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Pocos días habían pasado y Nayeon ya se sentía mucho mejor, Mina refunfuñando molesta y es que... ¿Cómo se podría sanar tan rápido de un resfriado?
Un pequeño gruñido se escapó de sus belfos y es por qué ya no tendría a la omega con ella en su casa, cuidándola y protegiéndola.
Como todo una buena alfa, Mina le había dado su "espacio personal" o eso creía. Se había encargado de ponerle pañuelos mojados para bajar su fiebre por las noches, darle sus medicamentos siguiendo al pie la receta médica y comida en su linda boquita, quería consentir más a su omega para que esta estuviera cómoda dándole mimos lo que restaba del día aunque Nayeon le gruñera la mayoría del tiempo, estaba feliz por qué la pálida se sintiera mejor, pero molesta por qué esta estaba ya dispuesta a irse. Le enojaba que esta festejará por alejarse de ella.
— Estoy lista para irme... Nos vemos en la universidad — Nayeon abrió la puerta del departamento de Mina, la alfa gruño internamente, e inmediatamente tomo el brazo de la omega en cuanto esta puso un pie fuera.
— No te vayas gatita... — La omega murió de ternura al ver a Mina de ese modo y es que esta no tenía que esforzarse algo para hacer que su corazón se acelere y su lobo se removerá feliz.
— Alfa... — Mina sonrió mostrando sus perfectos y blancos dientes, y sus ojitos cerrados hechos unas lunitas, muy adorable — Gracias por cuidar de mí — Con un beso en la mejilla, Nayeon se retiró, mientras Mina se quedaba viendo la silueta de su omega desaparecer, tocando su mejilla completamente ida ¡Su Omega acababa de besarla por primera vez!
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