Capítulo 1

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Ambos vimos correr contentos a nuestro pequeño hijo por todo el jardín. Él me miró tierno y sostuvo mi mano con cariño.

Había llegado el verano, pero este no era el de costumbre.

Había estado nevando desde hacía unos días y eso me preocupaba un poco, puesto que mi esposo, en unos días más, tendría que viajar por su trabajo.

Nuestro pequeño jugando en el pasto, volteó a mirarnos y nos sonrió.

Miré a Joey y él me sonrió con destellos.

_ Recuerdo cuando lo vimos nacer.

_ Ese fue el día más lindo, e inolvidable para los dos.

_ Muy bonito. Es igual a ti, Violeta. Tiene tu misma dulce sonrisa y grandes ojos cafés.

_ También tiene mucho de ti. Creo que tiene tú mismo carácter – se río.

_ ¿De veras? Jejeje, eso es bueno. Es un honor para mí.

_ El honor es que tú seas su padre y mi eterno esposo – me miró perdidamente.

_ Niña mía, para mi es el honor de que tú seas mi esposa y que me hayas dado este hijo tan maravilloso como lo es nuestro Danielito.

Nos miramos perdidamente enamorados y él acarició mi mejilla.

_ Te amo mucho, mi Violeta.

_ Y yo a ti.

Nos dimos un apasionado y largo beso y luego nos abrazamos fuerte, como si de ese abrazo dependiera todo el tiempo.

Danielito corrió a donde nosotros y Joey lo tomó con cariño en sus brazos. Yo miré a ambos con cariño y le tomé su pequeña manito.

Él embobado, le sonrió y le dio un pequeño beso en su mejilla. Su amado hijo se rio y lo abrazó todo mimado. Era su consentido.

Comenzó a correr un fresco viento, él miró a los cielos y advirtió que se vendría una tormenta.

_ Será mejor entrarnos a la casa – su progenitor se rehusó.

_ No, yo quiero seguir jugando aquí contigo, papi.

_ No mi amor. Hay que obedecerle a papi, o si no, nos resfriaremos todos.

_ Cierto hijo. Tu mamá tiene razón, ahora vamos.

Le dijo con una dulce sonrisa, Danielito lo miró, y Joey contento, me abrazó y nos devolvimos así los tres juntos hasta la casa.

Esa misma noche...

Meciéndolo en su cama, para que se durmiera, Joey lo miraba con ojos tiernos y de preocupación para que a su amado hijo no le pasara nunca nada. Él lo cuidaría y protegería siempre.

Para Danielito, su padre era su héroe en todos los sentidos.

Cerró sus ojitos y se durmió soñando, quizás con ovejitas, o trenes mágicos y él le besó su cabecita con todo su cariño y amor.

_ Buenas noches, hijo mío. Que sueñes muy bonito. Te amo mucho...

Entumida, lo vi entrar a nuestro dormitorio y mis ojos se encantaron al instante. Le sonreí y él me sonrió todo galán y coqueto.

Se acostó junto a mí y yo amé que lo hiciera; sentir su cuerpo junto al mío y sin poder contenerme, lo abrasé con todo mi amor y él rio enternecido.

_ Mi Violeta – me miró – ¿Sabías que te amo con todo mi corazón? – volví a sonreírle.

_ Y yo a ti. Te amo mucho.

Me miró perdidamente y acarició mi mejilla.

_ Pero hay algo que te preocupa ¿No es verdad?

_... Es que. Me da tristeza que tengas que irte. Sé que es parte de tu trabajo y todo, pero me cuesta. Es el primer viaje que harás desde antes que naciera Danielito.

_ Lo sé, y créeme que es tan difícil para mí, como para ti el tener que hacerlo, pero si no realizamos esta gira, nos veremos muy perjudicados.

_ Entiendo. No es que no quiera, pero es por Danielito – me abrazó.

_ Ya tranquila. Yo lo sé. Sé que no será fácil para él, pero solo serán dos semanas. Amor, te prometo que volveré en ese tramo. No quiero que estés triste, por favor – se me llenaron los ojos de lágrimas.

_ Si. Tienes razón, de todos modos, así fue como te conocí, mi dulce vocalista – me sonrió enternecido.

_ Y aún estoy agradecido por aquello, porque por quien soy pude conocerte al fin mi preciosa. Eres lo más importante que tengo y no me arriesgaría por nada a perderte a ti, ni a nuestro amado hijo.

_ Nuestro hijo.

_ Si ¿Viste lo creativos que fuimos los dos al hacer a nuestro preciado bebe? – me reí con picardía.

_ Jejeje, si, muy creativos.

_ Te amo.

_ Y yo a ti, ahora y siempre.

Me miró idiotizado y luego comenzamos a besarnos. Nos abrazamos y no dejamos de besarnos y amarnos por esa noche.

Así los días pasaron y llegó la fecha en que Joey debía viajar...

Aquella mañana nevaba sin parar y Danielito en mis brazos, estábamos tras la ventana; miramos la gran ventisca, que amenazaba en no irse. Joey nos miró y se nos acercó.

_ Esto no está bien – dijo serio y nuestro bebe me abrazó asustado.

_ ¿Qué quieres decir?

_ No puedo irme y dejarlos aquí solos, puede ser muy peligroso.

_ ¿Tú crees? Quizá la ventisca se pase en un par de horas.

_ No lo creo pequeña. Nevó toda la noche. Aun así, yo no puedo cancelar nada, pero eso sí, a ustedes los iré a dejar a donde mis padres.

_ Pero amor.

_ Amor. No pienso arriesgarlos a ninguno de los dos, ahora haz rápido tu equipaje y del niño y nos vamos enseguida.

_... Ok...

Cuando mi esposo se colocaba en esa actitud, no había nadie, ni yo, quien pudiera hacerle cambiar de opinión, y como pude, guardé lo más esencial de Danielito y lo mío.

Luego, nos subimos a su auto y Joey nos llevó a la casa de sus padres, que quedaba al otro lado de la ciudad.

De camino a casa de sus padres, yo iba preocupada por él. Joey lo advirtió y tomó mi mano con cariño.

_ Tranquila amor mío. Estaré bien.

_ Prométeme que, si no puedes viajar, por esta nieve, irás de inmediato a buscarnos a Danielito y a mí a la casa de tus padres. No quiero que te pase nada, Joey.

_ Te lo prometo, cariño. Ahora solo procura cuidarte tú y cuidar de mi hijo.

_ Así lo haré. Te lo prometo...

Sus padres contentos de recibirnos, Joey me miró perdidamente, y yo a punto de llorar al verlo marcharse, su madre cargó a Danielito en sus brazos, mientras que la ráfaga de nieve no cesaba.

Nos miramos, Joey me sonrió y luego acarició mi mejilla entumecida por la nieve.

_ Prometo llamarte todos los días y a cada momento.

_ Lo sé. Confió en ti. Tú ahora prométeme que te vas a cuidar ¿Si? – me miró todo enamorado y sus ojos destellaron en la blanca y fría nieve.

_ Lo haré, preciosa. Te amo mucho – le acaricié su helada mejilla y me sonrió.

_ Y yo a ti. No quiero que te vayas.

Le dije a punto de llorar y él me abrazó fuerte. Atesoré su abrazo y luego él me besó lento, muy despacio y ambos pretendimos, que de ese beso, el tiempo no transcurriese jamás.

"Mi corazón es tuyo" (Joey Tempest) (Reeditada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora