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   Recosté mi cabeza a la almohada y alcé el móvil hasta que la cámara enfocó una buen ángulo de mi rostro. Instantes después apareció John sonriendo y agitando su mano en forma de saludo, haciéndome sonreír.

   —Hola... Sonríes muy bonito.

   Me coloqué el otro auricular y dejé salir una risita.

   —Lo sé, pero gracias.

   Por alguna razón solté sin querer el móvil, logrando que este cayera justo encima de mi cara y me hiciera soltar un leve quejido de dolor. Escuché la carcajada de John en cuanto me apresuré a tomar el móvil.

   —Me diste un beso.

   —¡Ah, claro que no! —espeté de inmediato, sentándome en la cama y recostando mi espalda contra la pared—. Se me cayó el celular...

   —Y tu boca quedó justamente encima de la cámara.

   —Sí, pero fue sin querer.

   —Sí, pero de todos modos cuenta cómo un beso.

   —¡Agh, qué mentira! —exclamé—. ¡Por supuesto que no! Deja de pensar cosas que no son...

   —Me diste un beso, me diste un beso, me diste un beso —cantaleteó—. Paul me dio un beso...

   —Si sigues diciendo ridiculeces voy a cortar la llamada.

   —Mejor corta la distancia entre nosotros.

   Me ruboricé tremendamente.

   —¡John, basta! —espeté—. Quise hacer la video llamada para hablar de nosotros, no para coquetear.

   —Qué lástima. Yo acepté hacer la video llamada porque quiero coquetear contigo.

   —¡Ahg! —chasqueé mi lengua y fruncí mi ceño—. ¿Quieres dejar de ser tan... tan...?

   —¿'Tan' qué? —se sonrió—. Me gustas mucho. Pienso en tu cara todo el tiempo.

   El rubor volvió azotar mis mejillas, y me resultó imposible ocultar el semblante sorpresivo que emanó de mi rostro.

   —¿Piensas en mi cara y no en tu novia?

   —No tengo novia. Esos mensajes lo escribí yo mismo.

   —¡Qué mentiroso eres! —exclamé en seguida, haciéndolo reír—. ¿¡Y por qué me dijiste algo así!?

   —Porque quería ver tu reacción y hacerme el interesante.

   —No me gusta la gente mentirosa.

   —Tú también mientes.

   —¡Claro que no! —me apresuré a decir—. ¡Yo no te he dicho mentiras!

   —Percibo que finges una cosa y das a entender otra. Eso es mentir.

   —¿Ah, sí? —alcé mis dos cejas—. ¿Y qué es?

   —Finges que te desagrado, pero en realidad estás derritiéndote como mantequilla por mí.

   —¡Ay, por Dios, qué mentira! —espeté enseguida, adoptando un semblante de desconcierto—. ¡No estoy derritiéndome como mantequilla!

   —Entonces estás derritiéndote como cubito de hielo en verano por mí.

   —¡Tampoco! No seas tan creído —le recriminé, apoyando mi brazo de la rodilla y alzando un poco más el móvil para enfocarme mejor—. Eres bonito, pero tampoco estoy derritiéndome por ti.

   Aprecié la sonrisita de John a través de la pantalla.

   —¿Cuándo vamos a vernos? —Esta vez, John recostó su cabeza a la almohada.

   —¿Por qué eres tan apresurado?

   —Sólo quiero verte en persona...

   —Me da miedo verte en persona.

   —¿Por qué? —el rió—. No voy hacerte nada malo, sólo voy a conversar contigo.

   —No te creo —me apresuré a decir—. Si me dijiste que tenías novia y te hiciste pasar por ella en una conversación..., puedes estar mintiéndome en todo lo que digas. ¡Por cierto! ¿Cómo es que esa vez escribiste bien y el resto de las veces escribes con horrores ortográficos?

   —Tuve mucho cuidado al escribir para que se notara diferente. Normalmente escribo sin cuidado.

   —Pues deberías comenzar a tener cuidado al escribir.

   —Tendrás que amarme con mis errores ortográficos.

   —¡No te amo! —exclamé inmediatamente, rodando los ojos y soltando un bufido—. Agh, qué apresurado...

   —Es que cuando vi tu foto... creo que sentí algo así cómo amor a primera vista.

   —¡Qué estúpido, John! —me reí, estando algo avergonzado por lo que acababa de escuchar—. Ya vete a dormir, seguramente tienes sueño y dices estupideces.

   —La próxima vez que nos veamos..., ¿puede ser de cara a cara? Podemos ir a tomar un helado o al cine... Yo invito, de eso no te preocupes.

   Lamí mis labios en gesto pensativo.

   —Bueno..., sí... Puede ser. ¡Pero yo te digo cuándo!

   —Está bien —él se sonrió—. Descansa. Que tengas una linda noche.

   —Igual.

   Dejé caer el celular en mi cama y me levanté con emoción, procediendo a dar saltos mientras soltaba risitas emocionadas.

   —¡Qué lindo es John! ¡Todo lo que dijo fue tan bonito! ¡Le gusto, le gusto!

   Suspiré y volví a esbozar una sonrisa amplia.

   —¡Y lo mejor de todo es que no tiene novia! ¡Ah, que idiota es! ¡Me gusta mucho!

Wrong Number ➳ McLennonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora