(Yumei)
Tomé asiento enfrente de ellas que se habían sentado juntas, rápidamente un mesero se acercó a nuestra mesa; era bajito, delgado y usaba lentes, tomó nuestra orden al pie de la letra escribiéndola en una pequeña libretita que tenía para anotar pedidos. Este se comportaba coqueto para con Jin, aunque me hacía sentir celos, estaba muy consciente de que yo no era nadie para tomar cartas en el asunto ante la situacion pero aun así disfrutaba ver la notable molestia de Oyuki en su rostro, tuve que desviar la mirada para no soltar la carcajada que estaba a punto de salir de mi boca. A todas estas, Jin se comportaba amable como siempre sin caer en cuenta de las insinuaciones del mesero hacia ella, lo cual irritaba todavía más a Oyuki, quien la interrumpió para dictar la orden definitiva y apresurar al camarero pues “teníamos hambre”; no reírme había sido, por mucho el acto de contención más grande que había hecho en la semana. Pedimos dos cafés para Jin y para mí, un té para Oyuki, unas galletas y el tan deseado tiramisú de Jin. Superado el incidente del mesero ya podíamos disfrutar de nuestra merienda, ellas conversaban y contaban anécdotas de su círculo amistoso mientras que por mi lado solo asentía y escuchaba, de vez en cuando recordaba la imagen de Oyuki celosa y sonreía para mis adentros.
Si Jin fuera mi novia, no permitiría que nadie la mirara con los ojos que solo yo puedo verla.
Después de un rato de hablar de cosas triviales y pedir un par de bebidas más, se habían hecho las 8:30 de la noche; Jin mencionó que debían irse a casa pues sus padres la regañarían si llegaba a más de las nueve. Se suponía que debían estar con un grupo grande de amigos, pero se habían desviado para estar solas.
- ¿Pero ya no es tarde para Oyuki? - quise saber, se me hacía raro que no se hubiera ido hace unas horas, tenía entendido que sus padres eran mucho más estrictos y no les gustaba que andara tarde por la ciudad. Jin me respondió de inmediato.
- Para nada, ella se quedará en mi casa. - ¡Por supuesto! Sabía que estaba mal, pero me revolvía el estómago cada vez que demostraban sus cursilerias.
- Bueno, ¿Y qué hay de ti, irás a casa? - sin ser un asunto de su competencia, preguntó Oyuki.
- Eh, tengo cosas que hacer aún, pero no se preocupen y vayan. Yo daré unas cuantas vueltas y luego iré a casa a dormir. - me excusé, mintiendo como si de respirar se tratase.
- ¡En ese caso perfecto!- dijo Jin.
- ¡Nos vemos mañana Yumei! - se despidieron ambas.
De nuevo estaba sola, se habían ido. Agradecí al cielo que ambas pagaron la cuenta porque ya no tenía suficiente dinero. Vi por última vez al mesero a la cara y me reí finalmente a gusto, estaba confundido pero no dijo nada; fue entonces cuando salí de la cafetería y empecé mi rumbo hacia ningún lugar.
No tenía plan alguno y por lo tanto no tenía a donde ir, ya era de noche, analicé mis opciones y mis circunstancias actuales: no quería ir a casa y estaba sola.
Las calles a cada minuto se vaciaban más, al ser una zona tranquila era normal que los pequeños locales cerraran temprano a diferencia del centro de la ciudad, donde había vida las 24 horas del día. En mi caminata sin destino mi mente tocaba distintas ideas y fugazmente se había cruzado la de ir a un burdel en la ciudad, de inmediato me burlé de mí misma puesto que era una idea tonta y sin sentido, ni siquiera tenía dinero y sería muy raro ver mujeres semidesnudas que no conozco moviéndose en un tubo, ¿Siquiera me haría sentir algo? Sin conocerlas no, era imposible desear del todo a alguien que no conozco. En todo este tiempo había perdido la capacidad de sentir algo por nada ni nadie, sin importar lo que experimentara mi reacción sería la misma: nada.
A este punto ni siquiera la música me llenaba, sentía vacíos muy grandes que nadie podría llenar, ni burdeles, ni música, ni café con galletas… Nada. Todo me resultaba igual de aburrido, desesperante, agotador. Estaba cansada de todo, de mi madre y él, de las conversaciones insignificantes con Jin, las burlas de la escuela, las clases fastidiosas, la gente estúpida… Y aún así, ni estando alejada de todo aquello podía sentirme bien, estando a solas me refugiaba de la gente pero no de mí. Mi mente era traicionera.
Me encontraba cerca de la playa, un lugar apacible y desolado; me incursione hasta allá, pensando en que sería una buena idea matar el tiempo allí. Podría ver el mar o tal vez ahogarme, cualquier opción estaría bien para mí.
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Tus Bellos Ojos I
RandomUna linda chica de preparatoria llamada Yumei tiene una vida algo complicada quiere suicidarse y decir adiós a todo. Mientras Ukara, una recién egresada empieza sus estudios universitarios y se enfrenta a la soledad que hay a su alrededor. Los inten...