Capítulo 5

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Narra Sara:

Acabo de terminar el entrenamiento junto a las chicas, la entrenadora se había ausentado un poco antes de que acabara, y me había tocado a mí terminar de recoger todo lo que habíamos utilizado en el entrenamiento por ser la capitana. Ya ni ayuda tenía, el puesto era más una carga que algo de lo que enorgullecerse.

Así decidí que la mejor opción era ir a mi edificio y tomar allí la ducha, por lo que, aún cansada como estaba, troté suavemente hasta ese edificio central que tanto odio le había cogido en la última semana.

Subí a mi habitación y vi los pasillos demasiado silenciosos, pero como últimamente no había tenido ni un solo momento de paz no iba a cuestionar esa tranquilidad. Cogí mi ropa de recambio y me metí en las duchas. Comunes. Sí, parece mentira, pero los compartíamos con una banda de simios sucios y escandalosos que dejaban todo tirado.

Me desnudé dejando ver algunos feos moretones que seguro curarían pronto, siendo reemplazados por otros quizás aún peores. Me solté la coleta que había mantenido mi pelo platino lejos de mi cara durante el entrenamiento y le di al agua fría. Hacía demasiado calor.

Con un poco de cuidado probé el agua y vi que estaba lista y sin pensármelo dos veces me metí dentro dejando que el agua fría recuperara mis músculos adoloridos y cansados. Dejé mi cabeza caer y bajé por un minuto la guardia. Sólo quería descansar. ¿Alguien ve que es una mala idea? Sí, yo tampoco lo pensaba hasta que escuché la puerta abrirse y cerrarse poco después.

No me dio tiempo a ponerme en guardia cuando vi esos pelos de punta acercarse hacia las duchas.

¿Había mencionado que las duchas eran comunes del tipo que están separadas por una membrada semitransparente? Pues sí, ese era el caso, en resumen, que cualquiera que pusiera la vista podía verme al completo.

Para mi mayor sorpresa Axel apareció en mi campo de visión, parecía distraído, no me había visto, e iba vestido sólo en bóxer. Jesús, mátame, de verdad, y acaba con éste horrible sufrimiento.

Mi cerebro no reaccionaba, y sabía que tenía que decir algo antes de que se desnudara completamente, porque a pesar de tener un cuerpo muy definido, con unas tabletas increíbles y una... En fin, que a pesar de todo no me apetecía verlo, lo odiaba.

-Eh tú. –dije con voz neutral, intentando cubrir con mis manos las partes de mi cuerpo más expuestas.

Axel dio un respingo bastante gracioso, pero no me permití ni una sola mueca.

-No te había visto. –me respondió simple, pero no se movió ni un centímetro.

-¿Te puedes ir por favor? Estoy tratando de terminar de ducharme. –le dije lo más amable que pude, aunque en mi voz se notaba la falsedad de la petición.

-Son comunes y tengo prisa.

-Vete he dicho. –le respondí perdiendo un poco la paciencia.

-Yo te he dicho que me quedo. Además, no es nada nuevo lo que vas a ver. Y recuerdo muy bien que cuando rompimos me dejaste clarito que no querías ni rozarme, por lo que, no habrá problemas, ¿No? –hablo pausado, arrastrando las palabras como si escupiera veneno. Mientras bajaba la última prenda que cubría su cuerpo y la lanzaba hacia algún lugar del cuarto de baño.

Mi respiración se entrecortó levemente, pero usé mi alma para intentar forzar el aire a pasar constantemente por mis pulmones para calmar mi pulso. Al menos estos trucos podía utilizarlos en apuros.

-Por supuesto que no te quiero tocar, me das asco. –respondí automáticamente. Creo que le había dicho esa frase cada vez que lo veía. –pero quiero ducharme sola, y en paz.

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