『𝟻: ❛𝑃𝑟𝑜𝑚𝑒𝑠𝑎.❜

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───── ❝𝐶𝑎𝑝𝑖́𝑡𝑢𝑙𝑜 𝑐𝑖𝑛𝑐𝑜❞ ─────

Makomo no vio a Rosslenne desde hace un par de días. Tanto así era su preocupación que su hermano Sabito intuyó su estado de ánimo.

—Giyuu... ¿Qué has sabido de la vecina nueva? —comentó mientras movía sus pies en el aire al e estar sentada en uno de los bancos del parque.

—Creo que comenzó el colegio hace poco. Pero no la he visto.

El de cabello melocotón observó a la azabache mientras terminaba su helado. Por el clima algo cálido el calor era evidente, haciendo que en cuestión de segundos el dulce cayera entre sus dedos.

—Podemos preguntarle a Genya. —ambos observaron a Sabito quien sonrió para luego intentar arreglar el desastre que era el helado haciendo que rieran.

En una ocasión Rosslenne estuvo cambiando los cuadernos que solía utilizar para comunicarse con el menor de los Shinazugawa. Ya no era tan constante esa necesidad desde que ambos mejoraron con el inglés, aunque de manera ocasional describían lo que deseaban comunicar.

El día que estuvo con la familia Tokito no tuvo la oportunidad de hablar demasiado. Quizás por la presencia de su madre o más por conocer a personas nuevas.

Poco después de esa visita llegó el final de la tarde donde tuvo la noticia de que estaría en una introducción de su nuevo colegio. Todo representaba un nuevo mundo que le aterraba de sobremanera.

Respecto a los gemelos, no los volvió a ver hasta entonces. Pero por lo que notó en la primera visita de las instalaciones no logró encontrarlos.

—Ross. —la voz de alguien le hizo levantar la vista. Solía perderse en sus pensamientos de manera constante. —Dentro de unas semanas podrás incorporarte con los demás, ¿no es genial?

No supo que responder. A pesar de que la docente que le estaba guiando era muy amable con una sonrisa encantadora sus miedos la congelaron.

Escuchó un pupitre colocarse a su costado. Los ojos violetas le recibieron al voltear.

—¿Llevas mucho tiempo aquí? 

Negó con la cabeza. —Un par de meses.

—Me recuerdas a cuando llegué por primera vez a una escuela en el extranjero. Estaba aterrada como tú. —apoyó su mentón de sus brazos cruzados. —Pero tiene su lado bueno, tendrás muchas cosas por descubrir.

—Ya tengo un amigo. —dijo con seguridad viendo los lápices de colores sobre la mesa blanca.

—¿De verdad? A mí me costó conseguir amistades. Es envidiable. 

Estuvieron calladas por un par de minutos hasta que la maestra decidió levantarse para limpiar el pizarrón.

—Pero si consiguió tener amigos... 

𝒯𝒶𝓁 𝓋𝑒𝓏 ¦ Yuichirou TokitoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora