Capítulo 9

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Lo que pasó en ciudad sin noche

Wei Ying despertó mucho tiempo después que el sol hubiese salido y tomado su lugar en el cielo, se removió entre las sábanas soltando un ligero siseo de dolor, pero feliz. Se hallaba con el cuerpo girado hacia la puerta de la habitación del hostal. Una vez que su mente se hubo despejado, le vinieron a la mente los recuerdos de la noche anterior. Sintió que se sonrojaba profundamente, pero también una dulce sonrisa comenzó a formarse en su cara. Wei Ying brillaba, aún cuando era de día, su piel resplandecía con un precioso brillo, como si un bello diamante fuera iluminado con los cálidos rayos del sol además de que las marcas que Lan Zhan había dejado la noche anterior decoraban perfectamente su pálida piel. En ese momento Wei Ying se dio cuenta.

Lan Zhan— dijo suavemente y dándose la vuelta para ver a su amado— pude dormir de no...— las palabras se quedaron atoradas en su garganta.

Al otro lado de la cama no había nadie, nada más que una cama vacía y sábanas frías. Wei Ying se incorporó, sintió dolores en lugares en lo que no sabía que tenía, y mucho menos que podían doler.

—¿Lan Zhan? —Se levantó de la cama, tratando de averiguar si Lan Zhan se hallaba detrás del biombo, quizá tomando un baño, pero no. Wei Ying estaba solo en la habitación. Se levantó vistió con su traje azul apresuradamente, pensando que quizá Lan Zhan había bajado a desayunar, pues había notado que el chico se levantaba mucho antes que el sol se asomara por las montañas.

Bajó las escaleras que separaban las habitaciones de los huéspedes de el comedor y la barra de licores de aquel hotel. En uno de los sillones se encontró un hombre robusto y de aspecto gruñón que contemplaba las brazas de la chimenea mientras comía lo que parecía ser un pan, Wei Ying incluso podía ver las migajas de azúcar alrededor de la boca del hombre y en su ropa. Trató de disimular la mueca que se formaba en su rostro y se acercó a él. Sorprendentemente, este hombre sí podía verlo.

—Disculpe— le dijo con una pequeña sonrisa—¿ha visto usted a mi amigo?

—Se fue al amanecer chico.

—¿Se fue? — su sonrisa ya no estaba.

—Sí. Me pidió que le avisara—dijo el hombre incorporándose para tomar un trago de la taza que estaba a su lado—dijo que fue a ver a Wang LingJiao, porque lo siente, pero encontró a su verdadero amor y quiere pasar el resto de su vida con él. —el cálido brillo que desprendía el cabello de Wei Ying lentamente se fue apagando, hasta que su cabello se veía de un gris, casi blanco, pero sin brillo y algo opaco.

Obviamente, Wei Ying había malinterpretado las palabras de este hombre—¿Qué? —contuvo un sollozo—¿Está seguro?

—Totalmente.

Wei Ying no había entendido que él mismo era el amor de la vida de Lan Zhan, y desgraciadamente él no estaba ahí para aclarárselo. Con el corazón apesadumbrado agradeció al hombre, y salió del hostal. Caminó por el mercado, por el sendero que dividía el mercado, la tierra de Yiling, de Gusu.

Caminaba sin prestar atención, con los ojos vacíos, sin rumbo.

La tristeza de su corazón era enorme, la sentía como un peso en el pecho que le dificultaba respirar, una que otra lágrima traicionera corrió por su rostro, pero Wei Ying no se inmutó, se sentía entumecido.

Paso incluso por el puesto de la bruja que los había engañado, la que vendía aquellas pequeñas florecitas encantadas. No escuchó a la bella mujer que la llamaba a gritos, tampoco vio como esta caía al suelo, sujeta por la cadena que la condenaba a la esclavitud.

Camino directo a el muro que separaba ambos mundos.





Madame Semele colocó la última flor de cristal sobre la mesa del tenderete, y contempló el mercado con aspecto huraño. Tan sólo pasaban unos minutos del mediodía, y los clientes empezaban a discurrir. Aún no se había detenido ninguno en su puesto.

Polvo de Estrellas - [ADAPTACIÓN WANGXIAN] ✅Donde viven las historias. Descúbrelo ahora