas, con mi cabeza apoyada en su pecho. El ritmo de su corazón es relajante a la vez que el sonido del televisor de fondo es casi inaudible. Sólo escucho como tararea alguna canción que no consigo reconocer. Su voz rasposa me relaja y casi podría dormirme escuchándole.

—¿Quieres jugar? -gira su cabeza para mirarme de lado.

—Sabes que soy malísima a esto.

—Eso da igual —ríe.

—¿No es ahora cuando dices "oh no, no eres malísima, no seas tonta"?

—¿Por qué iba a mentir? —al decir esto, le suelto un pequeño golpe en la rodilla.

Él ríe débilmente. Aprieta sus brazos alrededor mio, y deja un beso sobre mi cabeza. Acaricio su brazo, su vello erizándose al paso de mis dedos. Oigo su respiración lenta, marcada. Su mano ahora va a parar al lado derecho de mi cadera, formando patrones desiguales en la parte de mi piel que no esta cubierta por mi camiseta. Yo giro mi cabeza para poder colocarme mejor en el hueco de su cuello. Una pequeña risa sale del fondo de su garganta. Voy dejando pequeños besos a lo largo de la linea de su mandíbula.

Afuera, el día está soleado. Aún así, preferimos pasarlo dentro, sólo nosotros. También he percibido a Michael algo lejano estos últimos dias. No de mi, sino del mundo. Desde aquella vez en el parking de las afueras, lo notaba distante, como si algo en su interior le estuviera quitando las fuerzas. Y por nada en el mundo dejaría que aquello le ocurriera, no si yo podía evitarlo.

—Sabes —susurro contra su cuello—, esta noche hay una fiesta. Es en casa de Halsey, la dependienta de la tienda de discos —en respuesta, sólo suelta un pequeño sonido desde su garganta—. Me gustaría ir. Y por supuesto que vinieras tú conmigo.

Ahora me mira, acariciando mi pelo con su mano derecha. Me sonríe.

—¿Conocemos a alguien allí?

—Me conoces a mi —río—. Y a Halsey. Es como la versión femenina de ti.

—Tampoco la conozco tanto —responde, su mirada perdida en el camino que recorren sus dedos por la piel de mi brazo.

—Vamos, al menos me acompañas a mi. No quiero ir si no es contigo —él me mira unos segundos, para luego dejar un pequeño beso en mis labios—. Nos lo pasaremos bien, te lo prometo.

Su mirada vuelve a perderse. Su mano ahora acaricia mi mejilla y siento la necesidad de acercarme a él y besarle hasta que no podamos más. Realmente estoy obsesionada con sus labios.

—Como quieras. Iremos —dice, y yo sonrío alegre, para luego darle un pequeño beso—. Pero que sepas que sólo lo hago por ti.

—Lo sé —respondo. Él rueda los ojos.

~

Las calles estan abarrotadas, por alguna razón que desconozco. Las luces de los coches que pasan alrededor nuestro se convierten en una imagen distorsionada que dificulta nuestra visión mientras recorremos las calles hasta la casa de Halsey. Mentiría si dijera que no nos hemos perdido ya un par de veces. Es la primera vez que voy allí y ahora sé que debería haber aceptado que nos llevara ella.

pieces | m.c » secuela de "hopeless"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora