2. when you get me alone

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🔮🪄 capítulo dos
cuando me tienes a solas

Hacerse amiga de Violet tal vez fue una de las mejores decisiones que Agatha tomó, aunque fuera una mentira. Podría entrar en su casa y en su vida de forma natural, al igual que sacar todos los secretos que escondían ella y su mágica vecina.

— No tengo mucho, pero mmm, ¿quieres algo de beber? —ofreció la rubia luego de que entraran a la casa, algo confundida sobre que debía hacer.

Si anteriormente su mente estaba en blanco, al estar lejos de Wanda y sus poderes, sus sentidos se encontraban incluso más nublados. Peor considerando que estaba con Agatha.

— No te preocupes, muñeca, así estoy bien. —replico en tono dulce, acariciando suavemente su hombro.— ¡Que linda casa!

— Lo es, —sonrió por un corto momento, observando a su alrededor, notando que habían tantos detalles que no había visto antes.— pero no la siento como mía.

Agatha notó la auténtica melancolía en esa corta frase, como si al alejarse de Wanda se le hubieran agotado el límite de chistes y conversaciones despreocupadas.

Estaba tan cerca...

— Y para eso está Agnes aquí, querida. —mencionó con entusiasmo, intentando probar si su mente seguía controlada.— Haremos todos los cambios que quieras hasta que te sientas cómoda.

— Creo que en realidad el problema es que es demasiado grande para mi sola.

La rubia se acercó al sofá y se sentó allí con un resoplido cansado, arreglando su falda sin ganas.

— Lo sé, Ralph casi nunca está en casa, y estoy igual de sola. —admitió con un puchero, sentándose bastante cerca de ella.— Dime, ¿porqué mudarse a un suburbio si nisiquiera estás casada?

La bruja tomó un mechón del cabello de Violet para pasarlo tras su oreja, y allí lo hizo con solo tocar su sien suavemente, una caricia accidental mientras acomodaba su pelo y la conciencia de la menor se aclaró.

Westview, los poderes de Wanda habían estallado y ahora estaba atrapada allí, eso fue lo primero que recordó. Luego todos sus demonios le siguieron.

— ¿Cuál era la pregunta, Agnes? —cuestionó mientras parpadeaba repetidamente, extrañada por su entorno.

Ahora le aterraba responder cualquier pregunta, si antes sabía que había un secreto que guardar, ahora eran cientos, uno más doloroso que el anterior.

— ¿De dónde vienes? —replicó la mayor sin perder su tono de voz cantarín, dejando accidentalmente que su mano cayera de su rostro a la mano de la rubia.

— Muchas partes, viví en muchos lugares. —respondió con escepticismo pintado como desinterés.

Sokovia, Estados Unidos, Japón, Escocia, Canadá, Alemania, Grecia y la lista podía continuar por un largo rato, pero podía sentir sus nervios ponerse de punta con solo pensarlo.

— Pero, ¿cual consideras tu hogar, tesoro?

— Nací en Massachusetts, —aclaró, tragando con dificultad.— así que creo que allí.

DOLLHOUSE ◇ a. harknessDonde viven las historias. Descúbrelo ahora