Hacia el Olimpo

Capítulo 5: El viaje

Al día siguiente cuando se despertó empezó a preguntar cosas sobre su madre:
Helena: Papá...
Cristopher: Dima hija.
Helena: ¿Cómo conociste a mamá?
Su padre como de costumbre estaba haciendo uno de sus inventos, pero al oír la pregunta se quedó muy serio. Helena vió cuanto la había querido en ese momento.
Cristopher: Fue la nueva profesora en la universidad. Daba ingles. Hablábamos siempre a la hora del desayuno y me encantaba toda ella. Era preciosa, muy inteligente y siempre estaba sonriendo. Un día fuimos los profesores más jovenes al karaoke y bueno, nosotros nos recogimos antes...
Helena: Prefiero no saber esa parte.-cortó rápidamente.
Cristopher: Cuando naciste me contó toda la verdad llorando y la creí cuando empezó a sacar planos y...
Helena: ¿Algo como esto?
Entonces Helena mostró lo que habia aprendido. Era todo lo que habia que hacer y seguir para salvar a su madre.
Cristopher: Impresionante.
Helena: Papá, ha habido un problema. Mamá está en peligro.
Cristopher: ¿¡Cómo? !
Helena: Lo siento de verdad. Estefan intentó hablar con su padre y se ve que lo descubrieron todo. Sé como solucionarlo pero necesito tu ayuda.
Cristopher: ¿Qué tengo que hacer?
El primer paso era ir a ver al oráculo. Luca llevaba toda su vida estudiando la mitología griega y sabía que había uno cerca de casa de Helena. Había unas ruinas que Helena recordaba de cuando era pequeña, un día paseando por el bosque las encontró y llevada por su espíritu aventurero entró. Lo que vió le produjo terrores nocturnos durante cinco años. Era una figura desnuda, blanca entera, no era ni hombre ni mujer y media dos metros. Solo tenía un ojo y estaba en su mano derecha. Cuando la escuchó entrar la apuntó con su ojo para poder verla y emitió un sonido extraño, era horrible, sin embargo su padre estando cerca no lo escuchó, solo ella. Permaneció sin poder oir durante un mes y debido a eso tampoco habló. Entonces Helena se dió cuenta de que ese día vió un oráculo.
A la mañana siguiente todos los chicos estaban reunidos delante de las ruinas. Todos estaban dispuestos a entrar excepto Helena, la cual se había quedado unos pasos atras indecisa. Nadie entendía que le pasaba excepto Boni y su padre.
Cristopher: Cariño, no hace falta que...
Helena: No, quiero hacerlo. Entraré la primera.
Después de quince minutos Helena consiguió entrar y vió otra vez esa horrible figura:
Oráculo: Hola, hija de Atenea. Hace doce años que no te veo.
Tenía la voz más desagradable que Helena había oído jamás. Parecían mil almas gritando.
Oráculo: ¿Qué te trae por aquí? Veo que vuelves a hablar.
Helena: Necesito tu ayuda.
Oráculo: Lo sé y sé lo que quieres. La pregunta es, ¿qué puedes ofrecerme?
Entonces apareció Damon con un caldero lleno de fuego del infierno.
Oráculo: Oh, será suficiente. Para encontar a tu madre necesitarás tres objetos que juntos formen una llave. El primero es un ojo de la sevillana dorada. El segundo una bestia alada de París. Por último, necesitaréis una estrella, pero no una cualquiera, una musical.
Patch: Pero, ¿dónde vamos a encontrar cosas así?
Oráculo: ¿Tengo cara de guía?
Patch: Desde luego que no...
Helena: Debemos salir cuanto antes, no hay tiempo que perder.
Después de esto todos fueron a sus casa a contar lo de su viaje. Prefirieron inventar una excusa a explicar toda la verdad. Quedaron en que era una acampada con el padre de Helena. Hicieron las maletas y volvieron a casa de Helena para pensar cual sería su primer destino.
Estefan: No le pienso sacar un ojo a nadie.
Damon: ¿Eres consciente de que no existe ninguna sevillana dorada?
Estefan: Ya tuvo que saltar el listo.
Helena: Callar ya. Centrémonos en las calles de Sevilla. Será un sitio no una persona.
Beca: Hace poco fui a Sevilla y vimos la torre del oro. En la parte de arriba hay una especie de pico con dos formas redondas. Podrían asemejarse a ojos, ¿no?
Helena: Tienes razón. Rápido tenemos que salir ya.
Luca: ¿Cómo vamos a dividirnos los coches?
Boni: Nosotras con Damon.
Helena: Ir vosotros con mi padre.
Luca: ¿Por qué?
Helena: Porque sí.