Capítulo 2

40 5 0
                                    


*Narra Ethan*

Una sonrisa se manifestó en su rostro, dejándome perplejo. No era un gesto propio de un asesino siendo capturado. Era más bien la de alguien que se deshizo de un problema, era alivio. Y estoy seguro que fuí el único que vió su expresión. Y desconozco su propósito.

Al ponerle las esposas, la culpable cambió su actitud a una más indiferente y aburrida. La situación le daba igual. No lograba entender cómo una chica de diecisiete años podía llegar a asesinar a sus padres de una manera tan atroz y perversa. La escena del crimen era muy diferente a las que había visto con anterioridad. Había muchos cabos sueltos, pero también estaba bien planeado que parecía propio de un asesino experimentado.

Tiré de ella fuera de estas paredes, conduciendo la al coche situado en el exterior. La posicioné en la parte trasera del vehículo y me encargué de manejar. De vez en cuando la observaba por el retrovisor buscando alguna pista o indicio que me ayudara en la investigación.

— Mirarme tanto no te ayudará en tus dudas existenciales. — habló con calma mientras trenzaba una mecha de su cabello oscuro.

— ¿Cómo puedes estar tan relajada en una situación así? — cuestioné esperando atraparla con sus palabras.

— Hacerme hablar tampoco te será de ayuda. Soy más inteligente de lo que crees. — soltó con una actitud bastante presuntuosa. — Pero te responderé querido… ¿Cómo te llamas señor?

— Soy el agente Ethan, y tengo veinte años. Así que no me llames señor.

— Está bien señor. — rió como si nada.

— Sigo sin entender cómo puedes estar tan tranquila. — hablé más para mí que para ella.

— Digamos que una situación así, requiere una actitud madura. También, fui interrogada en el asesinato de mi hermana. Aunque a decir verdad es la primera vez que soy culpada directamente de ello. — bromeó quitándole importancia al asunto.

— Eres culpable, pero nos faltan más pruebas antes de presentarte a un juicio. — expliqué su situación. — Osea que por el momento eres la sospechosa principal.

— Vaya, eso es aún más divertido. Pero prefiero guardar silencio, necesito descansar, hoy me levanté bastante temprano. — cerró sus ojos mientras posaba su cabeza en la ventana derecha del coche.

Era una chica que no pasaba desapercibida. Su atractivo era magnético hasta el punto de ser inevitable observarla. Tenía el pelo negro y lacio, que le llegaba hasta el final de su dorso.
Su piel era tan pálida que la confundías con la propia nieve, sumándole aquellos ojos azulados que te remueven hasta lo más profundo de tu ser. Sus labios eran finos y rosados propios de una niña. Era tan delicada e inocente que te daban ganas de abrazarla.
A juzgar por su actitud, se notaban mucho las barreras que se construyó para protegerse de la gente que le hizo daño, parecía frágil como un cristal a punto de romperse, pero también uno que te puede herir con solo rozarlo.

Llegamos después de varios minutos a la estación de policía. Apenas detuve el coche, Ash abrió los ojos esperando que le deje paso para salir. Dí media vuelta y la arrastré fuera del vehículo llevándola al interior del recinto.

Muchos agentes la observaban de distintas maneras, algunos con lástima y otros como si disfrutarán de un espectáculo. Aceleré el paso para evitar comentarios que pueden interferir en mi trabajo, llegando a la sala de interrogatorios.

Sin pedírselo, se fue directamente a la silla y se acomodó con la misma expresión. Recogí todos los archivos y me situé en la silla, estando así cara a cara.

Pecados MortalesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora