𝓟𝓻𝓸́𝓵𝓸𝓰𝓸.

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𝙀𝙨𝙩𝙚 𝙥𝙧𝙤́𝙡𝙤𝙜𝙤 𝙚𝙨𝙩𝙖 𝙚𝙨𝙘𝙧𝙞𝙩𝙤 𝙚𝙣𝙩𝙧𝙚 𝙇𝙖𝙘𝙧𝙮𝙈𝙖𝙧𝙞𝙖𝘿𝙤𝙡𝙡 𝙮 𝙢𝙞 𝙥𝙚𝙧𝙨𝙤𝙣𝙖.

ˏ ˋ 𝑅𝑒𝑎𝑙𝑚𝑒𝑛𝑡𝑒 𝑑𝑒𝑠𝑒𝑜 𝑎𝑙𝑐𝑎𝑛𝑧𝑎𝑟 𝑙𝑎 𝑓𝑒𝑙𝑖𝑐𝑖𝑑𝑎𝑑. ¿𝑃𝑒𝑟𝑜 𝑞𝑢𝑒́ 𝘩𝑎𝑐𝑒𝑟 𝑐𝑢𝑎𝑛𝑑𝑜 𝑡𝑜𝑑𝑜 𝑠𝑒 𝑑𝑒𝑠𝑣𝑎𝑛𝑒𝑐𝑒? ˎˊ ˗


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Una pequeña de ojos mieles observaba como las cosas que se encontraban en su habitación iban desapareciendo. Varios hombres entraban y salían con prisa, mientras estaban sus padres dando instrucciones y revisaban que todo estuviera en orden. Estaba algo triste, no podía ocultarlo. Jamás pensó que a su corta edad iba a tener que dejar todo lo que conocía para ir a otro país completamente desconocido. Sentía como algo se creaba en lo profundo de su estómago, causándole una gran incomodidad. No quería hacerlo, era feliz donde estaba. Había hecho amigos, conocía el nombre de la mayoría de los vecinos y se apegó a una rutina bastante sana. 

De un momento a otro su madre se acercó con una sonrisa que expresaba tranquilidad. Rosslenne sabía bien que estaba bastante estresada por todo el tema que conllevaba viajar a prácticamente el otro lado del mundo. A pesar de eso, le recibía con esa aura tan maternal para transmitirle seguridad. Soltó poco a poco uno de sus juguetes que tenía en sus pequeñas manos hasta dejarlo sobre el suelo. Mantuvo su vista baja, claramente expresando desánimo. Su atención estuvo sobre los muñecos que adornaban el suelo de alfombra, se preguntaba si podía llevar alguno de ellos al momento de irse.

—Cariño. —la voz de Ivette hizo que le mirase por unos breves segundos. La adulta suspiró un poco, casi imperceptible. —Tenemos que hacer unas diligencias, te quedarás con la vecina Julia por un rato. ¿De acuerdo? —colocó su mano sobre el hombro de su hija, esta asintió.

El aeropuerto la abrumó completamente. 

Sus ojos curiosos observaban el ir y venir de las personas, con maletas y pequeños coches. Apretaba con fuerza la mano que su madre le ofreció para que ambas caminasen juntas hacia los asientos acolchados que se encontraban tras todo el gentío frente a ella. Volteó a ver a la adulta, quien empezó a caminar, queriendo preguntar algo, pero calló. 

Sus pequeños pies avanzaron, fue una suerte encontrar donde sentarse. Rosslenne balanceaba sus pies ya en la silla; Ivette rebuscaba en sus bolsillos aun estando de pie.

Estás tocaron el plástico que contenía una barra de chocolate. Suspiró aliviada antes de sacarlo de su abrigo para entregárselo a la pequeña.

 —Puedes comerlo mientras esperamos a papá. ¿Está bien? —mencionó a su hija con voz dulce, agachándose a su altura y acariciando el cabello suave. Rosslenne abrió la envoltura, viendo con una ligera pizca de emoción el chocolate blanco, al cual dio un pequeño mordisco. 

Su padre no tardo en venir. Su rostro cansado causó extrañeza en la niña. Pero la sonrisa con la que fue adornado el rostro del mayor tranquilizó a ambas.

—Todo solucionado. Solo hace falta esperar unos minutos, el vuelo no tardará en anunciarse. —dijo con una sonrisa nerviosa que demostraba un poco de estrés. Al sentarse no evito dar un suspiro mientras sacaba su teléfono del bolsillo de su pantalón. 

El brillo que emanaba el aparato llamaba la atención de la pequeña. 

La mirada no fue pasada desapercibida por su progenitor, le observó manteniendo una pequeña curva en sus labios para acercarse a ella llevando su peso en sus antebrazos. Acarició su cabeza como hace minutos atrás hizo su madre. 

—No te preocupes, pronto nos iremos de aquí. ¿Hay mucha gente verdad? —observó a las personas que pasaban cerca de su posición. Algunas con más prisa que otras. —Es normal, muchas personas tienen que viajar por temas de trabajo, igual que nosotros. 

—¿Los Shinazugawa ya respondieron? —la voz de Ivette intervino en la conversación. Brian le miró para responder.

—Así es, ya les avise a qué hora llegaremos si no se nos presenta algún inconveniente. Todo puede pasar ya que estamos en verano, no somos los únicos que quieren llegar rápido a su destino. —volvió a ver a su hija. —¿Es necesario que compre algo?

—No creo que sea necesario, tenemos suficiente. 

—Entiendo. Estoy nervioso, no puedo negarlo. —rió un poco. —Son muchas horas de viaje y no quiero que les falte algo. —una notificación llamó su atención. —Oh, quedan solo diez minutos. Será mejor irnos ya.

Se levantó de la silla y cargó a su hija entre sus brazos. Ayudó con su mano libre a llevar un pequeño bolso mientras Ivette se encargaba de las demás.

Rosslenne observó cómo se alejaban de la multitud llegando a un lugar algo apartado donde llevaba a una gran puerta. 

Se encontraban un par de personas al frente de ellos, hablaban pero no era capaz de entender. Sintió curiosidad, escuchaba un gran ruido provenir de afuera. 

Al pasar poco unos minutos empezó a avanzar la gente hasta que fue su turno, una chica joven con uniforme les sonrió con amabilidad. Revisó un pequeño papel de color amarillo y les permitió pasar. 

La luz del Sol le hizo cerrar los ojos por un momento, asombrada de ver por primera vez un avión. 

—Ma, ¿qué es eso? —señaló con su pequeña mano. Se arrepintió al instante al recordar que era de mala educación.

—Es un avión, mi amor. Es donde llegaremos a nuestro nuevo hogar.

Los ojos mieles brillaban de la emoción. Pensaba en quedarse despierta la mayor parte del viaje para poder observar las nubes pero el sueño dominaba su cuerpo. 

Cuando estaban en sus puestos Ivette le acomodó en su asiento. Sintió como su madre acariciaba su cabeza antes de que caer en brazos de Morfeo.


𝐴𝑐𝑡𝑢𝑎𝑙𝑖𝑧𝑎𝑐𝑖𝑜́𝑛 𝑐𝑎𝑑𝑎 𝑡𝑟𝑒𝑠 𝑠𝑒𝑚𝑎𝑛𝑎𝑠.

↬ 𝗣𝗿𝗼́𝘅𝗶𝗺𝗮 𝗽𝗮𝗿𝘁𝗲: 𝗔𝗹𝗴𝘂𝗻𝗼𝘀 𝗱𝗮𝘁𝗼𝘀 𝗱𝗲 𝗥𝗼𝘀𝘀𝗹𝗲𝗻𝗻𝗲 𝘆 𝗰𝗮𝗽𝗶́𝘁𝘂𝗹𝗼 𝘂𝗻𝗼.

↬ 𝗣𝗿𝗼́𝘅𝗶𝗺𝗮 𝗽𝗮𝗿𝘁𝗲: 𝗔𝗹𝗴𝘂𝗻𝗼𝘀 𝗱𝗮𝘁𝗼𝘀 𝗱𝗲 𝗥𝗼𝘀𝘀𝗹𝗲𝗻𝗻𝗲 𝘆 𝗰𝗮𝗽𝗶́𝘁𝘂𝗹𝗼 𝘂𝗻𝗼

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𝒯𝒶𝓁 𝓋𝑒𝓏 ¦ Yuichirou TokitoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora