Dueña De Tú Amor.

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Lo que leerás a continuación contiene lenguaje sexual explicito, no apto para menores de edad.

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-Vamos.- Él me sonrió y enseguida me tomo en sus brazos, yo hundí mi cabeza en el hueco de su cuello, me acurruqué como niña pequeña hasta llegar a nuestra habitación.

Beso tiernamente mi cabello y me dejo sobre la cama, aferre mis brazos en su cuello haciéndolo ponerse a mi altura y lo jale hacia enfrente para besar sus labios, la tome por la espalda y la traje más hacia mí.

-Ámame.-Salió de mi boca como un hilo y nuestros ojos oscuros de pasión chocaron Rápidamente.

Comencé a besar vorazmente sus labios, nuestros cuerpos tiritaban de pasión, nuestra respiración agitada, comenzó por quitar mi pequeña liga del cabello dejándolo alborotado, beso mi cuello luego lo lamió un poco sintiendo como mi piel se erizaba cuando su lengua pasaba por la hendidura de mi cuello,  yo desabrochaba su camisa lentamente, nos pusimos de pie.

Fui lentamente desabrochando botón por botón hasta deshacerme de la camisa lanzándola lejos, mientras él quitaba mi vestido delicadamente hasta caer al piso, él me giro y me abrazo por la espalda pasando sus fuertes brazos por debajo de mis brazos acariciando mi vientre, cosquilleos recorrieron mi cuerpo. Me giro y con su boca quito el tirante de mi bra, sentí como un pequeño destello de electricidad recorrió mi cuerpo desde el dedo de mi pie hasta mi cuello, pase mis uñas por su espalda desnuda encajándolas un poco. Quito el otro tirante de mi hombro y me regalo una sonrisa mientras quitaba en su totalidad mi brasier, me miró con ojos de deseo, como si mis pechos fueran los más bonitos del mundo, pasó su mano por entre mi cabello y luego acaricio mi mejilla.

-Te amo mi cielo.-Le dije mirándolo fijamente.

-Yo te amo el doble, mucho más que eso.-Mencionó y se abalanzó sobre mi.

Sus besos incrementaron de intensidad, poco a poco fue mordiendo mi labio inferior un poco sabe que eso me fascina, sin dejar de besarlo le desabroche el pantalón ayudándole a quitarlo, lo veo, él sonríe y le digo:

-Lo bien que te hicieron tus papás.-Mire su gran y erecto miembro por debajo de su bóxer, el soltó una risotada ante mi comentario y se dio prisa para quitar de un jalón mi calzoncillo de encaje fino rompiéndolo y lanzándolo lejos. Lo jale de ambas manos y las coloqué sobre mis pechos incitándolo a que los estimulara, mi cabeza por instinto se inclinó un poco hacia atrás para darle mejor acceso a mi pecho desnudo. Jadee de placer, mis pezones se pusieron duros, me acerqué a él y dejé un camino de besos por su cuello mientras mis manos tocaban su miembro por encima de su bóxer, a lo que el rápidamente me recostó a la orilla de la cama, sus ojos estaban mucho más oscuros de pasión. Sus ojos recorrieron cada parte de mi cuerpo perfectamente encandecente por la luz de la luna que entraba por la ventana.

Me dijo: Que bendición tenerte solo para mi, y poderte amar más y más cada día.

Beso mis piernas hasta llegar a mi entre pierna mi espalda se arqueó, sus manos acariciaron mi pechos hasta bajar a mi vientre, lo mire y él me sonrió ampliamente como solo él sabe hacerlo para estremecerme y volverme loca, loca por él.

Dio pequeños golpes sobre mi antes de entrar en mi, mi espalda una vez más se arqueó y mi hombre jadeó muy excitado. Tomó su miembro y yo lo ayude a introducirlo en mi rápidamente comenzó a bombear delicadamente haciéndome disfrutar plenamente, de apoco fue incrementando la velocidad acompañado con un conjunto de besos sobre mis labios.

Esa noche derrochamos pasión y amor al máximo, éramos uno sólo, uno mismo, luego de besos y caricias me acoste sobre su pecho, sentirlo así me hacía sentir segura, plena y feliz, enamorada totalmente de este gran hombre que por bendición era mi Marido. Acarició su brazo fornido mientras escucho como el latido de su corazón se regulariza y sonrió por recordar lo maravilloso que ha sido conmigo, esta noche y todas las noches antes que hemos estado juntos. Sonrió mientras acaricio su barbilla de un momento a otro me pesan los ojos y me acurruco sobre su pecho, el jala la sabana bajo nuestras piernas y nos cubre a ambos.

Soy Tu DueñaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora