Después de un día duro, Jose salía del del instituto, con ganas de llegar a casa, pensando en el profesor de biología cuyo nombre repetían los alumnos diariamente.
"¿Cómo se llamaba?-se preguntó el moreno de 29 años-¿Juanjo?¿Javier?¿Jorge?¡Eso es!¡Jorge!"
Se subió al coche pensando por qué aquel nombre sonaba tan bien. Sonaba fuerte, decisivo y...
Tomó su desvío por Torrelodones, para pasar por Villanueva del pardillo, pues en aquel pueblo había un camino que lo llevaba directamente a su casa.
Subió a su pequeño apartamento y tras un "hola" del profesor, apareció una pequeña labradora blanca de apenas 1 año de edad corriendo desde, lo que parecía el dormitorio principal. Tras ella, apareció una gata oscura, delgada y de poco pelo.
Se arrodilló en el suelo, dejando su maletín apoyado en la puerta abierta y abrazó a la pequeña mascota que saltaba sobre él, intentando darle un buen beso en toda la cara. Tras la alegre bienvenida de su mascota, recordó que llevaba sola 8 horas y que no había salido desde esa mañana, por lo que cogió la correa, dejó el maletín dentro de casa y bajaron a la calle a pasear.
El andar animado de la perrita era muy diferente al de su dueño, que era cansado y apagado. Por una parte, era por el día eterno que había tenido, había tenido un montón de clases y casi ninguna hora libre, y por otra parte, era por aquel triste recuerdo que se le pasó por la mente al no recibir una bienvenida de vuelta, a parte que la de la perra.
Este pensamiento contenía la discusión que había tenido con la perfecta de su ex novia. Esta discusión iba sobre como Jose no le prestaba atención, llegaba del instituto a las 2 y media, comían juntos, y se ponía a revisar exámenes o trabajos. A lo que él respondió que ella se pasaba el día de compras, con sus amigas o en discotecas. Y tras muchos gritos, ella salió de la casa, pegando un portazo. Y así terminó su relación.
Casi un año de relación.
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Por su parte, Jorge iba más animado. Adoraba dar clase y había tenido un día de lo más divertido.
Y sus relaciones, iban bien, bueno, no existían. Por lo menos desde que le dijo a su ahora ex novia, que le atraían los tíos más que las chicas. Y ella se había vuelto loca, llamándole para ir de compras, hablar de tíos buenos, ver un reality show juntos o ir a un concierto de Taylor Swift. Aunque adoraba la música, esas cosas no le iban mucho, ni eso, ni ir en busca de su "alma gemela", o su "media naranja" o cualquier cursilada que lo situaba en un bar gay, a los que tampoco asistía.
Jorge vivía bien, con su perra, su Netflix sin realitys shows, sus clases, sus viajes por el mundo y sus viernes libres después del trabajo.
Él creía que la ruptura le había venido muy bien, y así era. Había empezado a tomar el control de su vida. Al ser el hermano pequeño, siempre había alguien que le mandaba desde que era un niño y cuando se independizó, encontró a una novia muy tóxica. Su mejor amiga le había rogado que la dejara, que incluso lo que habían tenido ellos era mejor... Al final la hizo caso, y la dejo. Ni siquiera estaba enamorado.
Ahora hacia lo que él quería, y la única mujer de su vida, era su perra. También había hecho cosas nuevas. Aunque seguía sin tomar alcohol ni fumar ni nada, se había hecho un piercing en la oreja, había conocido lugares alucinantes y gente maravillosa, pero ninguna para empezar una relación amorosa.
No como Jose, que solo pensaba en su ex y rezaba por volver a tener una relación.
Pero una de las cosas en las que se parecía a Jose, era que también le habían hablado de su compañero. Por lo que recordaba el biólogo, era profesor de historia, muy bajito, moreno, y de nombre Jose (pues los de 3° le mencionaban 10 veces diarias),Catalán y 10 años más joven que él.
Le extrañaba que no se lo hubiese cruzado, pero tampoco le remordía el alma.
Simplemente admiraba la marca que había dejado en los alumnos, un sentimiento de aprecio que él también quería dejar.
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Juramento eterno de sal
Romance2 profesores, un instituto y muchas miradas en los pasillos