Mientras Jorge estaba en la ducha, entró inevitablemente Jose, pensando que este ya había terminado de asearse.
-Ay, perdona- dijo al descubrir que había alguien dentro -no sabía que estabas todavía en la ducha...
-Si, soy de los que les gusta alargar los placeres- contestó el otro sin asomarse, lo que le impedía ver a su compañero, que en el momento adquiría el color de un tomate maduro. -¿Necesitas algo?
-Emh, si, ¿tienes maquinilla? Es que me he dejado la mía en casa- contestó intentando que no le bailaran las palabras.
-Si, claro, en el neceser negro, primer bolsillo- y dicho esto se escuchó una cremallera.
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Juramento eterno de sal
Romance2 profesores, un instituto y muchas miradas en los pasillos