Capítulo 20

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Narra Caleb:

Ya es la quinta vez que miro la hora muy enfadado. Siempre igual, Aria abre la boca y yo no soy capaz de negarme. Encima hoy había quedado con Camelia para hablar sobre todo lo que estaba ocurriendo entre nosotros, desde el mismo momento en el que pisamos este país todo ha ido a peor.

Sus celos, sus motes, su desconfianza y su odio hacia Aria han crecido hasta el punto que apenas reconozco a la Camelia de la sonrisa eterna que siempre me ayudó a estar bien.

Quería tratar de hablarlo con ella, hacerla cambiar de opinión, que dejara las cosas como están, pero parece que Aria se huele las cosas, porque no ha podido coger otro momento más oportuno. Ahora tengo a Camelia más enfadada que nunca por dejarla plantada y mientras yo estoy como un tonto mirando la hora a cada minuto esperando que Aria aparezca por la oscuridad que se perdió.

Ya han pasado 20 minutos desde que entró allí, no he escuchado ni un solo ruido, ni una sola luz encendida, nada. Sólo silencio. Pero me empiezo a preocupar. ¿Y si le ha pasado algo mientras yo estoy aquí fuera? La amenazaron y ella dijo que era peligroso.

Si en dos minutos no ha salido entraré a por ella. Me da igual que me puedan coger, como máximo me darán una pequeña riña por colarme y volveré con los demás.

Cuando vuelvo a mirar el reloj y veo que ya han pasado tres minutos me decido a entrar. Con un poco de torpeza salto la verja, caigo equilibrado e intento moverme entre la penumbra que se alza ante mí.

-Más o menos Aria se fue por aquí... -susurro para mí mismo. Encuentro la puerta principal, pero Aria no será tan tonta de entrar por la puerta grande así sin más por lo que comienzo a rodear el edificio hasta que me encuentro una puerta más pequeña y entre abierta.

Al abrirla me encuentro con una sala de cámaras y un señor dormido en su silla de trabajo. Con cuidado lo esquivo y entro en un pasillo muy largo.

Vale, Aria tiene que estar por algún lado de aquí, ahora dónde no lo sé.

Me doy cuenta de que no he pensado demasiado bien el plan, seguramente Aria sabrá exactamente como tiene que moverse por aquí, es más, seguro que se ha estudiado los planos y sabe exactamente dónde queda cada silla del edificio. Quizás no haya sido buena idea entrar así sin más. Además, si ella sale y no me ve fuera seguro que se enfada y me toca escucharla de camino a casa para terminar dándole la razón.

Justo cuando quiero dar un paso atrás escucho un sonido extraño en el piso de arriba, quizás sea una silla arrastrándose o un cajón abriéndose, el caso es que seguro es Aria.

Me muevo rápidamente a pesar de no saber a dónde me voy, dando varias vueltas hasta encontrar unas escaleras. Las subo sin preocuparme mucho del ruido que estoy haciendo, pero cuando me doy cuenta bajo la intensidad. Trato de volver a escuchar algo, pero todo se ha vuelto a sumir en silencio. Doy una vuelta por los pasillos cuando escucho un ruido detrás de mí. Rápidamente me giro para quedar cara a cara con una silueta oscura de una persona que definitivamente no es Aria.

-¿Quién eres? –es lo que se me ocurre preguntar.

-No sabes que está prohibido entrar aquí por la noche y más sin la supervisión de un adulto niño. –me susurra, dando un paso al frente y quedando iluminado brevemente por la luz que entra por una ventana.

Me congelo inmediatamente. Lleva algo puesto en la cara que sólo me deja verle unos ojos claros, y en su mano lleva una pistola. No le tiembla el pulso y por sus ojos creo que se divierte al verme tan asustado. Sin darme cuenta he caído de culo al suelo.

-Por favor, no diré nada, lo juro... -es lo único que atrae mi cabeza, frases estúpidas de películas malas. Tengo miedo, y por primera vez me odio por hacerle caso a mis suposiciones. Aria estaba en peligro, pero ahora lo estoy yo.

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