7- Uno está enfermo

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Tarde pero seguro. Les dejo el capítulo de hoy con las palabras clave de "Uno está enfermo".

.:7:.

—¡Hola! —respondí con alegría la llamada de Mara.

—Hola, ¿eres Ariel? —me dijo una voz masculina, desconocida para mí.

—Sí, soy yo —respondí dudosa.

—Soy compañero de clase de Mara. Ella está enferma, estoy llevándola a la enfermería pero sigue negándose y pensé que tú podrías convencerla, tiene fiebre y está toda roja —comentó y de fondo pude escuchar la voz de Mara, estaba renegando entre dientes.

—Sí, claro ¿en qué parte te veo? —pregunté apresurándome a guardar mi cuaderno y plumas que aún seguían sobre la mesa de mi asiento.

—Ya estoy llegando a la enfermería, te veo aquí para que la convenzas de quedarse a descansar o marcharse a casa.

—De inmediato voy para allá y muchas gracias por llamarme —dije.

Juli se puso de pie cuando me vio arrojar todo a mi mochila.

—¿Quién era?

—Un compañero de clase de Mara, me dice que está enferma —respondí colgando la mochila en mis hombros—. Iré a la enfermería.

—Te acompaño, tal vez necesiten un aventón y ya no tengo más clases por hoy, podría llevarlas.

—Muchas gracias —la abracé y nos marchamos juntas.

Juli y yo entramos a la enfermería encontrándonos a Mara recostada sobre la cama con una bolsa de gel sobre la frente. Estaba ella sola y tenía los ojos cerrados, probablemente medio dormida por la fiebre.

Mi mejor amiga me hizo una señal para que entráramos en silencio y de inmediato se fue al mueble donde estaban los termómetros. Sacó uno digital y me impresionó pues en mi casa solo teníamos de esos delgados de vidrio y ni siquiera sabía dónde los guardaba mamá.

Se acercó a Mara y le tomó la temperatura en el cuello.

—38 grados, sí es fiebre pero podemos controlarla con esas bolsitas de gel —susurró acercándose a mí para dejarme ver el termómetro.

—¿Qué hago? —pregunté.

—Por ahora cambiarle las bolsitas de gel y si no baja cuando despierte podemos buscar paracetamol. ¿No te había dicho si sentía alguna molestia?

Negué haciendo memoria de todo el día anterior pues salimos juntas desde el mediodía hasta la noche y estuvimos muy a gusto. Nunca la vi incomoda o quejarse de alguna molestia. Cuando nos despedimos seguía igual de animada.

Volteé a verla con preocupación y en ese momento alguien irrumpió en la enfermería. Era un muchacho que creí recordar vagamente de las veces que fui a la facultad de Mara. Él tenía en sus manos un vaso con agua y al vernos pareció aliviado.

—Ariel ¿verdad? —extendió una mano hacia mí y la estreché—. Soy Valentín, compañero de Mara, fui por un poco de agua caliente para darle alguna pastilla pero ya se durmió.

—Muchas gracias por traerla y llamarme, te debo una.

—No te preocupes, imaginé que serías la persona indicada...

—Ari —me llamó Juli que ya estaba sentada en la cama con Mara quien intentaba levantarse a pesar de no verse nada bien.

—¿Por qué están todos aquí? —se quejó hablando entre dientes y si no la estuviese viendo enferma bien podría pensar que estaba ebria.

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