7. Próxima parada: Lisboa

2 1 0
                                    

Jorge no mentía, a la mañana siguiente, José recibió una llamada poco después de las 8 en punto.

-Ostia tío, ni a tomarme un café me has dejado. ¡Qué es sábado!-le grito cuando le contesto la llamada.

-Joder lo siento, pero estas despierto, ¿no?

-Si coño, estoy paseando a la perra. ¿Y si te llamo yo en un rato?

-No, no puedo, estoy muy liado. ¿Vas muy dormido?- José tuvo que respirar hondo antes de contestarle:

-No, venga va. Aunque a lo mejor te tengo que pedir que repitas algo.

-Perfecto, sin problema, mira te cuento...

Y desde ese momento, estuvieron 2 horas hablando. Hablaron sobre la suite en la que se iban a alojar, sobre a donde iban a ir, sobre que sitios querían visitar, sobre con quién iban a dejar a las mascotas e incluso sobre el seminario de biología.

- Bueno, yo creo que ya está- concluyó al final Jorge. -Recuerda, nos vamos el 4, el primer día del puente, en mi casa. Vamos en mi coche- hablaba despacio, como si hablara con un tonto.

- Que si, que si. Que no soy tonto- le respondió Jose, que había captado el tono.

-Si y ya lo se. Pero como no te habías tomado un café, he pensado que seguías semidormido todavía.

-Mira, en lo que llevamos hablando, me podía haber tomado 4. Pero por desgracia solo me he tomado 1- le contesto José de mala gana.

-¡Coño!-salto Jorge- ¡Que llevamos 2 horas hablando!- ni siquiera había mirado la hora. Se había puesto a hablar y a corregir, y se le había ido la hora.

-Ya ves... Pero si, todo claro. Hasta el puente.

- Si, bueno, nos veremos por los pasillos y también tenemos las evaluaciones de tercero...

- Ostras, emh, si, es verdad- por un momento José pensó que se libraría del alto un tiempo, pero no. Además de seguir viéndole en los pasillos, cada vez que salían de clases cercanas, en la sala de profesores, en la EVALUACIÓN... Ahora, en un par de semanas, iban a compartir habitación, bueno, no del todo. Pero si iban a dormir pared con pared.

●●●

El sábado, casi a las ocho y media en punto, esperaba Jose dentro del coche, a su compañero en la puerta de su chalet. Minutos más tarde salía Jorge, saludándole con la mano.
Como respuesta a la bienvenida, Jose salió del coche. Este llevaba una camisa blanca con una chaqueta abierta. Lo acompañaba con unos chinos del mismo azul noche de la chaqueta, y unas Vans también azules. Todo muy diferente a lo que vestía su compañero, quien llevaba un vaquero negro, un jersey y una cazadora vaquera.

-¿Y tus maletas?- pregunto Jose poniéndose unas gafas de sol, pues aunque ya era diciembre y empezaba a hacer frío, aquella mañana brillaba un sol esplendido.

- En mi coche- hablaba con una mano haciendo de visera, pues él no llevaba ningún otro protector. -Vuelve a meterte en el coche, que lo vamos a guardar en el garaje.

- ¿Tienes dos plazas?- le preguntó siguiéndole hacia el vehículo.

- No, pero te recuerdo que el mío no va a estar.

- A claro...

- ¡Espera!- salto Jorge antes de entrar en el coche, mientras Jose se sentaba de nuevo dentro- vamos a guardar tus cosas ya en el mío.

Jose volvió a salir del coche, refuñando, y preguntándose si no lo podía haber dicho antes, y se dirigió a la parte trasera del coche. Dentro del maletero había una maleta pequeña y una bolsa de viaje.
Jorge cogió ambas, y cuando José fue a decirle que le diera algo, ya era demasiado tarde, pues Jorge se encontraba ya frente a varios coches aparcados a varios metros de donde lo había hecho Jose.

Jorge, abrió el maletero de un Citroën Cactus en color turquesa, pasando el pie por debajo de la parte trasera de este. Jose, a cambio, se encontraba inmóvil en la puerta cerrada del maletero del coche, sin saber que hacer o cómo ayudar. Cuando el biólogo terminó de guardar todo, se volvió hacia José, le miró y le guiño un ojo para sacarle de su empanamiento.

-¿Lo guardamos entonces?- pregunto Jose cuando su mente volvió a su ser.

-Si, si- Jorge empezó a correr un poco para no perder mas tiempo. Se sentó en el asiento del copiloto y le indicó a su acompañante que se pusiera a conducir.

Jose se adentró en el coche y condujo, siguiendo las instrucciones que le iba diciendo Jorge, hasta aparcar el Toyota dentro de la casa de su compañero. El garaje donde lo aparcaron, era del tamaño de un aula. Tenía hueco de sobra para meter otro vehículo. También había dentro, una lavadora, una secadora, una puerta que daba al resto de la casa y varias cajas y objetos de colección, por lo que Jose pensó que a parte de garaje, Jorge también lo usaba de trastero.

-Ala, pues ya está. Vámonos que tenemos un viaje muy largo- habló Jorge cuando Jose terminó de revisar el lugar.

-Eh... Si, si. Vámonos.

Salieron del garaje, Jorge cerró y puso la alarma de la casa, y se subieron al coche: Jorge al volante y Jose de copiloto. El conductor le dejó su móvil para que eligiera la playlist que quisiera, a lo que Jose se decidió por unos "Clásicos Españoles".

-Creo que es la primera vez que te veo conducir- comentó Jose cuando entraron en la autopista, recibiendo como respuesta una carcajada de su amigo.

-Me cago en la... Uff, cambia la canción por favor,- exclamó Jorge poco después de que entraran en Portugal- la añadió mi ex.

-Pues tiene buen gusto- le contestó Jose, quien miraba su teléfono mientras tanto.

-No, tio, va. El conductor elige la música- replicó Jorge intentando encontrar su teléfono.

- Eso no es cierto, el copiloto elige la música- Jose encontró el móvil antes, quitándolo del alcance del otro.

-Vale, vale- se rindió Jorge, quien no quería discutir- pero cámbiala- Jose le pulso al botón para pasar la canción, y empezó a sonar la siguiente, a lo que Jorge la acompañó tarareando.


El resto del viaje transcurrió tranquilo. Estuvieron cantando(bueno, Jorge cantó) y hablando de temas varios. Llegaron a su destino 6 horas y media más después. Jorge indicó su nombre y le dieron una habitación doble, con una pequeña entrada, dos dormitorios(uno a cada lado), y un baño con bañera.

-A ver- dijo Jorge cuando terminaron de revisar la habitación. -Yo duermo en la derecha y tú en la de la izquierda. Si te quieres duchar, ve tu primero que luego voy yo. Y cuando salga, nos vemos en media gira y te invito a comer.

-Me parece buen plan- y dicho esto, cada uno se giró hacia su habitación.

Juramento eterno de salDonde viven las historias. Descúbrelo ahora