Resurreccion

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Fu un beso largo, pero suave, dulce, expresaba todos los sentimientos que no se podían poner en palabras. No quise que se acabara nunca pero se separo con rabia y se giro para marcharse bruscamente.

Pero algo lo detuvo, mi mano lo detuvo. Se había aferrados a su capa con fuerza y no parecía que fuera a soltarla. Él se volvió lentamente y miro un largo rato la mano anonadado, volvió la vista hacia mi rostro y se percato de una solitaria lágrima que iba deslizándose por mi mejilla sin fuerza. Mis labios se movieron lentamente en un suspiro:

—No te vayas.

El, como movido por un resorte, se abalanzo hacia mi, me acuno el rostro suavemente y pregunto con miedo:

—¿Me estoy volviendo loco? ¿Estoy delirando? Dime que no, por favor.

Mis ojos se estrecharon e intentaron parpadear con esfuerzo. El me incorporo y apoyo nuestras frentes, cerrando los ojos como si al abrirlos fuera a desaparecer. Levante mi brazo a una velocidad vertiginosamente lenta, acaricié momentáneamente sin rostro mientras decía con dificultad:

—No estas loco, estoy aquí.

Y me beso de nuevo. Fue un beso fogoso, con frenesí, con lujuria, con agonía, con melancolía, con dolor y con amor: choco mis labios con los suyos y empezó a moverlos con desesperación sobre los mios, yo le respondí con el mismo anhelo, sincronizándolos en un baile en pareja, no era tan acompasado como la salsa, ni tan monótono como un baile lento, ni tan distante como un baile en la corte. Era como el tango: sensual, con cambios de ritmo que permitían disfrutar de momentos ideales, como cuando le mordí el labio inferior lentamente; y con pasión por el momento. Su lengua pidió permiso, insegura, para entrar en mi boca y estrelle la mía contra la suya en un abrazo de deseo en respuesta. Puse mis manos sobre su cuello y rodee su cabeza acercándolo mas a mi. Sus manos empezaron a recorrer mi cuerpo, acariciándolo con suavidad, quemaban sobre mi piel, la ropa estorbaba...

—Florian... —se me escapo un gemido.

...y alguien carraspeo con fuerza.

Abrimos los ojos de golpe y nos separamos mientras nos girábamos hacia seis enanos enrojecidos con la cabeza vuelta ante tan escena de lujuria y uno, también enrojecido, que golpeaba en suelo con el pie con incomodidad.

Mis mejillas se tiñeron de rojo y baje la cabeza en un intento de ocultar mi rubor.

Él también tenia la cabeza volteada hacia un lado cuando lo mire de reojo, no podía ver su rostro pero su rubor llegaba hasta las orejas por lo que no hacia falta verle la cara para saber que estaba tan avergonzado como yo.

Nadie dijo nada de camino hacia palacio. Florian y yo estuvimos con las manos entrelazadas con los rostros aun ruborizados, mirando en distinta dirección, encontrándose en miradas furtivas aleatorias. Los enanos iban cesante, abriendo la marcha hacia un palacio en donde una princesa nos esperaba con los brazos abiertos.

Blancanieves [FanFic]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora