3. our secret moments

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🔮🪄 capítulo tres
nuestros momentos secretos

Una vez la cena de Wanda y Dimitri terminó, la bruja pelirroja inconscientemente envió a todos a dormir para cambiar los escenarios y adecuarlos a su próxima sitcom. Justo a tiempo para que la bruja mayor dejara a Violet en su casa y se fuera.

Agatha era la única que sabía todo lo que ocurría, y a la vez no entendía demasiado. No entendía como todo aquel poder era posible, como había iniciado aquel gran hechizo que era tan complejo de crear como de descifrar.

La bruja oscura estuvo en el sótano esa noche, un lugar libre de la magia de Maximoff, allí practicó algunos hechizos que le podrían funcionar y estudió como controlar a las personas de Westview con un solo toque hasta perfeccionarlo.

Al hablar con Violet sobre el Señor Scratchy, se le ocurrió utilizarlo como un vigilante para los lugares a los que ella no podría llegar, y mientras hablaba con su mascota, los recuerdos llegaron, cuando el conejo no era su fiel compañero, cuando tenía a alguien más a su lado...

Una leyenda que nunca murió y llevaba el nombre de Stella Fairfax.

Stella era una bruja en el siglo XVII, una del aquelarre de Agatha en Salem. No era la más hábil o la más estudiosa, eso se lo dejaba a la bruja oscura, mientras ella era un rayo de luz, tan brillante e intenso como su cabello naranja.

Ambas habían estado en el aquelarre desde su nacimiento, habían sido amigas toda su vida a pesar de sus diferencias, e inevitablemente tras cientos de años juntas, habían terminado enamoradas.

Las brujas no podían amar a los humanos mortales, los hechiceros eran mentirosos y vanidosos, solo conocían brujas desde toda su vida, pero tampoco debían enamorarse. No debían amar a nadie para mantenerse a salvo, y por ellos fueron castigadas incontables veces, pero esto nunca las venció.

Solo la muerte pudo separarlas, de alguna manera, terminaron como el sol y la luna, destinadas a amarse pero no a estar juntas.

— ¡Stella! Odio a tu maldito gato. —gruñó la pelinegra entrando a la habitación de la mencionada, volteando cada tanto para asegurarse que el animal no la seguía.

— Por amor a Hecate, Agatha, si es la cosa más linda del mundo. —replicó con un tono adorable cuando el gato negro atravesó la puerta, caminando orgulloso hasta la pelirroja que lo tomó en sus brazos.

— Tú eres más linda, —añadió con tono juguetón, y el gato volteó a verla mal.— pero él me odia tanto como yo a él.

— Motitas no te odia. —aseguró, sentándose en el borde de su cama, dejando al gatito en su regazo para acariciarlo.

— Lucifer le quedaría mejor. —susurró Agatha, y Motitas le gruñó, ella lo imitó, mientras Stella rodaba los ojos. Ambos eran iguales y no lo notaban.— Bien, de todas formas, ¿a dónde vas?

— Hoy hay una fiesta en el pueblo, ya comienza el verano. —explicó sin levantar la vista, Agatha supo que lo que le diría no le gustaría.

— ¿Y?

— Que iré, deberías acompañarme. —sugirió, poniéndose de pie para cambiarse mágicamente su vestido de diario por uno más colorido y elegante.

— No, tú deberías quedarte y acompañarme. —propuso en respuesta, recostandose ligeramente en la cama y palmeando a su lado.

— Madre dijo que si lograba escaparme de Evanora podía ir. —explicó, buscando su capa.— Y ya encontré una forma. —se colocó la misma y al envolverla se volvió invisible.— ¡Mira! Deberías estar orgullosa.

DOLLHOUSE ◇ a. harknessDonde viven las historias. Descúbrelo ahora