VEINTE

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—Ya están aquí.

Heechul y Jungsoo entran en la habitación tomados de la mano. Los chicos, que están sentados en el suelo, abren los ojos de par en par. Yo no.

—¿Ya?

—¿Tan rápido?

—¿De verdad vamos a conocer a los nigromantes?

—Qué miedo...

Comienzan a murmurar entre sí mientras repaso con los dedos el contorno de esos labios morados. No pasa nada. Estoy seguro de que ellos podrán solucionarlo. Pronto volverán a ser de ese rosa que tanto me gusta. Pronto los veré curvarse en una dulce sonrisa, moverse para llamarme "capi", estirarse en un puchero, entreabirse para que lo bese.

Antes de intentar matar a Heechul, el nigromante que nos ayudaba nos dio un cristal con el que podríamos comunicarnos con él si alguna vez lo necesitábamos. Lo guardamos después de escapar pensando que jamás lo usaríamos. Llegué a creer que sería buena idea lanzarlo al mar y deshacerme de él. Ahora me alegra que Jungsoo me convenciera de no hacerlo, porque en cuestión de minutos, no solo han respondido la llamada de Heechul, le han hecho caso y han venido a rescatarnos.

El barco se sacude como si estuviéramos en medio de un terremoto. Me acerco a Donghae a mi cuerpo y le cubro la cabeza cuando el suelo empieza soltar trozos de madera sobre nosotros. Son pequeños. Son pocos. A Kyuhyun le golpea uno y apenas se queja. Pero me siento más tranquilo sabiendo que esta vez he podido protegerlo.

Después de unos segundos, el temblor se detiene. Nos miramos unos a otros. Ellos parecen muy confusos. Yo lo estoy también, hasta que cierta cabeza de pelo negro se asoma por detrás de la pareja.

—Bienvenido de nuevo al Norte, capitán.

Aprieto la mandíbula.

Heechul salta al escuchar esa voz a su espalda y se agarra al brazo de Jungsoo, que tira de los dos tan lejos de la puerta como puede. Entonces el nigromante se percata de su presencia y menea la mano para saludarlo. Sé que el primero se contiene de insultarlo porque necesitamos su ayuda.

Viste tal y como recordaba. Muy parecido a como vestía Donghae cuando llegó la primera vez. Camisa azul oscuro, pantalones azul oscuro y túnica azul oscuro. Lleva zapatos, un broche en el pecho y guantes en las manos. Recuerdo que casi tengo una erección la primera vez que lo vi, pero ahora... ahora solo quiero echarme a llorar.

—Hola, Siwon.

—¿Ese es el muchacho? —pregunta, señalándolo con la mirada.

Asiento efusivamente. Le acaricio la cabeza y lo vuelvo a dejar en la cama con cuidado. Entonces Siwon entra en la habitación y se acerca sin prisa, andando recto, con la cabeza alta, un gesto imperturbable en el rostro. Me hace a un lado con un movimiento de mano y ocupa mi lugar.

—Así que le ha picado la mantícora que tenéis ahí arriba, ¿no?

—No —responde Jungsoo—. Me picó a mí. Él estaba intentando curarme, pero solo consiguió absorber la enfermedad.

—Dudo que ese "pero" encaje aquí. Él consiguió curarte, el problema es que no usó el método adecuado. ¿Cuántos años tiene?

—Diecinueve.

—¿En serio? Pensaba que los hechiceros a esa edad ya sabían hacer hechizos de sanación. Supongo que se le fue de las manos. Eso o...

—¿O qué?

Me mira por encima de su hombro, pero no dice nada. También mira a los demás, en un silencio que nos incómoda a todos. Opto por cruzarme de brazos para contener las ganas de empujarlo lejos de mi principito.

En busca de Talasa [EunHae +18]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora