Al despertar después de unas largas horas lo primero que notó fue el fuerte clima que le hizo resguardarse entre los brazos de su padre. Era mucho más frío de lo que sentía en su antiguo hogar. Podía ver las gotas deslizarse por las ventanas con una lentitud que era hasta hipnotizante.
De nuevo aquellas voces aparecieron como si quisieran hablarle sobre algo. Por un momento sus pequeños ojos se dirigieron hacia ellas observando el rostro de las personas que vestían de manera abrigada. Todos parecían estar atentos a su propio mundo, ajetreados, hasta podía decir que impacientes.
Quería poder saber en qué estaban pensando, así que su mirada los seguía como si eso fuese suficiente para calar en sus mentes. Desde el señor con el largo saco de sastre hasta al bebé de pocos meses de nacido, a quien cargaba una señora de no más de 40 años.
Juró que una de las pocas mujeres que se encontraban bajando sus maletas parecía ser una bailarina por sus elegantes movimientos. Era tan delicada que no podía parar de verla.
Esta pareció darse cuenta de su mirada. Rosslenne se sorprendió al notar como sus rasgos eran tan distintos a los suyos.
La azafata habló cerca de ellos mientras esperaban para poder bajar.
No se esperó que su padre respondiera a la joven mientras sonreía.
—¿Puedes entender lo que dicen? —la pregunta de la pequeña hizo que él acariciara su cabeza.
—Solo un poco, hija. Es un idioma muy hermoso pero algo complicado. Pronto te acostumbrarás a el.
No sabía si realmente quería hacerlo. A medias estaba aceptando el hecho de que estuvieron muchas horas esperando para llegar a su destino y todo era muy extraño.
Podía apenas recordar el nombre de una familia que era la que los estaba esperando. Era muy complicado de pronunciar. Tanto así que se rindió en decirlo correctamente.
Pero lo que si llegaba a su mente era escuchar a su papá mencionar los colores. Sonaban realmente hermosos. Ao 青, Aka 赤, Shiro 白, Midori 緑... (Azul, Rojo, Blanco y Verde). También lo escuchaba en el momento que leía en voz alta un libro que un amigo le prestó. El título era realmente largo. Solo sabía que se le llamaba al protagonista el joven sin color. Ya que su nombre no derivaba de alguno a comparación de sus amigos.
Se preguntaba si ella podría poseer un color como hacía referencia la historia. Le gustaría escoger el amarillo. Por la energía, la positividad y el optimismo. Todos los colores eran hermosos, no podía negarlo. Tan únicos como cada persona.
