Cap. 7

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La semana paso tranquila, me llevaba de maravilla con Stella y con Abel, después se nos unió Eloy, aunque aún seguía serio, y me hice muy unida a Fátima, ella es muy alegre y le encanta hablar, me dijo que después de conocerme soy aún más interesante, que era como introvertida-extrovertida, y no era la única que me lo había dicho, aun maestro en la prepa me dijo lo mismo.

Mis primeros días de descanso fueron eso, descansos, no quería estresarme de más, así que mejor descanse.

Ya era mi segundo sábado trabajando en el club y solo tengo algo muy importante que decir, hay mucha gente los fines, pero eso no es todo, hay mucha gente muy guapa y sexy de ambos sexos.

La noche iba tranquila, refiriéndome a que nadie intentaba nada estúpido hasta ahora. Pero de un momento a otro, sentí como si alguien me mirara muy intensamente, pensé en dejarlo ir, tal vez era mi imaginación ya que solo duro un momento.

Me hice un poco popular por mi buena actitud y buen servicio, pero dudaba de que ese fuera el motivo por el que alguien pondría su atención en mí.

Esa noche me subieron de puesto otra vez, por así decir, mientras más grande sea el digito de la mesa asignada, significaba que más dinero tenían los clientes de esa mesa. Era en la gloriosa sala vip, habían 60 mesas en todo el club y me asignaron la mesa 56, 57 y 58, Fátima tenía las mesas 59 y 60, por su actitud atenta y hermosura, me alegraba trabajar cerca de ella, nos ayudamos siempre que surgía algo.

Me dirigía a la mesa 58 para llevar lo que me pidieron, ya no necesitaba la libretita afortunadamente, cuando sentí de nuevo una mirada.

-Aquí están sus bebidas_ Dije con una gran sonrisa, en parte falsa y en parte no, porque pusieron mi canción favorita.

-Gracias_ Grito una chica rubia colgada del brazo de un tipo que había intentado ignorar cuando tomaba las ordenes, no quería perder la cordura, sabía que era guapo sin siquiera mirarlo directamente.

Le iba a entregar su bebida, y ahí estaba él, parecía molesto, pero no le quitaba que fuera el chico más sexy que había visto en toda mi corta y jodida vida. Su mirada era intensa y me miraba directamente a los ojos, me quito el aliento, empecé a respirar de manera pesada.

-Descuida, ninguna chica por más fea, buena, santa, mala o mojigata, le había ignorado, por eso te mira así_ Dijo un tipo guapo de pelo negro a un lado de mi oído para no gritar mucho._ Además ya lleva unos cuantos tragos.

Señal de que esta ebrio y no le cargura bien el cerebro.

-Ok_ Dije asintiendo con la cabeza y separándome de él_ Necesitan algo más?_ Pregunte de manera despreocupada.

-No linda, gracias_ Dijo el mismo chico de pelo negro con una sonrisa ladina.

Después de atender a mis otras mesas, regrese a la 58 para rejuntar sus copas y preguntar de nuevo si se les ofrecía algo más, pero note que solo quedaba el chico súper sexy de mirada intensa, imagine que los demás fueron a bailar.

Debo admitirlo, era muy, muyyyy guapo, pero no tenía el pelo negro y esa era una desventaja, así que descarte mi posible fantasía mental con él.

-Necesitan algo?_ Pregunte, recogiendo las copas y vasos aparentando hacerlo de manera despreocupada, él me ponía igual o más nerviosa que mi jefe.

Levante mi mirada, encontrándose con la suya, pero no titubee, aun que quería apartar la mirada, sentía que debía de demostrarle que él no me afectaba.

-No, vete_ Me dijo de manera cortante, mirándome de arriba a abajo.

Ok, este tipo quería pelea, no tengo la culpa de que su pelo no sea negro.

Empezó a besar a una rubia muy ebria, desde mi punto de vista.

Yo solo me di la vuelta y me fui. Mi corazón latía como un loco por el coraje. Choque con alguien, lo bueno fue que no tire nada, cuando levante la mirada estaba frente a mí, un tipo alto muy serio, con el cabello negro azabache y ojos verde-azul claro, era hermoso, con barba, pero hermoso.

-Discúlpeme_ Dije agachando la mirada avergonzada porque me le quede viendo un muy buen rato, pero era imposible no mirarlo, lo rodee y me fui tan rápido que no me di cuenta cuando llegue a la barra.

-Todo bien dulzura?_ Ese era Mickey, el encargo de hacer las bebidas más ricas, según dicen. Tenía unos 25 años y él, Fátima y yo, nos llevamos muy bien. Era guapo pero no mi tipo, era exageradamente empalagoso.

-Todo bien_ Le dije con una sonrisa, estaba un poco agitada por el enojo y luego sonrojo que pase tan rápido hace unos momentos.

Ya casi salía de trabajar, solo una hora más y este suplicio terminaría. Pero la vida no me la quería poner fácil.

Tuve que ir rápido al baño a hacer mis necesidades, por algún milagro no estaba lleno, me lave las manos y cuando iba saliendo un brazo fuerte me tomo por la cintura. Me tomo por sorpresa así que intente girarme, pero sentí como un aliento golpeaba mi cuello llevando un escalofrío por todo mi cuerpo, sentí como su otra mano tocaba mi cadera y de repente su boca roso mi cuello.

-Ah_ No pude evitar soltar un gemido, todo mi cuerpo tembló, mis manos fueron hacia el brazo que sostenía mi cintura, la luz del lugar era tenue, asique era perfecto para lo que él estaba haciendo.

Al escuchar mi gemido él se tensó y apretó más mi cintura, pegándome más a su bien formado cuerpo, llevando sus labios a mi cuello, empezó a besarlo, lenta y sensualmente, su mano acaricio mis costillas subiendo más hacia mis pechos, pero nunca los toco.

La mano en mi cadera empezó a moverse más hacia mi entrepierna, era tan provocador, me estaba poniendo ansiosa, nuestras respiraciones eran pesadas, quería más, quería que hiciera más, la atmosfera era algo que nunca pensé que podría sentir, lo deseaba, no sabía quién era, pero era muy alto ya que podía sentir su dura erección en mi espalda baja, la tensión sexual era mucha.

De repente, él se detuvo y se fue la más rápido posible. Yo caí arrodilla en el piso, mi respiración era agitada y pesada, di un suspiro e intente calmarme, tenía sed, ¿por qué? No tengo ni idea.

Me di cuenta de que mi cuerpo temblaba, no sabía si era de miedo o placer, o ambas, pero lo de hace rato fue muy excitante y nuevo.

Me recupere, intentando no pensar en la identidad del desconocido, que olía muy bien por cierto. Termine mi trabajo y fui a casa. No puede dormir bien esa noche. Pensar en esas grandes manos tocando mi cuerpo, aun me ponía ansiosa. 

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Arriba podrán ver a nuestro guapo desconocido con ojos verde-azul, no participara mucho hasta después, no desesperen ;)

Todas las imágenes que ponga tienen sus respectivos derechos de autor, que obviamente desconozco.   

El peligroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora